sábado, 4 de febrero de 2012

La camilla junto al ventanal es el lugar ideal para un día como hoy. Ver caer la nieve mientras una taza de chocolate te calienta las manos y la calidez de la estufa de butano te acoge y te engaña porque, al salir a la calle te encuentras con la cruda realidad del frío.
Son días de parchís, cartas o de volver a ver las viejas fotografías. La abuela ha arrimado la pecera con agua templada, a la ventana para que Pascualita vea la nieve y pueda contar a sus congéneres, si algún día vuelve a su hábitat, cómo es, aunque ella prefiere escuchar los comentarios que hace de cada foto que nos enseña. De repente suspira y se queda en babia - "¡Ay, que tiempos aquellos en que quedábamos embobadas viendo pasar un piloto... Mira que hombre más apuesto... ¿te hs fijado en esa sonrisa ladeada, burlona y en esa mirada que te traspasa..." - ¿Es alguien en particular? - Sí. El comandante... ¡vaya! ahora no recuerdo su nombre... Un escalofrío te recorría el cuerpo cuando los veías pasar por el aeropuerto, con aquella arrogancia, aquel saber llevar el uniforme, camino de la barra de la cafetería. Nadie les molestaba, eran los amos del aire, los dioses que nos transportaban por los cielos hasta nuestro destino. El vaso de güisqui en sus manos tenía prestancia ..." - ¿Bebían antes de volar? -"Claro. Y no uno ni dos. Luego llegaban las azafatas. Parecían modelos de alta costura. Y cuando todos juntos se encaminaban hacia el avión, la gente les abría pasillo" - ¿Y por qué te tiene cogida por la cintura? - "Bueno... puede decirse que hicimos una gran amistad. Mírame, yo era un bomboncito entonces y gracias a nuestra relación viajé gratis muchas veces" - Pero ya llevabas tiempo casada con el abuelo... ¿no? - "¿Y?" - ¡Abuela! ¿Le pusiste los cuernos con éste hombre? - "¡Los cuernos, los cuernos!... todo son puntos de vista... prefiero decir que me lo pasé bien cuando los pilotos aún no eran meros conductores de aviones" - ¿El abuelo se enteró? - "Ahora no estamos hablando de eso sino del glamour que tenían entonces" - ¡¿Mi madre es hija de mi abuelo?! - La extraña cabellera de Pascualita se erizó al oírme gritar - "¡No se te puede contar nada! A todo tienes que encontrarle un pero. ¡Que cruz tengo contigo!" - ¡¡¡Es que me gustaría saber quién soy ... Aaaaaaayyyyyyy!!! - Pascualita sigue teniendo una puntería excelente, mi ojo da fe de ello y mientras me revuelco de dolor, las dos amigas hacen la señal de OK con los dedos

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