jueves, 22 de marzo de 2012

- "¿Qué hago? ¿me llevo el paraguas o no? ¿voy con abrigo o sin él? ¿hago cocido o gazpacho? ¡Me tiene loca esta Primavera!" - Abuela, todas las Primaveras son iguales: locas de atar - "No me vengas con esas ¡ya lo se! Pero ahora se trata de ÉSTA. ¿Qué me pongo para ir esta tarde al Funeral?... Por cierto, estoy preocupada por Pascualita..." - No te preocupes que no se congelará - "No es por eso, boba de Coria. Es que tengo miedo de que se convierta en diabética y todo por culpa tuya ¿A quién se le ocurre encerrarla en el azucarero. Ahora no quiere más que cosas dulces" - ¿También tengo la culpa de eso? Dásela a la Cotilla.  ... ¿crees que un pez puede ser diabético? - "¡Y yo qué se!... pregúntaselo al Médico" - No es veterinario - "Siempre le pones pegas a todo".

Como no le quedó más remedio, la Cotilla llamó al timbre - Que pena no tener una llave, ahora tengo que molestaros para que me abráis - No se preocupe, así hacemos ejercicio - ¡Que cruz tienes con esta nieta!... bueno, a lo que venía ¡Mira que sillita plegable me he comprado en los chinos! - No tiene para pilas y sí para sillitas... je, no está mal la cosa - ¿Por qué no le buscamos un novio y nos deja en paz?... Como sé que tienes una para ir a la playa he pensado que yo no iba a ser menos y así podremos esperar tranquilamente sentadas a que Matas y su escritor de discursos, lleguen a la cárcel.

- No va a ir - ¿Cómo que no? - Si hubiese escuchado radio-calle se hubiése enterado - ¡Eso no puede ser! ¡Me han hecho hacer un gasto que no me puedo permitir! - Si no fuera tan rastrera se lo habría ahorrado aunque... ¡de que iban a vivir los chinos! - ¡Me voy. No la aguanto! ... ¿qué tienes para comer?

Volvieron a llamar a la puerta. Esta vez era el Municipal y cuando la abuela lo vió con el nuevo uniforme lo encontró guapísimo - "¡Oooooohhhhhh, Dios mío! ¡Pero si parece un modelo de alta costura! A ver... dése la vuelta ... ¡oh, que elegante! Parece un guardia de otro País..." - De las Maravillas, ¿no?... Lo que tengo que aguantar - Qué, ¿no se iba? apemié a la Cotilla - Estaba indecisa pero ahora no puedo, tengo que saber para qué viene éste - "Siéntese, hombre, que ésto hay que celebrarlo... ¡cuidado, no vaya a arrugarse el traje!" - El pobre dió un respingo - ¡No me grite que me asusto! - "Vamos  a tomarnos un chinchón a la salud de Mateo..." - ¿Mateo? - dijimos todos a la vez - "El Alcalde... ¿Ha sido idea de él, verdad?" - ¿Y cómo los va a pagar? dijo la Cotilla siempre pensado en lo positivo - "¡Que importa eso ahora! ...Me gusta mucho el uniforme... bueno, tengo que confesarle que a mí, los hombres de uniforme siempre me han vuelto loca, ay... menudo favor le haría si se dejara jejejejeje..." - El Municipal estaba en tensión y lo que acababa de escuchar le dejó lívido. Se levantó poco a poco y emprendió el camino hacia la puerta de la calle caminando de espaldas. No se fiaba de las intenciones malévolas de la abuela. - Por cierto ¿a qué a venido? - preguntó la Cotilla que estaba viendo que se quedaba sin saberlo. Por toda respuesta el hombre dió media vuelta y salió corriendo escaleras abajo. - Qué raro es este tío... ¿Nos quedamos sin brindar? - "No... Por Mateo y los uniformes" - Sí, pero,si  no hay dinero... ¿cómo los va a pagar? - "¿No querías brindar? Pues bebe y calla"

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