jueves, 17 de noviembre de 2011

Pascualita está que trina. Por fin, después de mucho predicar en el desierto, la abuela me ha hecho caso y ha decidido no darle comida extra, así que ahora solo come pienso para peces ¡una vez al día! y la medida adecuada a su verdadero peso. Y hace gimnasia. La abuela pincha en un ganchillo un trocito de comida (cualquiera porque a la sirena le gusta todo), lo mete en el "acuario" y hace que Pascualita nade tras ella sin conseguir cogerla. Este ejercicio la deja agotada y enfadada, por lo tanto, peligrosa. Ahora no es solo a mí  a quien tira chorritos de agua a mala idea, la abuela también ha recibido alguno aunque sin consecuencias.
Mientras comemos, la sirena se sube al borde rosa y nos mira con cara de asesina en serie. Tiende las manitas, suplicantes, hacia nosotras, que fingimos no verlas. Después cambia de táctica y nos amenaza con sus dientes afiladísimos pero tampoco cuela. Estamos decididas, por el bien de ella, a que vuelva a tener el peso ideal.
Ahora la abuela tiene un problema cuando quiere salir a la calle porque ¿a ver quién es la guapa que coge a la sirena y la mete en el taper? Yo lo hago con el guante de acero y ella ha tenido que dejar su orgullo a un lado (¡bien que se reía de mí!) y hacer lo mismo. ¡Ah! y sin olvidar las gafas de sol.
De todas maneras, no acaba de convencerme su actitud firme ante las peticiones de comida de Pascualita. Nunca pensé que llevara las cosas tan a rajatabla así que indagué un poco - ¿No te da pena? al fin y al cabo la culpa es tuya por haberla acostumbrado a comer de todo - "No quiero hablar de eso" - Estoy muy orgullosa de tu comportamiento, abuela. Estás cumpliendo tu palabra. ¡Por fin me has hecho caso. No me lo puedo creer! - "Pues no te lo creas, que no es gracias a tí que estoy haciendo esto" - ¿Ah, no? pues yo pensaba que después de darte tanta matraca... - "¡Tú lo has dicho! ¡Eres más pesada que una vaca en brazos! ¿Cómo quieres que te tome en serio?" - Entonces... - "Ha sido Wenceslao quien me ha convencido. Y como tiene razón, le he hecho caso... El taper colgado del cuello es antiestético, tanto por lo grueso que es como por lo que pesa y el color chillón que tiene... ¡No va con mi personalidad ni con mi elegancia natural! en cambio el termo es más discreto y sus fundas denotan mi originalidad". - Así que era eso. Ya me parecía a mí... - Y ese Wenceslao ¿quién és? ¿un nuevo novio?- "Bueno, de momento es solo pretendiente" - ¿Con derecho a roce? - "¡Niña! eso no se le pregunta a una abuela... jijijiji... un poquito, sí" - ¡que tía!
La he pillado haciéndole una foto a Pascualita. Me ha dicho que era para tener un recuerdo - ¿Vas a devolverla al mar? - Por toda respuesta ha dado media vuelta y se ha largado. Al rato ha vuelto a recoger a la sirena y el bolso y ha vuelto a irse. Como me picaba la curiosidad, la he seguido.  Se parado en los chinos de la esquina y ha salido con un marco, luego ha ido al Funeral . Ha entrado blandiendo un sobre tamaño folio. En seguida la rodearon sus amistades. Yo me quedé en la puerta, algo escondida para que no me vieran pero teniendo la oreja bien dispuesta para oírlo todo -¡Niño, tráeme un chinchón que vengo seca! - (ella, siempre tan fina) Poco tiempo después alguien levantó el marco donde habían colocado... ¡¡¡la foto de Pascualita!!! ¡Esta mujer había perdido la cabeza! . Los amigos miraban con cara de asco el retrato. - "¡Venga, colgadlo en la pared de los finados!" - ¿Pero esto qué es? - Parece sacado de una película de miedo ¡Ahí no lo pongas que asustará al personal! - "Dejáos de historias. Todos tenéis alguien querido colgado de esa pared y yo no voy a ser menos" - Haber traido una foto de cuando vivía - "Lo siento pero no tengo otra" - Un momento... ¿no os recuerda a nadie? ... (yo tragué saliva) - Poco a poco, a todos les sonó esa cara  - Ya sé... ¡al gusano gordo que atacó a la pesada del funeral! (¡Oh, Dios!) - En un segundo todos estuvieron de acuerdo, entonces la abuela, tranquilamente, dijo: "¡Vaya, me habéis pillado! Lo encontré tan feo que no pude resistirme y le hice esta foto. Creo que merece estar aquí solo por lo que nos hizo reír  ¿Qué os parece?" - Estuvieron de acuerdo aunque, por sus caras, comprendí que no recordaban haberse reído durante el ataque sino antes pero la abuela tambièn tuvo solución para esa duda - ¡Niño, chinchón para todos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario