miércoles, 8 de febrero de 2012

La abuela volvió del Funeral acompañada de un perro enorme - "Es un ca de bestiá. Andresito me ha pedido que se lo guarde unos días porque se va con su hijo a un congreso de médicos en la Península" - ¿Y por qué has dicho que sí sabiendo el miedo que les tengo? - "Precisamente por eso. Así se te quitará" - Esa noche cerré la puerta de mi habitación con llave. Al día siguiente tuvimos un conato de discusión - "¿Podrías bajarlo a pasear?. A penas he dormido porque se ha tumbado en mi cama y se la ha hecho suya. He estado toda la noche en el borde y con las patas clavadas en la espalda" - ¡NO! - No se habló más.
Me asomé al balcón para verlos. La abuela llevaba sus gafas nuevas, un poncho de colores chillones, un gorro negro con borla de colorines y botas de agua con florecitas pintadas. El perro no se anduvo con chiquitas y en cuanto llegaron al portal se la levó a rastras hasta al árbol más cercano (luego dirá que ella pasea al perro, pensé divertida)
El municipal que tantas veces a venido a casa se le acercó y se saludaron - "¿Y esa mala cara?" - Ahora multo a los incívicos que no recogen los excrementos de sus perros y tengo cada pelotera que ni se imagina. Acabaré con úlcera de estómago - "No le faltará trabajo porque están las aceras que dan asco... ¿y qué me dice de los que hacen el trabajo a medias?. Recogen el pastel y dejan la bolsita tirada en el suelo en lugar de ponerla en la papelera. Me alegro de que Mateo haya puesto en marcha esta iniciativa" - ¿Quién es Mateo? - "El Alcalde, hombre" - ¿Qué lo conoce" - "¡Claro! lo he visto muchas veces en el periódico" - Mientras ellos hablaban el perro iba a lo suyo y "plantó un pino" entre los pies de ambos. Luego la abuela siguió su camino como si tal cosa - ¡Oiga. Recoja eso ahora mismo! - Le miró sorprendida mientras, sin ningún disimulo, soltaba la correa. - "¿Yooooo? ¿Por qué?" - ¡Su perro... - "¡Alto ahí, señor mío! Yo no tengo ningún perro y usted lo sabe bien" - ¡El perro que lleva"... - "¿Qué perro? ¿Dónde está?" - ¡Ese que va por ahí arrastrando la correa! - "¿Y por qué tiene que ser mío?" - ¡Porque usted lo llevaba! - "¡Porque usted lo diga!" - ¡La voy a multar por caradura! - ¡"Y yo lo denunciaré por incompetente"! - Al rededor de ellos se iban agolpando los vecinos. Todos daban la razón a la abuela: No tenía perro. Aquello se parecía cada vez más a un motín mientras yo veía como el perro se perdía tras una esquina ¡Pobre Andresito!
El guardia, desesperado por conservar algo de autoridad, cogió el termo que la abuela llevaba colgado del cuello y gritó - ¡Qué lleva aquí! - Dí un respingo, "Aquí" estaba Pascualita. La abuela se la llevó para que la sirena aprendiera lo que se hace cuando se saca un perro a pasear y así, si algún día vuelve a su hábitat, sabrá hacerlo (Fue inútil que intentara explicarle que en el fondo del mar no podrá pasear perros). La abuela, guardando la compostura, dijo que llevaba agua templada para mantener caliente el pecho a causa de su asma y aunque todos dijeron que así era, el guardia, furioso, no se lo creyó y abrió bruscamente el termo. En ese instante pasaron tres cosas: Pascualita salió disparada hasta la naríz del hombre donde clavó a gusto sus dientecitos. La abuela la arrancó de un tirón rápido y desgarrador y volvió a meterla en el termo. Mientras, una de las vecinas le propinó un bolsazo en la cabeza al guardia que lo dejó KO (¿Qué llevaría esa mujer en el bolso?). Todo ocurrió a la vez y naturalmente, nadie vió nada pero he sabido, de buena tinta, que algunas noches se despierta sobresaltado cuando una cara monstruosa que le ataca.

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