domingo, 20 de noviembre de 2011

A votar.

Las risas y los aplaúsos de la abuela llegaban hasta la cocina. ¿Qué estaría haciendo? Como no tenía intención de que me cayera mal el desayuno, seguí mojando la ensaïmada de los domingos en el cola cao mientras ojeaba el Diario pero pudo más la curiosidad y fui hasta la salita donde la abuela se lo estaba pasando en grande - ¿Qué haces? - "¡Mira si es lista Pascualita! Solo se lo he enseñado una vez y lo ha cogido al vuelo. Fíjate, le doy el sobre con la papeleta de la votación... lo coge con sus manitas ¿y qué crees que hará con él?... ¡Lo mete en la ranura!" - La ranura, ancha y larga, estaba hecha en la tapa de una caja de zapatos - ¿A que viene enseñarle ese jueguecito? - "No es ningún juego sino la esencia de la Democracia. Si algún día vuelve a su lugar de orígen la implantará. Será la primera sirena democrática." - Pero si no quieres soltarla al mar ¿cómo va a poder hacer eso? Además ¿cuándo has visto tú que los peces voten? - "Nunca, pero tampoco que no voten ¿quiére esto decir que tal cosa no se estila bajo el agua solo porque no lo hayamos visto? ¡Dí, so lista!" - Tendría que haber seguido mi primera intención y haber acabado el desayuno porque, ahora, se me estaba cerrando el estómago. Entonces, entre la verborrea de la abuela, acerté a escuchar ... "y cuando vaya a votar tú pondrás los sobres en las urnas" - ¡Estás loca! - salté como un resorte - ¿Te estás oyendo? ¡Pascualita es un bicho indocumentado! ¡No aparece en ningún libro de ciencia! ¡Es como si no existiera y tu quieres exponerla a la luz pública en un lugar lleno de gente! - "Bah, no se enterará nadie. Todo el mundo va a lo suyo. Unos buscando dónde votar... y los de las mesas bastante tienen con repasar una y otra vez las listas de nombres... Ay, me hubiese gustado tanto estar en una de esas mesas. Para la próxima vez tendré que enterarme de a quién debo "untar" para que me toque" - Debes ser la única persona de España dispuesta sobornar a quién sea para pasarte el día entero encerrada en un colegio electoral. - "Bueno, no hay por qué aburrirse, yo le daría vidilla al encierro. Siempre se puede provocar una discusión entre interventores de distintos partidos para estar entretenidos y si hay suerte, incluso salir por la tele..."
No la dejé ir sola pero no pude conseguir que dejara a Pascualita en casa. Estando en el colegio electoral fueron bastantes las personas que se acercaron a saludarla ¡viva el Baleares! gritó alguno viéndo la funda del termo en el que la sirena había entrado a duras penas. Delante de las urnas, con los sobres en la mano, la abuela tuvo un segundo de indecisión pero, afortunadamente, los metió ella. Respiré hondo porque el peligro se había alejado... aunque no mucho. Por la rendija del tapón del termo, Pascualita me tiró un chorrito de agua que dió de lleno en mi ojo - ¡Maldita sea! ¡Sardina rencorosa, te voy a hacer picadillo! - El dolor hizo que me apoyara en la mesa y tiré al suelo todo cuanto había en ella. Las personas que la presidían cayeron al suelo, asustados, creyéndose víctimas de un agitador exaltado.Yo gritaba y pataleaba como una fiera corrupia. Los de la Cruz Roja tuvieron que atender a los que recibieron mis patadas. La policía nacional pidió ayuda para poder reducirme. Yo lo veía todo rojo y me perdí el detalle de lo cachas que estaban. Finalmente, tendida en una camilla y medio sedada, oí la voz de la abuela diciéndole a los guardias: - ... " sí, sí, le pasan estas cosas cuando bebe chinchón..."

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