sábado, 18 de febrero de 2012

Había que arreglar las cosas con el Municipal, pero me resultaba imposible hablar con él porque, en cuanto me veía, salía corriendo. Al final decidí ir a la comisaría donde trabaja. Allí no se me pudo escapar aunque su cara era un poema.
Después de explicaciones absurdas por mi parte, que creo que no llegó a entender, le invité a comer a casa, en desagravio. - Ya verá como no le pasa nada. Y aunque pensé que, al final, pondría cualquier excusa para no venir, se ha presentado en casa el día y a la hora que le dije. En la mesa estábamos la abuela, la Cotilla, Blas, el Municipal y yo. Sobre la mesa estaba Pepe (de adorno) y Pascualita, siempre presente desde que toma la apariencia de un broche prendido en el pecho de la abuela.
La comida transcurrió bien. Al principio se notó que teníamos hambre porque nadie hablaba, luego, ya en el segundo plato, la cosa cambió y Blas nos contó que le iba bien en su trabajo y le habían salido dos casas más para ir a hacer jornales. El Municipal que no estaba enterado de nada, preguntó - ¿Es jornalero? y qué recoge ¿aceitunas? - No, no. Límpio casas - El hombre quedó turbado y para salir del trance cogió a Pepe examinándolo de cerca - ¿De dónde han sacado ésto? - "De los chinos" - Parece... una cabeza de... jívaro ¿no? - "Lo es. Le llamamos Pepe porque dice la vecina que es clavadito a un primo suyo que se llama así" - La soltó de golpe - ¡Que asco! - ¡Oiga, que mi primo es muy límpio! - "¡Anda, se me olvidaban las croquetas!" - ¿Hay croquetas? Con lo ricas que le salen no las perdono - dijo sonriendo Blas - ¡Ay, sí, sí! Sácalas que aún tengo un hueco en el estómago - aplaudió la Cotilla - Esta mujer me pone de los nervios, haga lo que haga y por eso le pregunté - ¿Cómo va con los atracos? - El Municipal nos miró. La Cotilla se puso roja y se quejó a la abuela que llegaba en ese momento con la bandeja de croquetas - Dile a esta desgraciada que tienes por nieta que me deje en paz - La abuela, a través de la mesa, le ofreció, inclinándose, la bandeja al policía para que se sirviera y justo en ese momento Pascualita cayó dentro. Contuve la respiración. - Se te ha caído el adorno del broche - dijo la Cotilla - ya me parecía a mí que no era de buena calidad. Espera que lo cojo - Las croquetas estaban ardiendo y Pascualita no lo estaba pasando bien así que, en cuanto vió unos dedos a su lado debió pensar que eran de la abuela y los mordió, vengativa. La mujer aulló mientras Pascualita salía por los aires. La cogí en pleno vuelo y la metí en mi bolsillo. El Municipal y Blas se miraron atónitos - ¿Por qué te guardas la croqueta en el bolsillo? - Eh... jejeje... es por si más tarde tengo hambre - Aunque casi no me oyeron debido a los gritos de la Cotilla. Al Municipal le temblaban las manos, se le veía con miedo. La abuela, que todo lo arregla con chinchón, rápida como el rayo sacó la botella y las copas - "¡Esto hay que celebrarlo!" - ¿El qué? - "Esto... el tener una vecina tan... exagerada. Mirad la que arma por una simple quemadura, que graciosa es. Anda, deja de saltar y tómate una copita... o dos"

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