jueves, 24 de noviembre de 2011

Estábamos tranquilamente tiradas en el sofá, la abuela y yo, cuando el timbre de la puerta nos espabiló. Me levanté a regañadientes porque si no abro yo,no abre nadie; era la vecina del 4º. Instintivamente levanté la voz (era una señal de alarma que indicaba peligro) porque esta mujer, en cuanto ve la puerta abierta no pide permiso, arrolla a quien tenga delante y se mete hasta el comedor, en este caso, la salita. La abuela, al oírme, saltó hacia el "acuario", metió a Pascualita en el termo y se lo colgó al cuello.
Después de contarnos cosas incoherente que no veían a cuento, llegó, por fín, al objeto de su visita. Dirigió la mirada hacia el "acuario", suspiró y dijo como quién no quiere la cosa: - No puedo entender como aún tenéis este trasto aquí. .. Si no lo hubiérais roto haciéndole esa ventanita podríais dársela a una chica que limpia en casa de una vecina de la amiga de mi cuñada, que es ... hum... es "de por allí" - "¿De por dónde?" - preguntó la abuela intrigada - ¡Ay! ya sabes... que es un poco oscurita - "¿Negra?" - No, mucho no. Solo un poco, pero es buena persona ¿eh? - ¿Es inmigrante? - pregunté yo que ya me estaba poniendo de mala uva - ¡Eso! es que no sabe una como decir estas cosas sin ofender - ¡Pues diciéndolas con normalidad! - Mira, con esta nieta tuya no hay quién hable. No sé como la aguantas... Si quieres un consejo de amiga, yo no la querría en mi casa. Ya es mayor y tiene un trabajo... No te ofendas, guapa pero ya es hora de que te busques un buen hombre que... - ¡¡¡Abuela, la echas tú o lo hago yo!!! - "¡Ya está bien! ¿No quieres saber qué hace este trasto en la salita? Pues yo te lo digo ¡Decora!" - ¿Esto? ¿Una bañera vieja? - "Pues sí, pero para esto se necesita sensibilidad artística y tú no tienes" - Sabrás tú lo que tengo yo. Por cierto, ¿no teníais que comprar peces? ... ¡ahora caigo! ¡la empleareis como pecera ! - "¿No te ibas?" - Ni hablar.  Está llena de agua y tiene plantitas y arena, solo faltan los peces... ¡Oye, es una buena idea! ¡Regálamela! yo tengo a Ataulfo que disfrutaría nadando aquí, total, para tenerla vacía... - La sangre se me había subido a la cabeza y me enturviaba el cerebro por eso dije - Trae aquí a tu Ataulfo y si se adapta, te la damos - La abuela me miró espantada - "No, no, no. Está reservado para poner pirañas, en cuanto las tengan en la tienda nos avisarán. Y ahora vete, que tengo que me voy al Funeral" - ¿De quién? - "No lo conoces". En cuanto la vecina hubo salido soltamos un suspiro de alivo y pusimos a Pascualita en la bañera. La sirena no nos quitaba ojo como si presintiera nuestra crispación. Yo gritaba ¡No la aguanto, no la aguanto! ¡Un día la tiraré por las escaleras! - En esas estábamos cuando volvió a sonar el timbre. Nunca pensé que fuera ella pero allí estaba otra vez la vecina del 4º - Traigo a Ataulfo para que disfrute un poco en la bañera - Antes de que la abuela pudiera abrir la boca, dije - Ponlo tú misma - Pascualita se había escondido entre las hierbas del fondo. Ví como sus dientecitos salían hacia afuera preparados para el ataque. La abuela y yo nos miramos, relamiéndonos ante lo que iba a ocurrir - ¡Mira, Ataulfo, cuanta agua! - Y metió la mano, removiéndo el agua para que su pez la viera -  Será como si estuvieras en el m... ¡Aaaaaaayyyyyy!- Nunca he disfrutado tanto con un ataque de Pascualita. Luego nos costó mucho convencerla de que nosotras no teníamos nada que ver con lo que le había pasado, que seguramente  la mordió algo que traería ella de la calle. La curamos y le pusimos un bonito vendaje en la mano que no paraba de hincharse. En cuanto se fue, derecha al ambulatorio,  sacamos el chinchón y nos tomamos unas copitas relajadamente, por supuesto, Pascualita también tuvo su ración

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