jueves, 9 de febrero de 2012

A la abuela le caduca la tarjeta ciudadana y la Cotilla le ha dicho que no le mandarán una nueva como hacían hasta ahora. Ha ido al centro de salud a informarse y ha montado en cólera cuando le han dicho que, además de que no se la van a mandar, tendrá que pagar 10 euros. Al principio ha creído que estaban de broma porque, como ella dice, ha cotizado muchos años en la Seguridad Social como para que ahora le vengan con pijaditas de éstas. - Son lentejas, señora, si quiere las come y sino las deja. - le han contestado. - "¿Sabe qué le digo? que iré a la estación del tren a hacérmela" - ¿? - "Allí te la hacen, con foto y todo, gratis" - Pero esa es para viajar jijiji... - "¡Jijiji tú padre, rica!... Y encima tenemos que ir al banco, a hacer cola como borregos, a pagar una cosa que tenemos pagada y requetepagada. ¡Me niego!" - Allá usted. Después no se queje si se queda sin médico-
A vuelto a casa echando chispas y maldiciones. No he querido hechar más leña al fuego pero tiene más razón que un santo. De todas maneras, menos mal que está Pascualita que me sirve de parapeto en estas ocasiones. Como la sirena la escucha atentamente, le ha vertido todas las quejas contra el Sistema, los Corruptos y la corruptela en general, que nos han traído estos cambios que caen sobre nuestras costillas - "Y recuerda éstas cosas que te cuento cuando estés en tu hábitat para que no pasen allí. Lo más triste es que hemos alabado a los "listos", a los que han medrado al cobijo de la política llevándose nuestro dinero a manos llenas y encima les hemos aplaudido y ensalzado hasta el extremo de volver a colocarlos en la cima con nuestros votos. Y más triste aún es oir como al honrado (que los hay) se le llama tonto. ¡Tontos nosotros! Menos mal de algunos jueces que intentan poner a cada uno en su sitio, o sea, ¡en la cárcel! Algo es algo... y sobre todo ¡que devuelvan el dinero, leñe!"
Así estaban las cosas en casa cuando han llamado a la puerta Andresito y su hijo, ya de vuelta del viaje. Les ha extrañado que no saliera el perro a recibirles. - "Debe dormir... Pasad, pasad. ¿Cómo ha ido todo?" - En ese momento se presentó el cartero con una carta certificada: una multa de 300 euros por todo lo ocurrido con el dichoso perro. Desacato a la autoridad, no recogida de excrementos, llevarlo sin bozal, falta de atención con el animal al dejarlo suelto en la calle con posible riesgo para los peatones, intento de amotinamiento contra la autoridad y ataque con "algo" a la susodicha autoridad. Cuando la abuela vio el dineral que se le pedía le traspasó rápidamente el papel a Andresito - ¡Toma, esto es tuyo!
El pobre hombre tuvo un gran disgusto, no solo por lo que tendría que pagar sin comerlo ni beberlo, sino por haber perdido a su perro. Parecía noqueado. Iban camino del ascensor cuando ella recordó algo - "¿Me has traído la sorpresa que me prometiste?" - Más tarde, compartiendo unas copitas de chinchón con Pascualita, la abuela dijo, entre suspiro y suspiro - "¿Crées que me he quedado sin novio?" - Supongo que sí, al menos por una temporada - "Menudo día"

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