miércoles, 16 de mayo de 2012

Hay una guerra abierta entre la abuela y la Cotilla y todo por el dichoso bikini que el otro día tendimos en nuestras cuerdas. La vecina aseguraba que era mío. Solo podía serlo por mi mal gusto a la hora de ponerme cualquier cosa - ¡Pero no ves que ya le cuelga todo! A esta ya se le ha pasado el arroz y tú te quedas sin bisnieto. Qué le vamos a hacer, no se puede tener todo en esta vida: novio con Torre en el Paseo Marítimo, que encima tiene coche y te invita a ir de viaje... - "Pues creo que cambiaría todo eso por un bisnieto... bueno, todo no... alguna cosa... el coche, por ejemplo, que ya tiene muchos años. Pero, para que salgas de dudas de una vez por todas, quiero que sepas que el bikini es mío" - ¡Já! ¿Tú te pones eso? Y ahora voy yo y me lo creo... ¡Que no me chupo el dedo! - "Piensa lo que quieras pero te estoy diciendo la verdad" - ¿Palabrita del Niño Jesús? - "¡Una palabrita como un piano!"

La vecina tuvo que tomarse dos copas seguidas de chinchón para que se le pasase el soponcio y luego dio  saltos dignos de una olimpiada. No se acordó del dolor de la lengua hasta que el licor le quemó las heridas - ¡Maddita cea! ¡Que daño, jopé! ... ¿Qué me pudistes en la boca, jodía? (hablaba a duras penas mientras se secaba los ojos con la manga del vestido. Luego la envidia le pinchó para que siguiera metiéndose con nostras) - No te veo yo con él... (dijo, aunque se la veía dudar)Y ¿a qué playa fuiste? ¡Ay! - "Fuimos a Petra" - Cería la de Joddania ¡ay!... pogque la de aquí no tiene mar...

"Luego nos llegamos hasta C'an Picafort. No me has dejado terminar... Si vieras como me miraba la gente. Salí de allí con el ego subido" - Sería por las arrugas... ¡ay! - "¿Qué insinúas? ¿Qué estoy arrugada?" - Como un peggamino... en cambio yo... ¡ay! tengo la piel como el culito de un bebé - La abuela echaba chispas por los ojos cuando se volvió hacia mí, gritando - "¡A esta vocazas no quiero verla nunca más en MI casa!" - No hizo falta que la acompañara a la puerta. Ella también estaba ofendida y contraatacó antes de salir - ¡Algún día sabré... ¡ay!... que fue lo que me metiste en la boca y... ¡ay!... sabrás lo que vale un peine! - "¡Lejía! Eso te puse para limpiarte esa porquería que tienes por boca!

Ni Pascualita, ni Pepe, ni yo intervenimos en aquel choque de trenes. ¡Dios nos libre! - La sirena, camuflada entre las algas, de vez en cuando asomaba la cabeza por el bode del "acuario" y le tiraba chorritos de agua envenenada a la Cotilla aunque no le alcanzó ninguno. Pepe, como siempre, se mantenía neutral y yo no me atreví a abrir la boca por si se giraba la tortilla y me caían todos los palos, como suele suceder. Un rato después llegó Blas y sintió la opresión del ambiente porque se limitó a pedir más croquetas y salió por pies.

A mediodía, cuando pensaba que, por fin íbamos a tener una comida tranquila y en familia, se abrió la puerta y como una polvorilla, entró la vecina y ocupó su puesto en la mesa. Me puse tensa y a punto estaba de levantarme y echarla, cuando la abuela puso la sopera en la mesa y le sirvió un generoso plato del rico puré de verduras que había hecho. Pascualita, en plan broche, tenía una ceja levantada (¿serían visiones?) demostrando el orgullo del vencedor. La Cotilla la miró con asco, cosa que no pasó desapercibida por la abuela - "¿Tienes algo que decir?" - No. Pero si esa porquería fuese mía haría tiempo que estaría en la basura - "Vale... Que sepas que hoy no tomarás chinchón"

No hay comentarios:

Publicar un comentario