miércoles, 29 de febrero de 2012

Había que aprovechar el tiempo primaveral, por eso nos fuímos dando un paseo hasta C,an Pere Antoni. Llevábamos (llevaba) la mochila con agua, cerveza y bocadillos, más un cubito para que Pascualita se bañara junto al mar.

La caminata cansó a la abuela que se empeñó en llevar tacones y al llegar a la playa se negó a dar un paso más y se sentó en los escalones de acceso. En cambio yo me di un buen paseo por la arena fresquita de la orilla. Como no tenía prisa no volví hasta que el estómago pidió comida.

La abuela no estaba donde la había dejado. Había extendido una toalla grande para sentarse y recostándose luego contra la pared. Tuve un presentimiento: seguro que no había puesto a Pascualita en remojo. Y así fue. El pobre bicho, en plan broche, estaba al sol y ya iba cogiendo el color de las gambas cocidas. Corrí para coger el cubito y llenarlo de agua pero me detuve, horrorizada, a pocos pasos de ellas. Sobre el pecho de la abuela, que roncaba como una orquesta sinfónica, había un dragón grande en posición de ataque.

Tenía los ojos fijos en la sirena y yo los pelos como escarpias. El pánico me había paralizado ¡era imposible que yo me acercara a un dragón aunque fuera para salvar una vida!. Corrí hacia atrás. Miré a ambos lados. El miedo no me dejaba pensar con claridad y no había nadie a quién recurrir.

El dragón avanzó un poco y el cuerpo me grito ¡VETE! aunque sabía que no debía hacerlo. Pascualita no estaba en condiciones de plantar cara a nadie. Se la veía deshidratada y con una insolación de caballo. Estaba en inferioridad de condiciones... ¿Qué podía hacer yo salvo echar a correr?. Ví un palito a mis pies y lo tiré con la intención de darle al dragón y asustarlo pero ni lo rocé. Busqué más cosas para tirarle, siempre de lejos, para que no me viera y saliera corriedo hacia mí. Si lo hubiese hecho me hubiese tirado al mar de cabeza y no hubiese parado de nadar hasta llegar a Barcelona.

Al final una copiña cayó a su lado y el bicho se movió, cosa que me erizó más el pelo si cabe. Pensando que ya había afinado la puntería, tiré otra conchita y le dí a la abuela que se movió, molesta. Fue entonces cuando el dragón subió hacia su cara y yo grité con todas mis fuerzas, como si me estuvieran matando ¡¡¡Aaaaaaaahhhhhhhhh!!! - "¿Qué te pasa, loca?... ¿Qué es est...? ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhh!!!" - La gente del Paseo se arremolinó para ver qué pasaba. La abuela se había desmayado y yo estaba a punto.

Como por arte de magia apareció Blas, el Parado que estaba vendiendo kleenex en el semáforo y me agarré a él como a un salvavidas. - ¡¡¡Había un dragón enorme en la cara de la abuela!!! ... - Durante una milésima de segundo pensé en Pascualita - Llena el cubito de agua, por favor - Así lo hizo y ... ¡se la tiró a la abuela para que volviese en sí! - Llénalo otra vez - Cogí a la pobre Pascualita después de sacudir de mi mente la visión del dragón que, unos minutos antes aún estaba allí. Parecía más muerta que viva, menos mal que el agua de mar la reanimó un poco - ¿Para esto quieres el agua? ¿Para meter el broche? Con razón dice la Cotilla que eres rara... Oye, ¿no serías tú quién me rozó la pierna el otro día, verdad? - ¿Y qué si lo era? - No, nada pero... me hacía ilusión que hubiese sido tu abuela - ¡Hombres!.

martes, 28 de febrero de 2012

La abuela me estaba enseñando el paquete de judías pintas que acababa de comprar - "Mañana comeremos un buen potag... ¡Ay, Dios mío!" - La bolsa, inexplicablemente, se rompió y hubo judías por todo el comedor - ¡Jolín, abuela! mira la que has formado.-

Llamaron a la puerta de manera imperiosa y abrir armada de escoba y recogedor - ¡Ya va, ya va ¿A qué vienen tantas pri... sas... - Frente a mí estaba la autoridad. Esta vez venían dos municipales. El que llevaba la voz cantante parecía un superior, el otro era "nuestro" Municipal que se escondía tras la espalda de su jefe - Venimos a registrar la casa y será mejor que no ponga impedimentos - Pasen, pasen. Usted ya sabe el camino ¿verdad? - le dije a nuestro conocido con una sonrisa que él no apreció. Estaba pálido y demacrado.

El jefe entró como un elefante en una cacharrería y pocos segundos después empezó a trastabillar. Había pisado las judías. A partir de ahí dedicó todos sus esfuerzos a no perder el equilibrio  hasta que, por fin, dió con sus huesos en el suelo y acabó frenándose contra una pata de la mesa. El golpe hizo que Pepe se bamboleara hasta caer sobre la cara del guardia. "Nuestro" Municipal estaba desencajado. Su Superior había entrado en casa con mal pie y para remate, le caía encima la cabeza de un muerto. Todo eso le daba mal fario y no salió corriendo porque el sentido del deber y la disciplina le retuvieron.

A duras penas el hombre logró agarrarse a una silla y sentarse. Estaba mareado y la abuela, para acabar de arreglar las cosas, le puso un vaso de chinchón, que él tomó por agua y se bebió de un trago. Acto seguido sintió el fuego abrasador de una barbacoa en sus entrañas - ¡¿Qué me ha dado?... ¿Quiére matarme?! - El Municipal pensó que era el momento oportuno para tocar retirada - ¡Vámonos, señor! - Déjese de tonterías, hombre... Por cierto ¿qué es lo que me ha caído en la cara? - "Se llama Pepe y es la cabeza de un decapitado por los jí..." - ¿Está confesando el crimen de un hombre llamado José? - "¿Quién es José?" - ¡Dígamelo usted! - "Así, a bote pronto, solo recuerdo a San José" - Me parece que va a tener que contarme muchas cosas - "Mejor pregunte en la tienda de los chinos. Ellos se lo podrán explicar mejor. Además, no puedo quedarme a un interrogatorio con lo largos que son. Tengo que ir al Funeral..." -  Lo siento, pero no va a ir a ningun sitio hasta que no aclaremos lo de José - "... ¿Por qué no viene conmigo? Y así conocerá a los Finados" - ¿De cuántos hablamos? - "Ya van quince" - ¿Todos a la vez - "¡No, hombre! De uno en uno... Sus cabezas están colgadas en la pared y queda muy emotivo" - El superior abrió unos ojos como platos. - ¿Y lo dice tan pancha? - "¿Qué hay de malo en ello?"

Viendo que el mal entendido podía traer consecuencias, le recordé al guardia que debía hacer un registro. - Eso ahora es lo de menos. Dígale al jefe superior de venga. Tenemos una asesina en serie - El Municipal llamó despues de intentar convencer, una vez más a su jefe, de que lo mejor era largarse.

La abuela se enfadado. No consentía que la trataran como a un Urdangarín cualquiera. Haciendo caso omiso del Superior, se preparó para ir a la cafetería. Cuando llegó el Jefe Superior ella estaba hecha un pincel, con el bolso en una mano y las llaves de casa en la otra. - ¿Se va, señora? - le dijo cuando la abuela le abrió la puerta - "Sí... En confianza le diré que es difícil aguantar a alguien que ha bebido y más si es un agente del órden" - Pascualita, que iba en plan broche, hizo la señal de OK y los ojos del guardia hicieron chirivitas. Después vino la gran bronca al Superior por beber (y mucho) estando de servicio. "Nuestro" Municipal no abrió la boca, felíz por salir ileso de mi casa.

lunes, 27 de febrero de 2012

La denuncia

- "¡Uf" que pesadas se ponen algunas" - La abuela ha llegado de hacer la compra por los comercios del barrio y como casi siempre, tiene algo que contar.  - "¿Te puedes creer que, incluso en la administración de loterías, una mujer que le ha pedido a la dependienta que le enseñara décimos que acabaran en 6 para ver cúal le gustaba más? Y lo peor ha sido que no se decidía por ninguno ¡Cómo si estuviera comprando una merluza y quisiera ver cúal es la más fresca!" - Hablando de merluza jajajaja ... ¡era de las buenas la que cogieron ayer Andresito y su hijo con el chinchón! - "Lo que me voy a reir esta tarde cuando lo vea. Seguro que las ojeras le llegan a los pies jajajaja... pero lo cortés no quita lo valiente y hay que reconocer que los pasteles eran de primera".

Al volver ésta tarde de la Cafetería no tenía ganas de reír. Su amigo del alma la ha denunciado a la policía y su amiga, la Cotilla, le ha acompañado a la Comisaría. - ¿Pero, por qué? - "Por el mordisco de Pascualita, hija. Siempre estamos igual" - Eso ya me lo imagino... me refiero a por qué la Cotilla tiene que meter las narices en todo - "Porque sino dejaría de ser Cotilla... Además, está convencida que fue Andresito quien rozó su pierna y eso a ha puesto a cien" - Ayer decía que había sido el Médico - "Ya, pero ahora piensa que, por la edad, es más normal que haya sido el padre..." - ¿Por edad? Pero si ella está más cerca del Viejo que de Andresito ¡Menuda payasa!... ¿Me estás diciendo que, además de comerse tú comida y ahorrar a costa tuya ¡también te quiere quitar el novio! ¡¡¡Maldita choriza!!! ¡ No vuelve a poner los pies en esta casa! - Me puse a gritar como una energúmena y eso tuvo consecuencias. - ¡Aaaayyyy! - En pleno ojo me dió el chorrito de agua envenenada que me tiró la sirena - ¡A mí, no, idiota. A la Cotilla cuando venga! - Cuando se me pasaron los efectos más fuertes del dolor me acerqué a la abuela que, en esos momentos, estaba acariciando a Pascualita en vez de a mí que era la perjudicada - ¿A ella por qué? - "Porque siempre sale en mi defensa, angelito"

No me gusta ver a la abuela triste y he intentado animarla - Mañana, cuando vayas al Funeral tienes que estar rompedora. Que vea el traidor de Andresito lo que se pierde si te deja ... y una vez que vuelva contigo, le das una patada y lo abandonas sin volver la vista atrás - "Tú has visto muchas películas... además, está en su derecho de denunciarnos porque el mordisco fue muy fuerte... Por otra parte, no creo que la Cotilla pueda hacerme sombra jejejeje... ella solo es felíz si puede despellejar a alguien y a mi me gusta que la gente, sobre todo los hombres, conserven su piel" - ¡Bravo, abuela! ¿Brindamos por eso? - ¡Y por cuatrocientas cosas más jajaja...!


domingo, 26 de febrero de 2012

Un domingo tranquilo

Esta mañana había en la cocina el trajín de los días de fiesta. La abuela ha aceptado, por fín, invitar a comer a Andresito y a su hijo el Médico y ha preparado SUS canelones.

Toda la mañana he oído su parloteo, primero explicándole la receta, paso a paso, a Pascualita (por aquello de que si algún día vuelve a su hábitat, etc. etc.) En la radio han dado las últimas noticias sobre el caso Urdangarín que por lo visto no ha tenido la repercusión que tuvo ayer. Es natural, hoy  hace un día estupendo para ir a pasear a la playa o al campo como para perder el tiempo ante los Juzgados. La abuela está celosa. A ella también le hubiese gustado tener sus cinco minutos de gloria como a esa ciudadana que tiró dos huevos al coche del Duque - "¿Por qué no se me ocurrió a mí?. Seguro que ésta sale hasta en el programa de Ana Rosa" 

A mediodía ha llegado, puntúal, la Cotilla - Vengo a ver si puedo echarte una mano (ella sabe que a la abuela no le gusta tener a nadie trasteando en la cocina mientras trabaja, pero ha quedado bien la tía) - Poco después llegó Blas, el Parado - ¿Llego pronto? Es que estoy vendiendo kleenex en un semáforo que está cerca de aquí - El Municipal no vino, dijo que aún tenía los nervios alterados y mi casa no era el mejor sitio para su enfermedad. Andresito y el Médico trajeron una hermosa bandeja de pasteles que fue muy celebrada pero también traían una sorpresa ¡el abuelo!. A mi abuela por poco le da un patatú.

La mayoría repitió canelones y aún quedaron algunos para que se los llevaran Blas y la Cotilla. Una vez saciada el hambre, disfrutamos de la sobremesa con los pasteles, el café y una copita de licor. La abuela, que en cuanto vió al viejo renunció a ponerse a Pascualita de broche, estaba contenta porque todo iba sobre ruedas hasta que Blas dió un salto de la silla y miró azorado a las tres mujeres que estábamos en la mesa - "¿Qué te pasa?" - Poco después fue la Cotilla quién saltó, luego puso ojos de cordero degollado al Médico. Quise averiguar qué era lo que pasaba bajo la mesa del comedor y dejé caer la servilleta al suelo. Tuve que aguantar la risa al ver las piernas del viejo, abiertas y buscando a un lado y a otro, otras piernas que  tocar. Lo mismo las abría que las cruzaba, por eso los que sintieron el pie cariñoso no sabían quién podría ser. Afortunadamente estaba alejado de mí y la abuela tenía la silla bastante retirada de la mesa.

Me levanté a por Pascualita. La pobre había sido arrinconada nuevamente y no me parecía bien. Estaba en mi cuarto, en la pecera y se la veía muy enfadada y con razón porque Pepe sí que estaba en la reunión. La cogí con el guante de acero y las gafas de sol puestas y entré con ella en el comedor camuflada en un plato de galletas. A la abuela se le salían los ojos.

El chinchón empezó a hacer su efecto en Andresito y su hijo y se estaban poniéndo más pegajosos que un caramelo de menta. La Cotilla, en su afán de enterarse de la vida y milagros de todo bicho viviente, se había acercado al viejo y le estaba sonsacando historias sabrosas de su familia hasta que la tuvo a mano, entonces se convirtió en un pulpo metiendo mano a cuanta protuberancia  alcanzaba. La mujer se levantó airada - ¡Ay! ¡Me ha pellizcado en el culo!... ¡Asqueroso! - "Déjale, mujer, solo le quedan dos telediario" - Me dio la impresión de que la situación se nos escapaba de las manos así que, aparté tal Médico de mí y cayó suelo, cosa que le gustó muchísimo, luego  le acerqué la cabeza de jívaro al viejo - ¡Mire a ver si fué alguien a quién usted conoció! - Y a Andresito le pedí una galleta. El hombre alargó una mano (porque la otra la tenía ocupada en  mi abuela) hacia la bandeja. No le gustó lo que tocó - ¿Qué es esto? ¡Que asco! - No había terminado la frase cuando recibió un mordisco que le quitó toda la fiebre sexual. - ¡¡¡Aaaaahhhhh!!! .

Gracias a Pascualita nos libramos de nuestros pesados enamorados. La Cotilla y Blas, asustados, no sabían qué hacer. A nuestra señal volvieron a sentarse y una vez libres de los pulpos, disfrutamos de una tarde tranquila... menos Blas, que seguía intrigado en saber cúal de las tres le había acariciado la pierna con el pié.


sábado, 25 de febrero de 2012

San Urdangarín

De buena mañana la abuela ya estaba desayunando y lista para salir a la calle - ¿Dónde vas tan pronto? -
" Urdangarín... ¿te suena? ... Hoy declara en el juzgado y no quiero perderme su llegada. Hay que ir temprano para coger un buen sitio" - ¿A éstas hora y con frío, quién va a ir?  - " Los ciudadanos que no queremos perdernos el espectáculo" - Que morbosa eres - "No, hija. Estudiosa de la evolución del ser humano hasta llegar al siglo XXI. Me pregunto: ¿hemos evolucionado?" - ¡Pues claro! - "¿Seguimos teniendo ansia de sangre? ¿Hacemos del juicio un acontecimiento social? ¿Somos capaces de aprovecharnos de las desgracias ajenas (por mucha culpa que tenga el presunto acusado)?" - Que tonterías dices. Claro que no - "Ya te contestaré." - Cogió un bolso grande y metió el jersey que estaba tejiendoy a Pepe. A Pascualita  la puso en el termo - ¿Te vas a llevar a éstos dos? A ver si se te pierden -

A mediodía la abuela me demostró que, desde la Edad de Piedra, el Hombre sigue siendo el mismo. - "Soy el Pueblo, por eso me he puesto a tejer entre la multitud de pancartas y gentes que me zarandeaban, como las madames de Francia cuando, sentadas en torno a la guillotina, tricotaban sus jerseys mientras contaban y jaleaban las cabezas que iban cayendo. No ha estado mal... Cuando la gente gritaba ¡ya viene, ya viene! me he convertido en una cuidadana romana dispuesta a disfrutar del Circo viendo como los leones se comían a los cristianos. He tenido un subidón de adrenalina. Al ver el coche y como le tiraban huevos, insultos y maldiciones,  me he transformado en parte de la plebe que injuriaba y escupía  al condenado que nos iba a hacer pasar un buen rato mientras ardía en la pira. ¡Es sublime!. Con decirte que he gritado igual que los demás y no he tirado huevos porque no se me ha ocurrido llevármelos y me he tenido que contener para no tirarle a Pepe" - Ay, Dios mío. Seguro que te sacan por la tele - "¡Es verdad. Ponla, ponla!...

 Los bares más cercanos están haciendo su agosto y tanto sus dueños como los de los balcones con vistas al callejón, le ponen una vela a San Urdangarín... ¿Te das cuenta? Mucha civilización y educación pero a la primera de cambio, nos sale el animal que llevamos dentro. ¡Uf! ha sido una pasada... Por cierto, será mejor que apagues la tele..." - En ese momento, en la pantalla se veía a la abuela dándo bolsazos a todos los que estaban a su lado, policías incluído. - ¿Y ésto? - "... ¿Te acuerdas de cuando Lola Flores perdió un pendiente?... Yo había perdido a Pascualita... Para que viera mejor la he puesto en el broche y con los empujones y los roces de la gente, la he perdido de vista. Pensé que se había caído y para que se apartaran y no la pisaran he repartido estopa pero no estaba en el suelo... Al final, con gran alivio, la he visto agarrada al cable del pinganillo que llevaba en la oreja un policía. También he visto como subía y me he temido lo peor así que he intentado cogerla antes de que mordiera pero no he llegado a tiempo. Al sentir el mordisco el hombre ha gritado y ha sacado la porra para defenderse pero los que estaban a su lado han entendido que iba atacarles y se ha armado la marimorena al grito de ¡Todos somos valencianos! Afortunadamente nadie me ha visto cuando la he arrancado de la oreja" - Yo también he aprendido algo y es que las guerras suelen empezar por cosas tan tontas como un mal entendido - ¿Qué voy a hacer contigo, abuela? ... - ¿Ponerme un chinchón, por ejemplo?

viernes, 24 de febrero de 2012

Tutankamón tocó el Cielo con las manos.

- ¿Qué, aún vive tu "suegro"? - "Está fresco como una rosa, incluso creo que la sangría le ha venido bien... Eso me ha dicho Andresito porque lo que es yo, no me vuelvo a arrimar a la Residencia ni harta de vino"

 - Se ha quedado pensativa; a decir verdad lleva así desde la visita al viejo Tutankamón. Coge a Pepe entre sus manos y lo acaricia lentamente. Está en Babia. Quién no lo está es Pascualita. Se la comen los celos. La he pillado hechándole chorritos de agua envenenados a la cabeza de jívaro. Hay que ver qué puntaría tiene ese bicho pero está desconcertada porque Pepe no se inmuta como nos pasa a los demás cuando nos acierta en un ojo. Parece que la sirena ha dado con la horma de su zapato.

- Ha llamado el Médico. Dice que por qué no los invitamos, a él y a su padre, a comer a casa el domingo. Le he dicho que lo pensaría... ¿qué te parece?... ¡Abuela, mujer!. Espabila que te estoy hablando... -

 Llamaron a la puerta y me encontré cara a cara con el Municipal, que no la traía muy buena. Se notaba a la legua que no le hacía ni pizca de gracia estar aquí - Pase, pase. A ver si hablando con usted mi abuela baja de la nube - ¿Es qué también saben volar? Lo que yo decía ¡Son unas brujas! - ¡Oiga! La bruja lo será su madre, no te digo... ¿A qué ha venido? por que si es a insultar ya puede dar media vuelta y largarse - Que más quisiera... Tengo órdenes de volver a registrar ésta casa... - ¡Otra vez! ¿Qué ha pasado ahora? - Lo de siempre, una denuncia. Esta vez viene de una Residencia de Ancianos de postín - Naturalmente le dejé pasar para que hiciera su trabajo. Confiaba en que la abuela, al oírme levantar la voz, hubiese escondido a Pascualita pero, al entrar al comedor con el Municipal, la ví sentada, tan pancha, en el borde de la pecera. La abuela, por su parte, seguía pensando en las musarañas - ¡¡¡Abuela!!! - "¡¡¡Jesús!!! ¿Qué pasa?" - El Municipal me miró extrañado - ¿Está sorda? - Le podría a ver dicho que sí pero no lo hice - Lo que está es tonta - No me extraña viviendo en ésta casa... - En ese momento, Pascualita le tiró un chorro de agua a Pepe y el policía lo miró extrañado - ¿Qué es eso? ... ¿Está vivo? ... - "Es mi tamagochi y solo se mueve si tiene pilas" - El hombre fue a cogerlo - "¡No lo toque! ... Si está mojado da calambre... y antes se me ha caído en el agua de la pecera - Y se volverá a caer si no lo colocan bien... - Cogió a la sirena e inmediatamente su cara se convirtió en una mueca de asco - Aaaaagggghhh, parece moco - "Eso le pasa por tocar lo que no le importa" - Enfadado, el hombre fue a cumplir con su deber.

 Mientras me metía a Pascualita en el bolsillo del delantal miré a mi abuela - ¿Me vas a decir qué te pasa? - "Andresito quiere... en fin... quiere que... " - ¿Qué? - "Qué le haga lo mismo que le hice a su padre (o lo que él cree que le hice y que yo no sé qué es)" - ¿Y eso? - " Supone que debió ser algo glorioso porque el viejo dice que tocó el Cielo con las manos" - ¡Caray! ... Entonces los invitamos a comer el domingo. Aquí tenemos a Pascualita a mano y si pasa algo, no creo que nos denuncien ¿Qué te parece? - "¡Que estás para que te encierren!... esto.... ejem, ejem... ¿Qué ponemos de menú?" - Jajajajajaja... ¿Brindamos por el viaje a Londres? - "¡Eso está hecho!"

jueves, 23 de febrero de 2012

Hasta la mañana siguiente no pude preguntarle a la abuela que le había parecido su "suegro". A ella le gusta trasnochar y a mí no. Ella se levanta fresca como una rosa y yo hecha unos zorrros. Pero al día siguiente, mientras comíamos, saqué el tema. No parecía muy contenta - ¿Qué pasó? - "Nada... me lo presentó y ya está" - ¿Cómo que ya está? Dime al menos cómo es ese señor. De qué hablásteis, en fín, cuéntame algo - "No hay mucho más que contar" - No te gustó, ya lo veo - "Ni me gustó ni me dejó de gustar, solo ... me desconcertó. Jamás pensé que un hombre de su edad (105 años dijeron que tenía) fuera un salido" - ¿Un salido... sexual quieres decir? - "¿Cómo llamarías tú a una persona que te mete mano a la primera ocasión que se le presenta?" - ¡Abuela! jajajaja... ¿pero qué dices? ... si el hombre ya debe estar más allá que acá jajajaja... " - Pues se ve que mientras siga "acá" no piensa desperdiciar ninguna ocasión"

"Cuando Andresito nos presentó me dijo: "Así que tú eres la pájara que le saca los cuartos a mi hijo"  Ya puedes imaginarte cómo me quedé. El hombre vive en una Residencia y está muy bien. Estábamos sentados en una mesa de la cafetería y de repente noté que me estaban rozando una pierna, pensé que era Andresito pero no, era el padre que me tocaba con la zapatilla. Después se fijó en el broche, se conoce que Pasculita se había movido al sentir mi tensión: "¿Qué es eso tan feo que llevas puesto?... Acércate un poco más que no lo veo bien... un poco más, mujer" Y tonta de mí, me incliné y me pellizcó un pezón ¡Será guarro! No grité por no formar un escándalo" -  Yo la escuchaba con los ojos como platos - "Pascualita ha saltado como un muelle sobre el viejo y ha caído en su entrepierna. No podía dejar que le hiciera daño y menos delante de tanta gente. Andresito se había ido a la barra a pedir unos vasos de agua y se quedó parado cuando, al regresar, me vió metiendo mano a su padre, o eso al menos se figuró porque lo que yo buscaba era a la sirena, perdida entre las arrugas del pantalón intentando encontrar "algo" a lo que hincar el diente. Finalmente lo encontró y clavó la dentadura con su habitual rabia. El viejo gritó como un poseso y Andresito también - ¡Que le has hecho a mi padre!

Hasta que no se calmó un poco no nos fuímos de allí. Al despedirnos el padre le dijo algo al oído a su hijo y me lanzó una mirada pícara. Sugerí que nos fuéramos al Funeral, necesitaba una copa como el comer. Allí, algo repuesta de los acontecimientos de la tarde, le pregunté qué le había dicho el viejo - Que su pantalón ya no tenía arrugas. Que estaba encantado aunque ha sido... doloroso. No lo he entendido - Iba a contestarle cuando ha sonado su móvil - Es mi hijo. Dice que el abuelo no para de sangrar pero no quiere que lo toquen para que no se estropee el milagro... Creo que mi padre está perdiendo la cabeza - Hice una seña al camarero para que trajera la botella de chinchón. Me estaba haciendo falta.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Cuando he llegado del trabajo la abuela trajinaba en la cocina y cantaba a voz en grito La Zarzamora. Pascualita la miraba embelesada sentada en el borde de la pecera y Pepe, a pesar de tener los ojos cerrados, también parecía escuchar con mucha atención.

- "¡Hola, guapa!" - Miré tras de mí y no había nadie - ¿Es a mí? - "Claro ¿A quién si no?" - Aquí había gato encerrado - ¿Has hecho paella? Pero si no es domingo - "¿Y qué más da?... ¿Acaso los pobres no podemos darnos una alegría de vez en cuando?... Pascualita ¿a qué está buena?" - En los bordes de su boca quedaba un rastro amarillo de cuando la abuela se la dió a probar. La sirena juntó el pulgar y el índice para indicar OK. ¡Que lista es! También había una manchita en la boca cerrada y cosida de Pepe - ¡Abuela, esta cabeza no come! - "Ya lo sé, pero como está en casa no quiero discriminarla..." - ¿Tenemos invitados? ... ¿Vienen el Médico? - "No, no. Es que estoy de buen humor por algo que he descubierto... Una nueva enfermedad laboral... Las agujetas... ¡por dar palos! jajajajaja... Desde que lo he leído no pueda parar de reír. Los guardias de Valencia, los que se pasaron de la raya, la sufren jajajaja... ¡en el pecado llevan la penitencia!

Nos pusimos como el Kiko y me preparaba para una siesta reparadora cuando la Cotilla entró en el comedor. Salté de la butaca como un resorte y con la mano extendida. La mujer puso en ella la llave ¿cuántas copias había hecho? - ¡Toma, toma!... ¡Que pesada está ésta mujer con las llaves!... Bueno, yo venía a... el caso es que hasta mi casa he llegado el aroma de paella ¿Venía de aquí, verdad? - Sí (dije yo) y ESTABA de muerte - ¿No ha quedado nada? - Esta mujer tiene más cara que espalda. Como le digo a la abuela ( a pesar de que no me cree) esta tía se está haciendo rica a costa nuestra porque gasta poquísimo en comida ¡por lo menos podría traer el pan!

Acabó comiendo paella ¿cómo no? y a mí se me agrió la digestión. Mientras ella rebañaba el plato la abuela desapareció de mi vista y al rato salió de su cuarto arreglada y perfumada -"¿Qué tal estoy?" - Muy bien, no pareces tú - Y era verdad, no iba estridente sino sencilla y elegante - "¿Lo dices en serio?... Me voy al Funeral. He quedado allí con Andresito. Va a presentarme a su padre - ¡¿Su padre?! - dijimos a la vez la Cotilla y yo - "Sí, quiere que formalicemos nuestra relación y como mi futuro suegro es muy conservador, Andresito me pidió que me recatara un poco a la hora de vestirme... " - ¡Debe ser contemporáneo de Tutankamón! - " Ya estás diciendo tonterías" - Luego, bajando la voz, me dijo que se llevaba a Pascualita en plan broche - ¡Cuidado (le dije, también en voz baja) que si muerde al "suegro" se le quedarán los dientes enganchados en las vendas jijijij! - "Naciste tonta y morirás tonta, no tienes arreglo"

martes, 21 de febrero de 2012

¡Queremos una escuela digna!... con perdón.

Estaba viendo las cargas policiales de Valencia a través del facebook. Policías Robocop contra niños, estudiantes de colegio e institutos y alucinaba mientras sentía hervir la sangre. Esos niños pedían una escuela digna y por eso se convertían en "El enemigo".  Son "mis niños". El futuro del País está pidiendo una educación mejor y los apalean ¿qué es esto? ¿Acaso quieren convertirlos en cabestros, enseñarles a no pensar, a decir a todo "sí, wuana"?

- "¿Con quién hablas?" - preguntó la abuela desde la cocina - ¡Estoy indignada! - "A ver ¿qué pasa?" ... ¡Ah! es una película. ¡Que tonta eres! ... Anda, apaga la tele que te va a dar algo jejejejeje... En un cuarto de hora cenamos, he hecho croquetas"... - fijó la vista en la pantalla - " Parecen chicos de ahora... ¿en qué País figura que están?" - En España. En Valencia - La abuela salió - "Ves poniendo la mesa" - ¡Y no es una película! -

Pascualita nos miraba desde el borde de la pecera, extrañada del silencio que había en el comedor. Entonces llamaron a la puerta y la Cotilla entró como un huracán - ¡Menuda tanda de palos se están llevando los críos de Valencia! - "¡Otra que tal baila! ¿Le han dado un Goya?" - ¿A quién? - "A la película que han puesto en la tele" - La Cotilla y yo nos miramos, la abuela no se había enterado de nada. Mejor, así cenaríamos en paz aunque ahora que había llegado la vecina no estaba muy segura de esto. Naturalmente, se sentó con nosotras y dio buena cuenta de las croquetas. El silencio se rompió  pues en seguida se puso a contar chafarderías de todo bicho viviente.

Las risas se oían en la escalera pues a la abuela le hacían mucha gracia las cosas que decía la vecina, sin embargo yo no estaba para bromas y claro, fui objeto de sus dardos - "Mírala... ni sonríe. Eres igual que tu abuelo ¡Menudo muermo me quité de encima (nunca mejor dicho porque era  un obseso sexual) cuando se murió! ¡Venga, mujer, alegra esa cara! No hay como echarse unas buenas risas antes de irse a dormir."

El Parado llegó cuando estábamos recogiendo la mesa - Hola... vaya, había croquetas... que pena haber llegado tarde. - "Siéntate, hombre, que han sobrado unas cuantas" - ¿Habéis visto lo de Valencia? ¡Que fuerte! - "Tendré que ver esta película" - No, no, no es una película... Y digo yo ¿esos policías nacen así o se hacen? ¿Es necesario emplear esta violencia contra gente desarmada que está haciendo uso de sus derechos?...  - "¿Quiéres decir que es real?" - Sí, está pasando ahora y toda la tarde por lo visto - "¿Qué piden los chicos?" - Una escuela justa - "¡¡¡Hijos de p...!!! . Anda (me dijo) saca el chinchón que si  no no podré dormir ... Ojalá que las Fallas no empiecen antes de hora"

lunes, 20 de febrero de 2012

¡ "Recortes, recortes y más recortes! Estoy hasta el moño y eso que no han hecho más que empezar ¿Y para esto me he levantado pronto?" -

La abuela ha llegado a casa hecha un basilisco - "Tenía cita en el médico a las 9,30 y me han llamado ¡a las 11,30! Menos mal que me he llevado un libro para entretenerme pero al final, por los nervios, ya no sabía si el chico se había enamorado de la chica o de la madre que la parió"

Pascualita me miró con mala cara al ver gritar a la abuela de modo que decidí largarme de allí. En la puerta me encontré con Blas el Parado - Pasa, hombre y no le hagas mucho caso a la abuela que no tiene un buen día - Desde la escalera se oían sus gritos. Estaba enfadada de verdad, quizás porque no había podido descargar su frustración en los culpables del tijeretazo (esos pacen en otros prados) así que se explayaba de ésta manera. Pascualita solo entendía que algo malo le pasaba a su amiga y actúo en su defensa. Antes de poner un pie en la calle oí el grito de Blas - ¡Vaya, amigo! (pensé) te ha puesto un ojo a la funerala.

Llamé al Médico para ver si me invitaba a comer pero, aunque se puso al teléfono, no estaba el horno para bollos. - Estamos todos los del hospital concentrados en la calle. Ya me gustaría invitarte pero estamos esperando a los antidisturbios y si tengo suerte, a lo mejor me arrean un porrazo - ¡Este tío no tiene arreglo!

No me apetecía ir a casa y decidí dar un paseo. Hacía mucho frío y busque refugio. Sin apenas darme cuenta, llegué hasta El Funeral y me senté tras pedir el menú del día. Ni siquiera me interesé por saber qué platos lo componían, solo me apetecía comer tranquila.

El dueño vino con un húmeante plato de sopa que olía a Avecrem. No me importó, sin embargo, antes de que pudiera probarla, las sillas de mi mesa fueron bruscamente arrastradas  - "Que bien encontrarte aquí! Ya sabemos quién pagará la factura" -. En un santiamén se acabó la tranquilidad. La abuela, la Cotilla y Blas se sentaron a mi al rededor y ví a Pascualita mirándome a través de la ranura del termo

 - ¿Qué te ha pasado en el ojo? - pregunté tratando de controlar mi rabia - "Una cosa muy rara. Pero no le preguntes por eso que ahora está tranquilo" - ¿Y Pepe, no ha venido? - "!Aquí está!" y plantó la cabecita en medio de la mesa . Al momento se levantó un hombre de una mesa cercana - Disculpen ¿puedo llevarme el salero un momento? - antes de que pudiéramos impedirlo, se lo llevó. Y nosotros nos reímos al ver sus esfuerzos por sacar algo de sal del "salero". Acabó llamando al Dueño y protestarle por tener unos artilugios tan modernos que no servían para nada. Unos segundos después Pepe volvió a nosotros y recibimos una mirada asesina del dueño del Funeral.


domingo, 19 de febrero de 2012

Ante la imagen del catamarán encallado sobre el islote ibicenco, la abuela dice que bien podrían dejarlo ahí y usarlo como monumento al turismo con un eslogan que dijera "Le llevamos de su casa hasta la puerta del hotel" Más comodidad, imposible. Eso sí que sería un verdadero "todo incluído". - ¿Vamos a tomar el sol al Arenal y a jugar unas partiditas de mini golf. - "¿Por algo especial?" - Me he levantado con este antojo - "¿Qué te ha hecho el Médico?" - Nada que yo no quiera ¿Qué te parece el plan? - Salimos de casa llevando en la mochila unos bocadillos, dos cervezas y una botella de agua - "¿No puedes beber cerveza como todo el mundo? Eres sosa hasta para eso" - También venía Pascualita ¿cómo no? y llevaba dos tipos de transporte: el termo y el artilugio del broche. - Quiero que aprenda lo que es un mini golf y cómo se juega, por si alguna vez vuelve a su habitat y..." - Sí, sí, sí... - Al salir a la calle tropezamos con la Cotilla y que, en cuanto la abuela le contó a dónde íbamos y a lo que íbamos, se apuntó. En un plis plás estuvo lista y nos fuímos a la parada del autobús, aunque a mí ya me daba lo mismo ir que quedarme en casa.
Con los palos de golf en la mano decidí dárles una lección de cómo se juega a las dos cotorras, luego ví que no era tan fácil atinar en los puñeteros agujeros. Cuando me quise dar cuenta ellas estaban bastante alejadas de mí, pero por delante, me había atascado en una de las pistas y por más que lo intentaba, la pelotita no entraba por el túnel colocado sobre una cuesta y lo peor eran las risas y los comentarios de las dos viejas - ¿No íbas a ganarnos de calle? jajajaja... - Después de dos partidas, que pagué gracias a lo bocazas que soy: - ¡Quién pierda pagará la próxima partida! - descansamos un poco. Entre risas me contaron que, de jóvenes, no tenían rival jugando al mini golf y aunque hacía muchos años que no lo practicaban, quién tuvo, retuvo. Luego la abuela provechó el parón para ir al baño y colocar a Pascualita en el broche. - ¡Con lo feo que es y el cariño que le has cogido! No lo entiendo, yo no lo querría ni regalado - Empezamos otra partida y en seguida fueron alejándose de mí. Estaba tan concentrada en hacer bien las cosas que el grito de la abuela me pilló desprevenida. Pascualita se había soltado del broche y caído al agua de un pequeño lago - "¡Corre, corre!" - me gritaba mientras la Cotilla reía - Déjalo jajaja, si es más feo que un dolor. Acabas de hacerte un favor jajaja - Ví a la sirena debatiéndose en el agua y le grité al encargado - ¡¿Es agua de mar?! - No - dijo el hombre, confuso ante tanto jaleo por una tontería. Entonces, sin pensar, me dejé caer al agua. - ¡¡¡Dios. Está helada!!! - Casi no podía andar del dolor que me producía el frío. Cogí a Pascualita y se la entregué a la abuela que, satisfecha por tener a su amiga sana y salva, se desentendió de mí. Fue el encargado quién me ayudó a salir mientras me ponía a caldo y declinó toda responsabilidad de mi, muy posible, pulmonía. Con la ropa mojada, la piel azul y helada hasta la punta del pelo, me senté en el petril del paseo para que el sol me calentara. Eso ocurrió unos segundos antes de que una nube negra lo tapara y un vientecillo frío arremolinara los papeles del suelo. Volvimos a casa en taxi. Me pasé el resto del domingo tiritando bajo siete mantas, con tanta fuerza que hasta la cama se movía. A pesar de la fiebre oía los comentarios que venían del comedor -"¿No crees que ha sido por mi culpa?" - ¡No, hija! Se ha tirado porque es así de rara - "En el fondo me da pena..." - Eso sí, porque a tí no ha salido - "No sé si llamar al médico..." - Para eso siempre hay tiempo... ¿Nos tomamos un chinchón para celebrar lo bien que lo hemos pasado? - "¡O dos! jajajajaja".

sábado, 18 de febrero de 2012

Había que arreglar las cosas con el Municipal, pero me resultaba imposible hablar con él porque, en cuanto me veía, salía corriendo. Al final decidí ir a la comisaría donde trabaja. Allí no se me pudo escapar aunque su cara era un poema.
Después de explicaciones absurdas por mi parte, que creo que no llegó a entender, le invité a comer a casa, en desagravio. - Ya verá como no le pasa nada. Y aunque pensé que, al final, pondría cualquier excusa para no venir, se ha presentado en casa el día y a la hora que le dije. En la mesa estábamos la abuela, la Cotilla, Blas, el Municipal y yo. Sobre la mesa estaba Pepe (de adorno) y Pascualita, siempre presente desde que toma la apariencia de un broche prendido en el pecho de la abuela.
La comida transcurrió bien. Al principio se notó que teníamos hambre porque nadie hablaba, luego, ya en el segundo plato, la cosa cambió y Blas nos contó que le iba bien en su trabajo y le habían salido dos casas más para ir a hacer jornales. El Municipal que no estaba enterado de nada, preguntó - ¿Es jornalero? y qué recoge ¿aceitunas? - No, no. Límpio casas - El hombre quedó turbado y para salir del trance cogió a Pepe examinándolo de cerca - ¿De dónde han sacado ésto? - "De los chinos" - Parece... una cabeza de... jívaro ¿no? - "Lo es. Le llamamos Pepe porque dice la vecina que es clavadito a un primo suyo que se llama así" - La soltó de golpe - ¡Que asco! - ¡Oiga, que mi primo es muy límpio! - "¡Anda, se me olvidaban las croquetas!" - ¿Hay croquetas? Con lo ricas que le salen no las perdono - dijo sonriendo Blas - ¡Ay, sí, sí! Sácalas que aún tengo un hueco en el estómago - aplaudió la Cotilla - Esta mujer me pone de los nervios, haga lo que haga y por eso le pregunté - ¿Cómo va con los atracos? - El Municipal nos miró. La Cotilla se puso roja y se quejó a la abuela que llegaba en ese momento con la bandeja de croquetas - Dile a esta desgraciada que tienes por nieta que me deje en paz - La abuela, a través de la mesa, le ofreció, inclinándose, la bandeja al policía para que se sirviera y justo en ese momento Pascualita cayó dentro. Contuve la respiración. - Se te ha caído el adorno del broche - dijo la Cotilla - ya me parecía a mí que no era de buena calidad. Espera que lo cojo - Las croquetas estaban ardiendo y Pascualita no lo estaba pasando bien así que, en cuanto vió unos dedos a su lado debió pensar que eran de la abuela y los mordió, vengativa. La mujer aulló mientras Pascualita salía por los aires. La cogí en pleno vuelo y la metí en mi bolsillo. El Municipal y Blas se miraron atónitos - ¿Por qué te guardas la croqueta en el bolsillo? - Eh... jejeje... es por si más tarde tengo hambre - Aunque casi no me oyeron debido a los gritos de la Cotilla. Al Municipal le temblaban las manos, se le veía con miedo. La abuela, que todo lo arregla con chinchón, rápida como el rayo sacó la botella y las copas - "¡Esto hay que celebrarlo!" - ¿El qué? - "Esto... el tener una vecina tan... exagerada. Mirad la que arma por una simple quemadura, que graciosa es. Anda, deja de saltar y tómate una copita... o dos"

viernes, 17 de febrero de 2012

"Voy a montar un negocio de viajes de riesgo. De momento no hay ninguno y no me gustaría que se me adelantara nadie" - Estás muy equivocada, en cualquier oficina de turismo puedes encontrar viajes de éstos - "De "estos" no. Aún los estoy planificanado. De momento he trazado una ruta. Para empezar iríamos a las sedes de los Sindicatos en pleno debate sobre qué postura tomar ante la Reforma Laboral del Gobierno. Llegaríamos cuando los ánimos estuviesen más alterados y para darle más emoción a la cosa, rebatiríamos todo lo que allí se dijera, como si fuésemos de la Patronal. ¿Te imaginas la que se puede formar?. Otro tanto haríamos en los hospitales, los institutos, los colegios, los centros de acogida la CEOE, los Hoteles, etc. Que ellos dicen blanco, nosotros decimos negro. También iríamos a inaugurar, con pompa y boato, es decir con bocadillos de sobrasada y botellines de agua, el nuevo tren eléctrico, el monumento a Jaume I de la plaza de España, la Catedral, en fin, todo lo que valga la pena reinaugurar y a las horas en que hay más aglomeración, más tráfico porque, si hay que cortarlo, se corta y ya está, la cuestión es molestar.. . Finalmente iríamos al Parlament, al Consell, a Cort y al Consulat de la Mar, cuando estuviesen trabajando claro, a rebatirlo todo. Recibiríamos insultos, empujones, maldiciones, de todos y por todo y con suerte, hasta nos mandarían la guardia civil. El recorrido se haría a pie y recomendaría que se llevase calzado cómodo porque algunas veces tendríamos que salir corriendo. ¿Te parece suficiente riesgo? Es meterse en la boca del lobo y no hay mucho gasto que hacer. Luego hay otro que también me ronda por la cabeza aunque sería más caro. Se trata de ir en barco por las islas, a la aventura y quién te dice que cuando menos te lo esperes, no choques contra otro barco o encalles en islotes bien visibles. Ahí está la emoción. No saber nunca si habrá choque o no" - ¿Por qué no vas al médico a que te mire la cabeza? - "Porque están saturados y agobiados y... ¿te parece mal mi idea? Que poca iniciativa tienes. ¿No te das cuenta de que el futuro es de los que se arriesgan, papanatas?... ¿Qué aportas tú para que no nos hundamos con ésta crísis? Ninguna. Ni siquiera quieres oir hablar de casarte con el Médico que sería nuestra solución" - ¡No empieces otra vez! - Pascualita, desde el broche me miró con malos ojos - Por cierto ¿has sabido algo de la Cotilla? hace días que no viene por aquí - "Sigue con su empeño de ser atracadora pero, de momento, solo ha conseguido que se rían de ella... La pobre está muy afectada así que, si viene, no te metas con ella" - Como si de un conjuro se tratase, fue acabar la frase y entró la vecina hasta el comedor - ¿Pero...? - Dile a tu nieta que no me diga nada, no estoy para oír tonterías ... Otro día perdido. Está visto que no sirvo para éste trabajo... ¿Crées que si me dedico a cuidar viejos me será más rentable? - "¿A qué llamas viejos? porque tú tienes más años que Matusalen... Déjate de experimentos y vamos a tomarnos un chinchón, quizás te aclare las ideas" - Vale pero ¿no podrían ser dos?... ¡Ay, hija! No sé como puedes llevar este broche tan feo.

jueves, 16 de febrero de 2012

Esta mañana a venido a casa el Parado. Se le veía ilusionado - "¿Qué pasa, Blas? ¿Traes buenas noticias?" - Hoy he tirado mis escrúpulos por la ventana después de decirme un millón de veces que no dan de comer. Así que me he liado la manta a la cabeza y... he atracado a la primera persona con la que me topado al salir a la calle... - "¡Pero ¿qué has hecho, hombre de Dios!... ¿y qué? ¿cuánto has sacado? ... porque si eso es rentable..." - El atracado era un hombre de aspecto muy serio y recto, me ha intimidado un poco pero como ya estaba decidido a delinquir le he hecho la pregunta de rigor: ¡La vida o un puesto de trabajo! - "¿Estás seguro qué es así? yo diría que es: ¡La bolsa o la vida!" - Ya sé que es así pero ¿qué hago yo con una vida? Lo que quiero es trabajar y no tener que ir mendigando por ahí... Por cierto ¿son lentejas eso que huele tan bien? - Sí y hay un plato para tí... Sigue" - Entonces Blas se fijó en el broche que llevaba prendido la abuela - ¿Es antiguo? Tal vez nos darían algo por él aunque... bien mirado es bastante feo... ¿De dónde lo ha sacado? - "Huy, era de mi bisabuela. Es una baratija pero le tengo cariño por los años que lleva conmigo - Pascualita, dándose cuenta de que estaban hablando de ella, estaba muy tiesa, casi ni respiraba. Había acordado con la abuela que ella estaría presente en las reuniones. Naturalmente no lo hablaron pero la sirena se hizo entender a base de mostrarle los dientes cada vez que había visitas y la abuela escondía la pecera en mi cuarto. No le apetecía estar discriminada mientras que Pepe, el último mono en llegar a ésta casa, presidía la mesa y se enteraba de todo.
Blas prosiguió - El asaltado es un juez. En cuanto me lo ha dicho se me han caído los palos del sombrajo. Al ver mi desespero me ha contratado. Su mujer acaba de quedarse sin jornalera y me ha dado a mí el puesto. Empiezo mañana - "¡Enhorabuena! Esto se merece un chinchón" - ¿Qué es lo que celebráis? - preguntó la Cotilla apareciendo, como por arte de mágia, en el comedor. Una vez puesta al corriente y en vista de que Blas ya no la iba a necesitar, le pidió prestada la pistola para meterse también a atracadora. Necesitaba un sobresueldo - No tengo. La he simulado metiéndo la mano en un bolsillo y apuntando con un dedo - Vaya... De momento, dadme una copita a mi también y luego me pondré a practicar lo de la falsa pistola.

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿A dónde vas tan temprano, abuela? - "Al mercado de Pere Garau. Tengo que llegar a la carnicería antes que los chinos porque se llevan todas las carcasas de pollo" - ¿Y tú para qué quieres eso? - "Para hacer los buenos calditos que tanto te gustan. A ver si te crees tú que los chinos son tontos" -
Está en plan ahorrativo y razón no le falta. Al volver del mercado traía una idea en la cabeza. - "¡Vamos a hablar con la consellera de Sanidad! He oído que en los hospitales emplean los pasillos para meter enfermos porque, aunque tienen habitaciones sin usar, no las abren para los curritos de a pié (supongo que las guardan por si se pone malo algún pez gordo) Podríamos alquilarles nuestro pasillo y el de la Cotilla. A todas nos vendría bien un sobresueldo ¡Venga, vamos!" - Me ha costado Dios y ayuda convencerla de que nuestro pasillo no está preparado para éstas cosas. La pobre se pasa el día rumiando cómo capear la crisis y encima yo no comulgo con su idea de casarme con el Médico - "Tendríamos la vida resuelta, alma de cántaro y encima, como es masoquista, se alegrará de que le des dos guantazos para quitarte el estrés, si es que alguna vez tienes..." - Cásate tú que tienes a su padre en el bote - "Ya lo he pensado, no creas, pero no acabo de decidirme" - ¡Hola! ahora vengo del mercado y... - ¡¿No me diga que tenía guardada otra llave de MI casa?! - Sino ¿cómo te crées que he entrado, boba? Qué cosas tiene tu nieta - La desfachatez de la Cotilla me desquicia - Ahora mismo nos vamos a su casa y me dá todas las que tiene guardadas ¡Bruja! - Esta es la última... Se ve que la metí en el azucarero y allí se quedó olvidada - ¡No la creo! además, en un azucarero solo se guarda el azúcar... - Eso lo hace quien tiene azúcar, en casa hace tiempo que se terminaron estos lujos - ¡Qué asquerosa es! Encima sabe tocarme la fibra sensible. Me fuí a mi cuarto a hacer compañía a Pascualita, ella tampoco aguanta a la Cotilla ya que, por su culpa, tiene que permanecer aislada de nosotras buena parte del día. - Te gustaría darle un escarmiento ¿verdad? A mí también pero si la muerdes volverá a denunciarnos y el Municipal se irá al paro... aunque si le tiras un chorrito de agua a los ojos puedo disimular haciendo como que se me ha escurrido la botella de chinchón y la he salpicado ¿qué te parece? - Pascualita, alegre, dió un salto mortal y como es un bicho que no tiene mesura ni la conoce, remató la faena tirándome a mí el dichoso chorrito - ¡¡¡Aaaaaayyyyyy!!! ¡Imbécil! - ¿La que grita es tú nieta? ¿Y a quién llama imbécil si está sola? - "A la aguja de coser. Se habrá pinchado" - ¡Que cruz tienes con ella! - "Y que lo digas"

martes, 14 de febrero de 2012

A las ocho de la mañana ha sonado el teléfono ¡con este frío y el mal despertar que tengo! - ¡Felicidades, guapísima! - ha dicho una voz alegre - yo he contestado, ronca, legañosa y con toda la mala uva de alguien a quién le parten el último sueño - ¡Se ha equivocado, imbécil! - y he colgado de golpe. Cuando ha vuelto a sonar lo ha cogido la abuela, ella tiene más correa y además, le gusta madrugar - "Anda, cógelo que es el Médico, el hijo de Andresito" - ¿Qué quiére a éstas horas y por qué me felicita si no es mi cumpleaños? - "Es San Valentín, boba. Venga, coge el teléfono y no desperdicies la ocasión. A ver si este año te caso" - Mira que tienes ganas de perderme de vista - Resulta que al hombre le ha encantado que lo tratara con la punta del pié de buena mañana. Luego me ha pedido que se pusiera la abuela porque su padre quería hablar con ella. - "!Pero qué me dices, Andresito. Que alegría me das!... Claro que nos veremos en el Funeral. Tenemos que celebrar la buena nueva" - ¿Te ha perdonado la faena del perro y la multa? - "¡Claro! Además, el perro ha vuelto a su casa después de dos días de libertad".
La abuela se ha pasado la mañana tejiendo una nueva funda para el termo de Pascualita. Un fondo blanco lleno de corazones rojos ¡que cursi es la pobre! - "La sirena tiene que saber qué día es hoy y así, cuando vuelva a su hábitat..." - ¡Ya sé, ya sé. Montará un Día de los Enamorados en el fondo del mar - "Me alegra ver que vas captando mis ideas"
Hoy han comido con nosotros la Cotilla (¡no sé por qué!) y Blas, el Parado. Ha sido él quién se ha fijado en que habían mordisqueado la cara de Pepe - ¿Quién le ha hecho ésto a mi primo? (se ha quejado la loca del 4º) ¡Le faltan trocitos! - No se preocupe, los rellenaré con plastilina - ¡Que poca sensibilidad tiene tu nieta! ¡Que cruz tienes con ella! - Antes de que yo pudiera mandarla a paseo llamaron a la puerta. Traían una tarta en forma de corazón con una figurita de Cupido adornándola y una tarjeta, era del Médico "Felicidades, cariño (¿cariño?) Espero con ansia una de tus gloriosas patadas en las espinillas" -
La abuela se engalanó como nunca, parecía un árbol de Navidad. Pascualita, al verse de nuevo centro de su atención, estaba encantada. De todas maneras, al pasar junto a la mesa del comedor le enseñó su terrible dentadura de tiburón a la inofensiva cabeza de jívaro. Para que supiera quién era la favorita.

lunes, 13 de febrero de 2012

¡Que orgullosa está la abuela! Ha triunfado ante sus amistades que la consideran, ahora más que nunca, una persona original y moderna a tope, una transgresora de la moda. ¿Alguien conoce alguna persona que se pasee por la ciudad con una cabeza humana, reducida eso sí, colgada del cuello como si se tratara de un collar de perlas naturales? Y encima tuvo la desfachatez de contar la estrafalaria historia de que se trataba de la cabeza de un antíguo novio suyo, ¡de los años veinte del siglo pasado!, que no pudo soportar que ella lo dejara plantado y se embarcó con rumbo al Amazonas para poner mucha tierra y mucho mar por medio, tratando de olvidarla. Al pobre le seguió la mala suerte hasta allí y en la espesura de aquellas húmedas selvas, fue apresado por una feroz tribu de jíbaros, los cuales, aparte de decapitarlo y reducir su cabeza a la ridícula medida que tenía ahora, hicieron un guiso con el resto del cuerpo y por lo visto, se chuparon los dedos y dieron vivas al cocinero. Atónitos, los amigos quisieron saber cómo había vuelto el novio (o una parte de él) a sus manos. Entonces se hizo la misteriosa - "Cosas del Destino" (ni una palabra sobre la tienda de los chinos).
Todo esto me lo contaba mientras comíamos y señalando repetidamente a Pepe. Pascualita, que tiene su orgullo, seguía la conversación sentada en el borde de la pecera, muy tiesa ella. - "¿Por qué no te sientas dónde siempre, bonita?" - Siempre se ha sentado ahí - "Me refiero a la cabeza..." - Está celosa de ella - "¿De Pepe? ¡Que tontería! Te pasas la vida inventado cosas" - ¿¡¡¡Yooooo!!!? - "Ven aquí, guapa, ven con la abue... ¡¡¡Aaaaayyyyy!!!... ¡Me ha mordido la muy hija de p...! - El grito de la abuela fue desgarrador. En ese momento llamaron a la puerta. Al abrirla solo oí pasos apresurados que bajaban la escalera a toda pastilla - ¡¿Quién es?! - Tuve tiempo de ver un hombre vestido de Municipal que gritaba - Aunque me despidan ¡no vuelvo a ésta casa!

domingo, 12 de febrero de 2012

Pepe, la cabeza jíbara, lo mismo le sirve a la abuela para un roto que para un descosido. Lo cierto es que su presencia en casa no nos ha dejado indiferentes. Por ejemplo, Pascualita está encantada con su nueva atalaya; yo no me acostumbro a tenerla en la mesa cuando estamos comiendo; a Blas, el Parado, le ha hecho gracia, dice que es una metáfora de cómo vamos a quedar los españolitos dentro de poco como sigan así las cosas. La Cotilla parece que le ha cogido cariño por aquello de parecerse a su primo y cuando está en casa la acuna con sus manos; y la abuela está felíz porque cree que la policía nos dejará en paz gracias a Pepe.
El otro día se murió una amiga de las que frecuentan el Funeral. Era una mujer muy mayor e iba en silla de ruedas pero eso no le impedía estar todas las tardes en la cafetería, jugar sus partidas de cartas y tomarse las copitas de chinchón que hicieran falta. Una sobrina la traía y a la hora convenida, la recogía. La buena mujer se murió como un pajarito mientras dormía ...- "La mona, dormía la mona porque esa tarde habíamos celebrado el cumpleaños de Enrique Pastor y no paramos de brindar. El quería que lo hiciéramos tantas veces como años cumplía pero el dueño de la cafetería dijo que no tenía tanto chinchón en el almacén. Creo que lo dijo porque no le gusta que armemos jaleo ya que la gente más jóven se molesta".
Cuando salió la abuela hacia la iglesia llevaba, en plan colgante exótico, la cabeza de Pepe - ¿Hoy no te llevas a Pascualita? - "No. Le hace más falta a él. Al fin y al cabo vamos a una misa funeral y yo se la dedicaré. No creo que le hayan hecho ninguna desde que murió y si el pobre era católico le irá bien" - ¿Y si no lo era? - Pues... no creo que le siente mal darse un paseíto por la ciudad. Además, después vamos a juntarnos todos en el Funeral a brindar por nuestra amiga y poner su foto en la pared de los Finados, así que no me esperes despierta.
A Pascualita no parece que le haya hecho mucha gracia quedarse en casa mientras que Pepe, que como quién dice, acaba de llegar a la familia, ocupa su puesto junto a la abuela. La he visto sacar, amenazadoramente, los dientes al creerse abandonada por su amiga. ¡Vaya! parece que los celos afloran.

sábado, 11 de febrero de 2012

¡Menudo "juguete" ha encontrado la abuela con la dichosa cabeza de jíbaro! En cuanto llegó la Cotilla le dijo que cerrara los ojos, que quería darle una sorpresa y se la puso a un palmo de la naríz. Cuando la mujer la vió soltó un grito - ¡Aaaahhhh! ¡Es mi primo! - Las sorprendidas fuímos nosotras - "¿Cómo va a ser tú primo? Es un indio y vete tú a saber cuándo murió. A lo mejor hace más de cien años" - ¿Seguro?... Ay, que impresión me he llevado... Cuánto más lo miro más se parece a Pepe... Dáme una copita de chinchón a ver si se me quita el susto. - "¿Cuándo murió tu primo?" - Pues... ahora que lo dices... No, si no ha muerto, lo que pasa es que vive en Barcelona y no nos vemos mucho pero, hija, es igualito a él. - Cada día están más locas estas dos. Desde entonces la dichosa cabeza se llama Pepe y se me aparece por todas partes. La otra noche llegué a casa hecha una sopa. Había una fuerte tormenta de rayos y truenos. Cuando entré se había ido la luz. Al llegar al comedor, a tientas, ví que sobre la mesa había velitas encendidas que hacían bailar pequeñas sombras en la cabeza decapitada del indio. Un trueno espantoso sonó en el momento y poco faltó para que me diera un síncope ¡Que susto me llevé! Acto seguido se encendió la luz. La había cortado la abuela para hacer una de sus "gracias". A veces pienso que quiere ser la última en abandonar este mundo y a éste paso lo conseguirá.
Pascualita y Pepe han hecho buenas migas. La abuela pone a la sirena sobre la mesa cuando vamos a comer y ésta repta hasta situarse encima de la cabecita. La considera su nueva atalaya. Es desagradable comer teniéndolas delante pero no puedo quitar a Pepe porque Pascualita lo defiende mostrando sus dientes y ya sé cómo se las gasta.
Me pregunto si somos normales. He encontrado al Municipal, que ahora está de baja porque tiene los nervios desquiciados. Al verme se ha asustado luego, haciendo un esfuerzo, me ha planteado su problema - Si el monstruo tiene la boca cosida ¿cómo ha podido morderme? Cuando sepa la respuesta me curaré - He sentido remordimiento, por la parte que me toca y le he dado la receta de la abuela - Tómese una copita de chinchón y verá las cosas de otro modo. Si sube a casa, le invito - Ha salido de estampida.

viernes, 10 de febrero de 2012

- ¿Ya está lista tu abuela? - De buena mañana ya está la Cotilla en casa dando la tabarra. - Está en la cama - Pero si habíamos quedado para ir al mercado juntas. Voy a despertarla. - ¡No! ya iré yo - No podía dejar que entrara en el cuarto porque Pascualita estaba allí. -¿Qué te pasa hoy? - "He decido que es mejor no levantarse. El mundo se está poniendo del revés y no quiero verlo" - ¿Has vuelto a ver la película del Poseidón? - "Es una metáfora, idiota... Ayer los malos descorcharon muchas botellas de cava y de Möet Chandon al oír la sentencia contra el Juez Garzón... Tenía esperanzas de que fuéramos ya un País maduro, con sentido común..." - Venga, sal de la cama que la Cotilla te espera - "No tengo ganas..." - Se notan los años ¿eh? - "¿A mí? Anda, dile a la pesada esa que espere un momento y tú ves calentándome el café con leche".
Al volver de la compra venía más animada - "He estado en la tienda de los chinos para distraerme un rato y mira lo que he encontrado" De una bolsa de plástico sacó ¿un llavero? - ¿Qué es eso tan feo? - "¿Feo? Es chulísimo... Y ten más respeto. Hubo una vez en que ésta cabeza tuvo un cuerpo ¡Vamos, que fue una persona! La redujeron los jívaros" - ¡Virgen Santa! ¿No será verdad? ... ¿cómo se te ocurre comprar esta porquería? - "¡No te he dicho que le muestres respeto!... Se me ha ocurrido que puede ser una buena tapadera para Pascualita jijiji... Y ahora mismo voy a comprobarlo" - Por supuesto, no la dejé sola. Muy cerca de casa encontramos al Municipal que aún tenía señales del ataque de la sirena en la naríz. Al vernos quiso darnos esquinazo pero la abuela se lo impidió - "¡Hola! ¿Qué tal está?" - Muy bien hasta hace un momento... No se acerquen más... No sé qué es lo que pasa pero, desde que las conozco, tengo pesadillas... y heridas. - "¿No duerme bien?" - Contínuamente veo la cara del "monstruo" y ya no sé si es realidad o es obsesión... - "¿Es posible que sueñe con algo así?" - dijo mientras sacaba la cabeza del pobre infelíz y la colocaba a dos palmos de la cara del policía - ¡Ay, Dios mío! Creo que es algo así pero... con los ojos abiertos. - "Abiertos o cerrados, que más da. La cuestión es que "esto" es "su monstruo". No existe otro" - ¿Usted cree? - Hágame caso y duerma tranquilo. Como ve, es inofensivo" - Puede que tenga razón - Nos despedimos rápidamente de él porque ya no podíamos aguantar más la risa. Antes de entrar en el portal de casa le oímos gritar - ¡¡¡¿Muérde?!!! - Las lágrimas corrían por nuestras mejillas - "¡Acaba de alegrarme el día!"

jueves, 9 de febrero de 2012

A la abuela le caduca la tarjeta ciudadana y la Cotilla le ha dicho que no le mandarán una nueva como hacían hasta ahora. Ha ido al centro de salud a informarse y ha montado en cólera cuando le han dicho que, además de que no se la van a mandar, tendrá que pagar 10 euros. Al principio ha creído que estaban de broma porque, como ella dice, ha cotizado muchos años en la Seguridad Social como para que ahora le vengan con pijaditas de éstas. - Son lentejas, señora, si quiere las come y sino las deja. - le han contestado. - "¿Sabe qué le digo? que iré a la estación del tren a hacérmela" - ¿? - "Allí te la hacen, con foto y todo, gratis" - Pero esa es para viajar jijiji... - "¡Jijiji tú padre, rica!... Y encima tenemos que ir al banco, a hacer cola como borregos, a pagar una cosa que tenemos pagada y requetepagada. ¡Me niego!" - Allá usted. Después no se queje si se queda sin médico-
A vuelto a casa echando chispas y maldiciones. No he querido hechar más leña al fuego pero tiene más razón que un santo. De todas maneras, menos mal que está Pascualita que me sirve de parapeto en estas ocasiones. Como la sirena la escucha atentamente, le ha vertido todas las quejas contra el Sistema, los Corruptos y la corruptela en general, que nos han traído estos cambios que caen sobre nuestras costillas - "Y recuerda éstas cosas que te cuento cuando estés en tu hábitat para que no pasen allí. Lo más triste es que hemos alabado a los "listos", a los que han medrado al cobijo de la política llevándose nuestro dinero a manos llenas y encima les hemos aplaudido y ensalzado hasta el extremo de volver a colocarlos en la cima con nuestros votos. Y más triste aún es oir como al honrado (que los hay) se le llama tonto. ¡Tontos nosotros! Menos mal de algunos jueces que intentan poner a cada uno en su sitio, o sea, ¡en la cárcel! Algo es algo... y sobre todo ¡que devuelvan el dinero, leñe!"
Así estaban las cosas en casa cuando han llamado a la puerta Andresito y su hijo, ya de vuelta del viaje. Les ha extrañado que no saliera el perro a recibirles. - "Debe dormir... Pasad, pasad. ¿Cómo ha ido todo?" - En ese momento se presentó el cartero con una carta certificada: una multa de 300 euros por todo lo ocurrido con el dichoso perro. Desacato a la autoridad, no recogida de excrementos, llevarlo sin bozal, falta de atención con el animal al dejarlo suelto en la calle con posible riesgo para los peatones, intento de amotinamiento contra la autoridad y ataque con "algo" a la susodicha autoridad. Cuando la abuela vio el dineral que se le pedía le traspasó rápidamente el papel a Andresito - ¡Toma, esto es tuyo!
El pobre hombre tuvo un gran disgusto, no solo por lo que tendría que pagar sin comerlo ni beberlo, sino por haber perdido a su perro. Parecía noqueado. Iban camino del ascensor cuando ella recordó algo - "¿Me has traído la sorpresa que me prometiste?" - Más tarde, compartiendo unas copitas de chinchón con Pascualita, la abuela dijo, entre suspiro y suspiro - "¿Crées que me he quedado sin novio?" - Supongo que sí, al menos por una temporada - "Menudo día"

miércoles, 8 de febrero de 2012

La abuela volvió del Funeral acompañada de un perro enorme - "Es un ca de bestiá. Andresito me ha pedido que se lo guarde unos días porque se va con su hijo a un congreso de médicos en la Península" - ¿Y por qué has dicho que sí sabiendo el miedo que les tengo? - "Precisamente por eso. Así se te quitará" - Esa noche cerré la puerta de mi habitación con llave. Al día siguiente tuvimos un conato de discusión - "¿Podrías bajarlo a pasear?. A penas he dormido porque se ha tumbado en mi cama y se la ha hecho suya. He estado toda la noche en el borde y con las patas clavadas en la espalda" - ¡NO! - No se habló más.
Me asomé al balcón para verlos. La abuela llevaba sus gafas nuevas, un poncho de colores chillones, un gorro negro con borla de colorines y botas de agua con florecitas pintadas. El perro no se anduvo con chiquitas y en cuanto llegaron al portal se la levó a rastras hasta al árbol más cercano (luego dirá que ella pasea al perro, pensé divertida)
El municipal que tantas veces a venido a casa se le acercó y se saludaron - "¿Y esa mala cara?" - Ahora multo a los incívicos que no recogen los excrementos de sus perros y tengo cada pelotera que ni se imagina. Acabaré con úlcera de estómago - "No le faltará trabajo porque están las aceras que dan asco... ¿y qué me dice de los que hacen el trabajo a medias?. Recogen el pastel y dejan la bolsita tirada en el suelo en lugar de ponerla en la papelera. Me alegro de que Mateo haya puesto en marcha esta iniciativa" - ¿Quién es Mateo? - "El Alcalde, hombre" - ¿Qué lo conoce" - "¡Claro! lo he visto muchas veces en el periódico" - Mientras ellos hablaban el perro iba a lo suyo y "plantó un pino" entre los pies de ambos. Luego la abuela siguió su camino como si tal cosa - ¡Oiga. Recoja eso ahora mismo! - Le miró sorprendida mientras, sin ningún disimulo, soltaba la correa. - "¿Yooooo? ¿Por qué?" - ¡Su perro... - "¡Alto ahí, señor mío! Yo no tengo ningún perro y usted lo sabe bien" - ¡El perro que lleva"... - "¿Qué perro? ¿Dónde está?" - ¡Ese que va por ahí arrastrando la correa! - "¿Y por qué tiene que ser mío?" - ¡Porque usted lo llevaba! - "¡Porque usted lo diga!" - ¡La voy a multar por caradura! - ¡"Y yo lo denunciaré por incompetente"! - Al rededor de ellos se iban agolpando los vecinos. Todos daban la razón a la abuela: No tenía perro. Aquello se parecía cada vez más a un motín mientras yo veía como el perro se perdía tras una esquina ¡Pobre Andresito!
El guardia, desesperado por conservar algo de autoridad, cogió el termo que la abuela llevaba colgado del cuello y gritó - ¡Qué lleva aquí! - Dí un respingo, "Aquí" estaba Pascualita. La abuela se la llevó para que la sirena aprendiera lo que se hace cuando se saca un perro a pasear y así, si algún día vuelve a su hábitat, sabrá hacerlo (Fue inútil que intentara explicarle que en el fondo del mar no podrá pasear perros). La abuela, guardando la compostura, dijo que llevaba agua templada para mantener caliente el pecho a causa de su asma y aunque todos dijeron que así era, el guardia, furioso, no se lo creyó y abrió bruscamente el termo. En ese instante pasaron tres cosas: Pascualita salió disparada hasta la naríz del hombre donde clavó a gusto sus dientecitos. La abuela la arrancó de un tirón rápido y desgarrador y volvió a meterla en el termo. Mientras, una de las vecinas le propinó un bolsazo en la cabeza al guardia que lo dejó KO (¿Qué llevaría esa mujer en el bolso?). Todo ocurrió a la vez y naturalmente, nadie vió nada pero he sabido, de buena tinta, que algunas noches se despierta sobresaltado cuando una cara monstruosa que le ataca.

martes, 7 de febrero de 2012

Tras meses y meses de espera, al final llegó la hora para que la abuela fuera a la consulta del oculista. Y ahora luce unas gafas (que ella dice que son fashion) de pasta, color rosa chicle y con las puntas laterales estiradas hacia arriba. Hay que reconocer que rara sí que está.
Como no está habituada a llevarlas ya ha tenido varios tropezones. Son para mirar de cerca pero como le gustan tanto y es tan presumida, no se las quita para nada y va insegura por la calle.
En cuanto la ví con ellas le hice una crítica constructiva (que no le sentó bien). Aunque a la primera a la que no le gustaron nada fue a Pascualita. No la reconoció. Debió creer que se trataba de un extraterrestre porque le sacó los dientes en plan amenazador en cuanto la vió. "¿A qué estoy de lo más guay del Paraguay?" - ¿Piensas salir así a la calle?... Mira a la sirena, es como un libro abierto... - "¡No sé por qué me molesto en enseñaros nada! ¡No tenéis ni idea de lo que significa la estética" - No te enfades con nosotras. Es cierto que somos tu público más crítico pero lo hacemos por tu bien... - "¡Déjate de monsergas! Sois únicas para arruinarme el día" - Pero, abuela, si tienes 86 años... - "¡¡¡85, si no te importa!!! - ¿no podrías llevar algo más discreto... Menos estridente? - "¿Quiéres que vaya como tú? Ya lo haré cuando sea vieja" - Salió del comedor dándose un golpe contra la mesa.
Esa tarde fue al Funeral a que todos sus amigos la vieran y le dijeran lo guapa y original que era. Me río yo del vestuario de la Reina de Inglaterra. Llevaba botas altas, negras con detalles rosa chicle, el resto de la vestimenta era violeta. Lo único "normal" era el abrigo porque hacía tanto frío que se puso uno de paño grueso, tan caliente como una manta zamorana.
Nada más irse llegó la Cotilla - "Eso" que ha salido a la calle no era tú abuela ¿verdad? - Inmediátamente me puse en plan reivindicativo - Sí. ¿Pasa algo? - No, no... iba a comentarte que iba muy... muy mona... También venía a tomar un cafelito ... - Como no. Ahora mismo se lo preparo, pero debo decirle que solo tenemos agua de la que no le gusta... lo siento. - Déjalo. He vuelto a probarla y no puedo acostumbrarme. Es malísima... ¿y una copita de chinchón? es que hace mucho frío - Me queda muy poquito y como va a venir Pascu... (¡glub! iba tan lanzada que por poco meto la pata) - ¿Quién, quién? ¿Tienes un novio que se llama Pascual? ¡Vaya! Nunca lo hubiera creído. - ¿Que se llamara Pascual? - No. Que tuvieras novio jajaja... Me voy y cuidado con lo que hacéis jijiji... Espero que tu abuela te haya contado los misterios de la vida... ya sabes, lo de la aabejita y las flores - Menos mal que se fue porque, a punto estuve de tirarle algo a la cabeza.

lunes, 6 de febrero de 2012

Me dí de bruces con la Cotilla. Yo venía de recoger agua de mar para Pascualita y entré en la finca con una garrafa en cada mano.- ¡Ay!, mira por dónde me vienes de perlas... - Antes de que pudiera replicarle me quitó una garrafa y volvió a meterse en el ascensor - ¡Dile a tu abuela que mañana se la pagaré! - ¡Oiga! - Pero no me oyó. Entré en casa contándole a gritos a la abuela lo que me acababa de pasar - ¡Y tiene la cara dura de decirme que te la pagará mañana. Que me la pague ahora! - "¿Cómo te la va a pagar si ese agua no es buena?" - Ella ha decidido que sí. - "No te enfades, piensa en lo mala que le saldrá la comida si la usa para cocinar jajajaja" - ¡¡¡Ojalá!!! -
Después de comer, la Cotilla entró en casa con su prisa habitual - ¿No habréis comido, verdad? Como hayas guisado con el agua que ha comprado la tonta de tu nieta estaréis como yo, en ayunas. ¿Qué te han vendido, alma cándida? - ¡Pues sí que hemos comido, so lista y ya me está pagando la garrafa que no soy criada de nadie! - ¿Pero tú la oyes? encima quiere que le pague esa porquería ¡¿Me has tomado por tonta?! - "Haya paz, señoras, que después de una buena comida se agradece una buena siesta" - Debéis tener el paladar enladrillado... yo creo que es agua de mar - Pues no, so lista, es... ¡Agua de carabaña! - ¡Huy! pero si eso es una cosa muy antigua... ya la tomaba mi abuela... jajajaja, al final tendrás razón cuando dices que tu nieta es más vieja que tú. jajajaja... Ten cuidado el día que encuentres novio... si es que lo encuentras jejejeje porque tú abuela, aquí dónde la ves, es capáz de quitártelo jajajaja... - ¿Por qué no se va a tomar viento, bruja? - Al final la que se fue fuí yo porque no podía soportarla. Me eché en la cama para dar una cabezada pero los nervios pudieron conmigo, así que acabé levantándome y con ganas de echar a patadas a la Cotilla de mi casa pero ahí seguía, hablando con la abuela como si tal cosa.
Cogí a Pascualita con mucha delicadeza que estaba dormida y ya sé cómo las gasta si se la despierta. Sigilosamente me acerqué a la Cotilla, totalmente ajena a lo que iba a ocurrirle dentro de unos segundos. Ya me disponía a dejar caer a la sirena en la espalda de la vieja cuando la abuela me sobresaltó - ¡¡¡Vete a tu cuarto con eso!!! - Ni siquiera me había dado cuenta de que me miraba. Dí un grito mientras Pascualita salía por los aires - ¿Qué le pasa a ésta? dijo la vecina - "Cosas suyas, no le hagas caso... ¿nos tomamos otro café y otra copita de chinchón?" - Corrí hacia mi cuarto a encerrarme con llave. Había cogido a Pascualita al vuelo pero no me perdonó el brusco despertar que le dí. Antes de llegar a mi habítación ya me había mordido en un dedo. Desesperada de dolor me asomé a la puerta y grité - ¡Abuela, yo también quiero una copita! - La Cotilla, como siempre, metió baza en lo que no le importaba - Déjala que venga ella a buscarla, a ver si se sacude la pereza... ¡Que cruz tienes con tu nieta! - La abuela no se quedó atrás - "No lo sabes tú bien"

domingo, 5 de febrero de 2012

¿Ocurre algo en el mundo estos dos días salvo que en las Baleares nieva? Me gustó ver la Catedral a través de la nevada y las playas blancas y los tejados y los coches, etc. pero ya vale. Ya lo hemos visto.
Salimos a la calle con la cámara de fotos para inmortalizar cada rincón enharinado de la Ciudad. Por supuesto, Pascualita no se quedó en casa. La abuela le había tejido una bufanda que le cubría todo el torso (cuando pregunté que por qué no la había hecho más larga para que pudiera cubrirse toda, contestó que solo le interesaba la parte "humana", los peces no tienen frío. Como siempre, sus teorías son irrebatibles). Cómo no cabía dentro del termo por el volumén de la bufanda, la metió en el taperware ancho que ya usó cuando la sirena engordó como un lechón.
Caminando por C,an Pere Antoni la miré. Estaba azul, por lo visto el agua caliente que le pusimos se había enfríado y la pobre daba unos tiritones de aúpa. Cuando la abuela la vió se puso muy nerviosa y entre los nervios de una y los saltos de la otra, Pascualita se fue al suelo, mejor dicho, a la nieve. Menos mal que la bufanda llevaba los colores de la señera que si no la perdemos.
La abuela se agachó para cogerla pero patinó y se cayó cuan larga es. Al ir a levantarla también resbalé. Era un no parar. Cuanto más hacíamos para ponernos de pie la traidora capa de hielo, camuflada bajo la nieve, nos jugaba una mala pasada.
Perdí de vista a Pascualita, la nieve la tapaba. Algunas personas se acercaron para ayudarnos y pronto nos convertimos en un montón de gente que se incorporaba y caía partiéndose de risa. Otros vinieron pensando que nos lo estábamos pasando bomba y en lugar de formar una gran bola de nieve, la formamos de personas. A lo lejos, la Catedral con mantilla blanca de novia, nos miraba mientras se aguanta la risa. (¿Nos verá también el Obispo? pensé).
Finalmente llegó alguien que supo aguantar el equilibrio y gracias a él nos fuímos poniendo todos en pie. Habían sido tantas las risas allí que, incluso hubo quienes intercambiaron teléfonos. Dos hombres muy amables ayudaron a la abuela. Se apoyó en ellos y tras una rápida ojeada para calibrar la mercancía, desplegó sus armas de mujer dolorida. No tardaron nada en invitarla a tomar "algo calentito". Yo no tuve tanta suerte, me ayudó una mujer que, encima, me recriminó el calzado que llevaba y por supesto, no me invitó a nada.
Al quedarme sola busqué a la sirena, si es que quedaba algo de ella. Estaba hecha unos zorros. La habían pateado y presentaba magulladuras en todo el cuerpo pero, lo peor de todo es que había perdido la bufanda y estaba más tiesa que un palo. La metí en el bolsillo de mi maltrecho anorak. Al llegar a casa la sumergí en agua templada.
Sobre las seis de la tarde llegó la abuela. Venía encantada de la vida. -¿Qué te ha pasado? - "Me han invitado a comer dos hombres guapísimos y no iba a decirles que no. Después les he invitado yo al Funeral ... por cierto, pásate mañana a pagar, que no llevaba un euro encima... Lo que nos hemos reído y ... bebido. El chinchón levanta un muerto. Hemos quedado para ir de torrada jueves. Uno tiene una finca por Esporlas y está loco por enseñármela... ¿Y a tí cómo te ha ido? ¿También has ligado?" - Me he pasado todo éste tiempo pendiente de Pascualita - "Ay, sí... ¿cómo está mi niña?" - le dijo, zalamera, mientras tocaba el cuerpecito con un dedo. Se le olvidó que la sirena es un saco de rencor y no le dió tiempo a retirar la mano. Esta vez fuímos Pascualita y yo quienes nos hicimos la señal de OK mientras la abuela gritaba como una posesa.

sábado, 4 de febrero de 2012

La camilla junto al ventanal es el lugar ideal para un día como hoy. Ver caer la nieve mientras una taza de chocolate te calienta las manos y la calidez de la estufa de butano te acoge y te engaña porque, al salir a la calle te encuentras con la cruda realidad del frío.
Son días de parchís, cartas o de volver a ver las viejas fotografías. La abuela ha arrimado la pecera con agua templada, a la ventana para que Pascualita vea la nieve y pueda contar a sus congéneres, si algún día vuelve a su hábitat, cómo es, aunque ella prefiere escuchar los comentarios que hace de cada foto que nos enseña. De repente suspira y se queda en babia - "¡Ay, que tiempos aquellos en que quedábamos embobadas viendo pasar un piloto... Mira que hombre más apuesto... ¿te hs fijado en esa sonrisa ladeada, burlona y en esa mirada que te traspasa..." - ¿Es alguien en particular? - Sí. El comandante... ¡vaya! ahora no recuerdo su nombre... Un escalofrío te recorría el cuerpo cuando los veías pasar por el aeropuerto, con aquella arrogancia, aquel saber llevar el uniforme, camino de la barra de la cafetería. Nadie les molestaba, eran los amos del aire, los dioses que nos transportaban por los cielos hasta nuestro destino. El vaso de güisqui en sus manos tenía prestancia ..." - ¿Bebían antes de volar? -"Claro. Y no uno ni dos. Luego llegaban las azafatas. Parecían modelos de alta costura. Y cuando todos juntos se encaminaban hacia el avión, la gente les abría pasillo" - ¿Y por qué te tiene cogida por la cintura? - "Bueno... puede decirse que hicimos una gran amistad. Mírame, yo era un bomboncito entonces y gracias a nuestra relación viajé gratis muchas veces" - Pero ya llevabas tiempo casada con el abuelo... ¿no? - "¿Y?" - ¡Abuela! ¿Le pusiste los cuernos con éste hombre? - "¡Los cuernos, los cuernos!... todo son puntos de vista... prefiero decir que me lo pasé bien cuando los pilotos aún no eran meros conductores de aviones" - ¿El abuelo se enteró? - "Ahora no estamos hablando de eso sino del glamour que tenían entonces" - ¡¿Mi madre es hija de mi abuelo?! - La extraña cabellera de Pascualita se erizó al oírme gritar - "¡No se te puede contar nada! A todo tienes que encontrarle un pero. ¡Que cruz tengo contigo!" - ¡¡¡Es que me gustaría saber quién soy ... Aaaaaaayyyyyyy!!! - Pascualita sigue teniendo una puntería excelente, mi ojo da fe de ello y mientras me revuelco de dolor, las dos amigas hacen la señal de OK con los dedos

viernes, 3 de febrero de 2012

Nada más levantarse la abuela se ha hecho una tisana con un buen chorro de coñac - ¿No estás bien? - y le ha dado un poco a Pascualita, que ya lo esperaba con la boca abierta. Más tarde ha colocado una olla de agua hirviendo con hojas de eucalipto sobre la mesa del comedor que se ha llenado de vaho - ¿Seguro que estás bien? - Luego se ha tomado un jarabe; leche con miel; ha hecho gárgaras; se ha tomado la temperatura, etc. Así ha estado toda la mañana - Pero, vamos a ver ¿qué te pasa? No pareces enferma - "Y no lo estoy. Lo que pasa es que estoy poniendo el parche antes de que salga el grano. ¡No puedo ponerme enferma!. ¿No te has enterado de los recortes que han hecho ¡y los que harán! en Sanidad?. Y menos mal que no soy parada de larga duración ni inmigrante sin papeles... Esta tarde, en El Funeral, voy a proponer que montemos un partido político: el SC = Sentido Común" - Crées que os votaría alguien? - "Supongo que tú y Pascualita..." - Ella no puede, es una sirena indocumentada - "Es verdad, pobrecilla, con lo lista que es... La Cotilla..." - ¿Es posible que alguien aparezca en cuanto se la nombra? Pues sí, porque la Cotilla apareció, como por arte de mágia, en el comedor - ¿Cómo ha entra...? ¡No me diga que tiene otra llave! - Sí, hija. Se me había quedado en el bolsillo del abrigo... ¡Ay! Estoy que no vivo en mí desde que mi pececito desapareció en la bañera rosa... ¿Puedo mirar otra vez, quizás se metió en el barco hundido y no sabe salir? - Cuando la Cotilla dice "puedo mirar" ya está mirando. Afortunadamente Pascualita estaba en la pecera, con agua templada, en la cocina.
Blas no levanta cabeza. Está convencido de que es gafe (no lo pongo en duda) Empezó a trabajar y al día siguiente ya estaba en la calle: Spanair cerró por quiebra.¡También es mala pata!
Para levantar los ánimos hicimos honor a la botella de chinchón y poco después ya resonaban las risas en casa. Unos toques imperiosos en la puerta las cortaron de raíz: ¡Abran. Policía!
Los guardias venían a lo de siempre: descubrir al "monstruo" que, según todos los indicios, teníamos en casa. - Pasen, pasen - dijo la Cotilla - Yo soy la que ha puesto la denuncia - ¡Tendrá cara! y lo dice tan fresca ¡Abuela, no le des más chinchón! - Hasta los guardias la miraron mal. - "¿Quiéren una taza de caldo calentito? Con este frío les irá bien?" - Cuando la abuela volvió al comedor me fijé en el suave movimiento del bolsillo del delantal. Pascualita, de momento, estaba a salvo. Esta vez el registro fue más rápido y como siempre, infructuoso.
La sirena no estaba cómoda y reptó hasta asomarse al exterior. Le llamó la atención el brillo de las esposas que colgaban del cinturón del guardia que estaba a su lado y saltó pero cálculo mal. Cayó al suelo y el hombre que la andaba buscando desde hacía tiempo y que nunca la había tenido tan cerca, le pisó la cola aunque, en el mismo acto reflejo, se apartó en seguida. Asustada, Pascualita reptó hasta el zapato y siguió hacia arriba trepando por los pantalones. Yo no le quitaba ojo mientras pensaba cómo podía rescatarla. Ella siguió subiendo hasta llegar a la entrepierna y como es lo más rencoroso que he conocido, supe lo que iba a hacer mientrs sentía que el suelo se hundía bajo mis pies. Clavó sus dientecitos de tiburón, inyectados de veneno, donde más dolor podía producir (¿cómo puede saberlo?). El alarido superó con creces al grito de Tarzán y mientras todos le miraban desconcertados, aproveché la ocasión para arrancarla de allí, lo que produjo un pequeño desgarro que aumentó los decibelios del grito.
Por la tarde llamé a Jefatura para interesarme por él, al fin y al cabo había sufrido un accidente, inexplicable, en mi casa. La guardia que me contestó a duras penas podía contener la risa. - ¿Puede explicarme lo que estaban haciendo? jijiji- Tomando caldo... ¿Cómo está? - Dice su mujer que nunca lo había visto tan... tan hermoso jajajaja.

jueves, 2 de febrero de 2012

- ¿Vas de boda, abuela? - "¿Por qué lo dices?"- Te has cambiado siete veces de ropa - "Es que vamos a un sitio nuevo, El Más Allá y quiero causar buena impresión" - ¿Es un tanatorio? - "¡¡¡Lagarto, lagarto!!!... Es un bar. Celebraremos por todo lo alto la subida de las pensiones" - Pues a ver si te estiras y me invitas a cenar ¿Cuánto ha sido? - "¡7 euros!" - Veo que me quedo sin cena... ¿Y qué pasa con El Funeral? - "Nos hemos declarado en huelga. Al dueño se le ha subido a la cabeza el éxito de la cena de Nochevieja. Le hemos regalado tanto la oreja que cree que puede hacer lo que le dé la gana" - ¿Por ejemplo? - "Ya se lo he explicado a Pascualita" - ¿Y yo qué? El último mono, como siempre. - Sonó el timbre de la puerta ¡La Cotilla! La tengo tan atragantada que reconozco su modo de llamar. Al llegar al comedor frenó en seco - ¿Dónde vas tan guapa? ¡Me encanta esta blusa con transparencias! - "A Andresito también, jejejeje" - A mi no me parece decente que, a tú edad, vayas así, abuela... En fin, sigue con lo que me estabas contando - ¿Te das cuenta de como me excluye tu nieta? ¡Que cruz tiene con ella, hija! - "Quiere que le paguemos 50 céntimos por dejar las bicis en el almacén cuando siempre ha sido gratis. También quiere que paguemos una couta por ocupar la pared con las fotos de los Finados. Los baños los ha cerrado con llave y quiere otros 50 cts. por usarlos, porque dice que a él le cuesta un dinero tenerlos límpios. Ahí nos revelamos porque algunos de los compañeros tienen la próstata mal y cada dos por tres tienen que ir a mear. Y cosas así, absurdas. Por ejemplo, siempre nos ha traído las consumiciones a la mesa, pues ahora dice que las vayamos a buscar nosotros a la barra ¡Mucha barra es lo que tiene ese tío! Por eso nos hemos puesto en pie de guerra y durante tres días no nos asomaremos por allí" - ¿Y si toma represalias y os rompe las fotos de los Finados? - "¡Ni lo mientes! Volvería a probar la furia de Pascualita..." - La Cotilla abrió bien las orejas y nosotras cerramos la boca, asustadas - ¿Qué es eso de Pascualita? - ¿No tiene nada mejor qué hacer que quedarse aquí toda la mañana, tía Cotilla? - No cambies de conversación, bonita... Espera, ahora me lo cuentas, mientras meteré el pececito en la bañera rosa - Ni la abuela ni yo abrimos la boca para decirle que el agua volvía a ser de mar, ni, por supuesto, que Pascualita dormía tranquilamente la siesta en el barco hundido - Soy toda oídos - "No hay nada que contar... Pascualita es el... nombre que le damos a... (la abuela me pedía ayuda con la mirada) - ¿Por qué tenemos que darle explicaciones? ... (alargaba el suspense mientras, de reojo, veía al pececito muy apurado, a un pez de agua dulce no le cae bien el agua salada. Un movimiento repentino me indicó que el pobre había desaparecido para siempre. Tan solo una pequeña escama brilló, un breve segundo, entre dos aguas)- "¡Díselo ya y nos dejamos de historias!" - La abuela llama Pascualita a unos polvos picapica, así nadie sabe de qué habla - "Y es más divertido porque coge a todos por sorpresa, jajajaja...Por cierto ¿te gustan las sorpresas" - ¡Me encantan!- "¿Quiéres una copita de chinchón?" -

miércoles, 1 de febrero de 2012

¡Menudo susto me ha dado Pascualita cuando he llegado a casa! Estaba subida en el borde del "acuario" con los pelo-algas tiesos como escarpias, echados hacia atrás. Los ojos más abiertos que de costumbre y una sonrisa fija que mostraba los dientes. ¡Una visión horrible! - Abuela, ¿qué le pasa a ésta? - "No lo sé. Está así desde que hemos vuelto del paseo en moto con Andresito" - Diría que está congelada - "Le habrá dado un aire. Ya se le pasará" - ¿Por qué la sacas con el frío que hace? Debe ser un animal de aguas cálidas... - "¡Tú si que eres un animal!" - No lo he dicho en plan ofensivo... ¿La has llevado en el termo? - "Claro. Al principio iba en medio de nosotros dos pero se me ha ocurrido que le gustaría ver el paisaje y sentir la velocidad en la cara así que le he dicho a Andresito que se colgara el termo porque me molestaba para apretarme contra él (sé que le gusta sentir mis...)" - ¡Ya, ya, No hace falta que me expliques tus intimidades! - "... tetas en su espalda ¡Que sosa eres!)He dejado abierto el tapón, sin quitarlo del todo y ha disfrutado como nunca ¡basta verla!" - Te digo que está congelada - "Qué exagerada eres" - Calenté agua de mar, la puse en la pecera y metí a Pascualita dentro. Poco a poco fue volviendo a la vida.
La Cotilla entró en casa como un huracán - ¿Estaba la puerta abierta? - ¿Eh?... no... jejeje... casualmente llevaba una llave en el bolsillo - ¡Abuela, dile que nos las de todas! - Toma, toma. No te enfades... ¡Menudo bicho tu nieta!... Ay, que se me olvidaba a lo que venía. Traigo al pececito para que le dejéis nada un rato en la bañera... - Le he dicho mil veces que tiene agua de mar - En menos de lo que canta un gallo cogió la bañera, la vació en el wáter, retirando antes el barco hundido, la llenó de agua y colocó a su birria de pez. Para no montar la III guerra mundial decidí marcharme - "¿A dónde vas a éstas horas?" - Al Ayuntamiento, a manifestarme contra todo lo que han descolocado y luego iré al Consolat a hacer lo mismo, a grito pelado y en bon mallorquí. Por lo menos allí podré gritar a gusto... ¡Y me llevo una cacerola y el cazo para hacer más ruído! ¡¡¡Estoy harta!!!