miércoles, 7 de diciembre de 2011

El beso de tornillo del otro día entre la abuela y su novio ha traído consecuencias para sus dentaduras postizas, a él se le rompió y la de ella está a punto. Beso = Beneficio para dentistas. Los excesos se pagan.  Desde entonces, no ha vuelto por el Funeral. Está nerviosa y eso trae malas consecuencias para mí porque empieza a verme como el Muro de las Lamentaciones y acabo con dolor de cabeza.
Estoy harta de decirle que vaya a la cafetería, con sus amistades y se entretenga pero no quiere; algo ha pasado que la mantiene alejada. Después de mucho insistirle, a confesado de que se siente acosada - ¿Por Andresito? pero si no tiene ni media torta - "Todo el rato quiere que nos besemos como la última vez y yo no quiero, además... sin dientes no es lo mismo" - Es que fuíste muy impetuosa, abuela jejejejeje... - "¿Y qué querías que hiciera? Pascualita estaba en peligro y ..." - Y te aprovechaste del pobre infelíz que a punto estuvo de sufrir un colapso de la emoción - "Pues eso es lo que le pasa. Dice que hacía tiempo que no sentía fluir la adrenalina con tanto ímpetu" - Es que eres una mujer irresistible, una comehombres - "Si estás de guasa, ahórratela" - Vale, dejaré la guasa a un lado e iré a lo  positivo ¿Has pensado que tiene la sartén por el mango con respecto a Pascualita? el hombre, a pesar del beso, oyó los gritos de la del 4º y vio las pequeñas heridas de la oreja. Esto se lo puede contar a su hijo, el cual pasará la información a la policía y poco tiempo después la tendremos en casa - "No me gusta lo que dices ¿quiéres que me someta a un chantaje?" - Dicho así suena feo. El pobre está desorientado ante tu comportamiento: Primero mucho y luego nada. En fin, tú sabrás lo que haces - Unos fuertes timbrazos nos sobresaltaron, Pascualita se zambulló rápidamente tratando de esconderse entre las algas pero tuve una corazonada y la agarré antes de que llegara al fondo. Como íbamos a merendar, sobre la mesa estaban el pan, el aceite y un taper abierto en el que había media lata de atún que nos sobró de ayer. Allí fue donde sumergí a la sirena, de golpe, cuando escuché una voz diciendo ¡Policía! Y allí quedó Pascualita, como una sardina en una lata de atún, inmóvil, mientras los agentes se dedicaban a inspeccionar la casa por segunda vez en pocos días  y una vez más, la del 4º entró como Pedro por su casa, haciendo valer su condición de acusadora ¡Que asco me da esta tía! Para remate, fue la única que se fijó en el taper y puso cara de asco al ver a la sirena - ¿Os vais a comer esta porquería? - ¡Huy, huy, huy! - Afortunadamente los policías pasaron del comentario, solo uno de los agentes miró de reojo e hizo una mueca de desagrado. De la bañera rosa, como la otra vez, la abuela tuvo mucho que explicar y casualmente recibió ayuda de la cotilla - Es que tiene un gusto exquisito para la decoración, en eso la envidio. Jamás se me hubiese ocurrido poner algo así en mi salita. - Finalmente quedamos a solas, entonces fui en busca del guante de acero para meter a Pascualita bajo el grifo y quitarle el aceite que la cubría. Después, sumergida ya en el "acuario" me senté con la abuela a tomar una copita de chinchón para calmar los nervios. Había bajado la guardia y eso no debe hacerse nunca si se tiene una sirena rencorosa cerca. En el comento en que levantaba la cabeza para dar buena cuenta de la bebida Pasculita, subida en su atalaya, me tiró un certero chorrito de agua envenenada al ojo ¡Maldita sea su estampa!

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