martes, 24 de abril de 2012

- "¡Que bonitas estaba ayer Palma! A pesar de que, tras las esquinas se esconden "los de las tijeras", la gente se vuelca cuando la Cultura sale a la calle y se adoptan tradiciones foráneas que alegran la vista como el regalo de las rosas. Andresito me ha regalado un libro "Maldito karma" y una rosa. Dice que, como ya nos quedan dos telediarios, tome nota de lo que, quizás, sea "la otra vida". Es divertido (que buena falta hace en este mundo en crisis)  Yo también le he regalado uno "La Odisea" Es largo y pesado" - Pobre hombre, ¿por qué le has hecho esta faena? - Porque no podrá morirse hasta que lo haya acabado, por lo menos. ¿Crees que le voy a consentir tamaño desprecio? pues no porque, aunque sea una edición de bolsillo, mis euros me ha costado"

La Cotilla irrumpe en casa como una exhalación - ¿Tanto le cuesta llamar al timbre? - Es para no molestaros y como ahora tengo tantas llaves de esta casa, las uso - ¡Vaya!, se las di con otro propósito, así que ya me las está devolviendo -  ¡Santa Rita, Santa Rita, lo que se da, no se quita! -( No puedo con esta bruja)... Siendo tan retorcida no me extraña que no encuentre un novio que la lleve de viaje como a la abuela - ¿La estás oyendo? Lo siento por tí que has criado una hiena. Le encanta meter el dedo en la llaga y retorcelo (¡es verdad!) - "¡Tengamos la fiesta en paz!... ¿No te ibas? (me dijo la abuela)" - ¿Yooooo? Perdona pero estoy en mi casa, en cambio ésta... - Llamaron al timbre, eran el Municipal, su Jefe y Blas. - ¡Venga visitas! Esta casa parece la Plaza Mayor en hora punta - ¿Esta mujer es siempre tan desagradable? (preguntó el Jefe al Parado) - Yo no digo nada que no hay que morder la mano que te da de comer.

- "¿Otro registro?. Pasen, pasen" - Venimos porque la acusan de que ha mandado un anónimo. - "¡Ah, sí! Pero esto ya está resuelto. Lo tengo enmarcado, me quedó tan bonito" - Pues deberíamos tenerlo nosotros porque es la prueba principal, así que ya me lo está dando - "¡Ni hablar! Soy la autora y me lo quedo" - ¿Reconoce que es culpable? - "¿De qué?" - De haber mandado un anónimo - "Bueno, eso hay que mirarlo detenidamente porque, aunque yo lo hice, quien lo entregó fue este Municipal... ¿A qué te lo dio él, Cotilla?" - ¡Ay, sí! Me hizo mucha ilusión porque estaba guapísimo con su nuevo uniforme. Como ahora jejejeje - Ambos guardias se pusieron colorados: el superior por la ira y el otro al darse cuenta del lío en que le habían metido - ¡Ya hablaremos en el cuartel!... Y usted ¡Déme el anónimo ahora mismo! - "¡Es mío! Cotilla, ¿a qué me lo diste tú?" - Es verdad. Se lo regalé, al fin y al cabo ella me invita a comer muchos días. - ¿Quiere decir que retira la denuncia? - No sé que hacer... No, la dejo y añado otra más.¡ Acuso a Blas de estar casado y tener nueve niños! - Eso es una tontería - No señor, si me lo hubiera dicho yo ya no me hago ilusiones - ¡Ah! ¿es qué se las hizo? (el jefe miraba a Blas asombrado) Pero si usted es mucho más may... - ¿Qué? - No se enfade, Cotilla (dije yo con mala baba) Deje al pobre Blas que bastantes problemas tiene y confórmese con Pepe, al fin y al cabo debe ser de su quinta, jajajajajaja - ¿Quién es Pepe? (preguntó el Jefe) - Déjelo, señor y vámonos que acabarán liándolo (dijo con buen criterio el Municipal) - No, no. Quiero saber quién es - La abuela, divertida, le tiró la cabeza jibarizada, cogiéndolo por sorpresa. El hombre levantó la mano, asustado y se dió un buen golpe contra la pared. Para aliviar el dolor metió los dedos en el "acuario" moviendo la mano con desespero. Esta agitación del agua despertó a la sirena que dormitaba tranquilamente entre las algas del fondo. Y si hay algo que irrita sobremanera a Pascualita es que la despierten bruscamente. La ira se le sube a la cabeza y solo piensa en morder. Esto fue lo que hizo en los dedos del pobre Jefe. Cuando, finalmente, los municipales abandonaban la casa, la abuela decía - "Bueno, pues si no quieren tomar un chinchón para entonarse, lo haremos nosotras para quitarnos el estrés que nos han provocado" - ¿Que dice que le hemos hecho nosotros? (dijo, lacrimógeno, el Jefe) - Nada, nada. ¡Dése prisa, por Dios!.

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