domingo, 22 de abril de 2012

La abuela está hecha cisco. Llena de moratones. Salió a pasear por la Plaza de España, "su plaza" como la llama pues, desde muy pequeñita ya correteaba por allí tras las palomas. También la llama "la Plaza interminable" porque se sabe dónde empieza pero no donde acaba.

Fue con la Cotilla a comprobar el estado del suelo "brasileño" que ahora quieren cambiar por uno "chino". Que chistosos son los del Ayuntamiento. ¿No habrá baldosas idóneas en toda la Península? ¿Se las darán gratis? como "no hay dinero". Hablarían por los codos, sin fijarse donde pisaban y la abuela se fue al suelo, pero no solo ella, Pascualita también recibió lo suyo. La pobre iba tan pancha en el termo, mirando a través de la rendija cuando vino el traspié y se dieron el batacazo. El termo se abrió y el agua y la sirena se desparramaron sobre las duras baldosas.

Mi pobre abuela quedó conmocionada. Volvió en sí, rodeada de personas que habían acudido en su ayuda porque la Cotilla no podía levantarla. Solo después de comprobar que no se había roto ningún hueso dejó de lloriquear y quizás entonces se dio cuenta de que el termo estaba abierto y vació. Presa de inquietud, gritó como una loca - "¡Que nadie se mueva! ¡Quietos donde estáis!"  - ante el pasmo de todos. Menos mal que la Cotilla arregló el asunto - No hagan caso, la pobre es muy mayor y tiene la cabeza algo perdida y este golpe la habrá terminado de arreglar. Es una viejecita que vive sola y desamparada. Tiene hijos pero, como todos, van a lo suyo y apenas le llega la pensión para comer. Quizás ese sea el motivo de su caída: la debilidad... ¿No podrían ustedes darle una ayudita?... Piensen que también serán mayores algún día ... - La muy bruja soltó el discurso con la mano extendida en plan pedigüeño y el negocio le resultó rentable.

La preocupación de la abuela iba en aumento ¿dónde estaba Pascualita?. Agarró con fuerza a la Cotilla - "Busca mi broche. Lo he perdido" - Déjame ahora de broches (susurró), estoy haciendo algo más positivo - Un grupo, cada vez más numeroso de palomas se concentraba a pocos metros de ellas. La abuela tuvo un pálpito ¡Pascualita! Se arrastró como una ameba para ir a salvarla aunque le costó mucho porque la Cotilla tiraba de ella. Si se iba, se acabarían los donativos.

Cansadísima, se metió entre el aleteo de palomas. La pobre sirena, llena de heridas, vendía cara su vida mordiendo a diestro y siniestro. Al final pudo meterla en el termo aunque le fue más difícil desembarazarse de las palomas que veían como se esfuma un exquisito bocado.

Sentadas en la parada del autobús la abuela hizo un comentario sobre algo que le preocupa desde que "arreglaron" la Plaza - "Tendré que ir a ver a Mateo... - ¿Mateo? - El Alcalde... me pregunto ¿dónde estarán aquellos dos hermosos bancos de piedra blanca que siempre estuvieron aquí al lado?... ¿Te acuerdas de ellos? Con los brazos redondeados, tan distintos del resto... A ver si ahora que quieren poner piedra china en el suelo..." - ¿China? - " vuelven a colocarlos en su sitio" - ¡Ja! No te lo crees ni harta de vino... Por cierto. ¿Por qué no nos asociamos? Tu te caes y yo remuevo las conciencias pero no te traigas el broche. Por irte a buscarlo he perdido dinero... ¿Sabes qué vamos a hacer? Compraré pasteles y los comeremos acompañados de una copita de chinchón ¿qué te parece? - "Buena idea... aunque los bancos..." - ¡Que cansina llegas a ser!

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