domingo, 27 de noviembre de 2011

Hay ropa amontonada por toda la casa, no sé donde sentarme - Abuela ¿piensas montar un mercadillo solidario para alguna de las asociaciones que se van a quedar sin subvención? - "Ya estás diciendo tonterías de buena mañana... A ver ¿qué pasa?" - Hago un gesto que abarca todos los montones - "¡Ah!, eso... Es la ropa que voy a llevarme al viaje" - Me dijiste que te ibas unos días ... - "Así es, lo que pasa es que como no se si va a hacer frío o calor, lo mejor es llevarme un poco de todo en la maleta" - ¿Una maleta? jejejejeje... Quiero ver cómo metes todo esto - La abuela queda pensativa. - "Ahora que lo dices, me parece que no habrá sitio para la garrafa de agua de Pascualita" - Por eso no te preocupes, la sirena se queda aquí ¿o quieres que le de un síncope entre la presión del vuelo y las apreturas del termo? - "¡¿Y mi asma?!" - Déjate de cuentos, además, si te pasa algo, en la habitación contígua tendrás un médico a mano - "¿Ah, sí?. ¿Cómo sabes tú quién estará en esa habitación?" - Es fácil. Tú amigo And... ¿Quiéres decir que vas a compartir el cuarto con él? - "¡Claro! Así nos sale más barato el viaje" - ¡Lo tuyo no tiene nombre! Espero que, por lo menos, tomeis precauciones. - " ... Bueno, me llevo un paraguas y un chubasquero por si llueve pero..." - ¡No te hagas la loca que ya sabes de qué hablo! - "Pues, ahora mismo no caig ... ¡Ah! jajajajajaja ¡Que tonta eres! ¡Tienes el cerebro más viejo que el mío! jajajajaja... ¡Ay!, no te preocupes, hija, que por allí habrá farmacias y compraré la píldora del día después si la necesito jajajaja... Cuando se lo cuente a mi amigo no se lo va a creer jajajaja..."
Finalmente, parece que ha desistido de llevarse a Pascualita y para contentarla no para de hablarle las cosas que hará y verá en Cantábria y le ha prometido que, al volver, le enseñará las fotos y comentará con ella todo lo que haya hecho - ¿Todo, abuela? - Le ha guiñado un ojo a su amiga - "¡Todo. Con pelos y señales!"
La abuela tiene razón en una cosa, aunque no se la reconozca: soy una agonías, una pusilámine. Estaba deseando que no se llevara a Pascualita por lo que pudiera pasarle y ahora que la he convencido se me ha metido el miedo en el cuerpo por si la policía entra en casa cuando yo no esté y la descubra, porque estará sola la mayor parte del día mientras estoy trabajando. Estando la abuela en casa tiene tiempo de esconderla y si estamos las dos, mejor que mejor, pero Pascualita sola no tiene ninguna posibillidad de escapar aunque sí de atacar, cosa que no sería aconsejable... No sé qué hacer y no quiero comentarlo con la abuela porque acabará llevándosela... Creo que no me queda otra que colgármela del cuello, vaya donde vaya. ¡Menudo plan! - Abuela ¿Tú amigo te ha comentado algo más sobre lo de Pascualita? -"Ah, sí. Ya no me acordaba. Dice que la policía ya se ha puesto manos a la obra y no cree que tarden mucho en dar con el bicho ese" - ¿No crees que sea una noticia importante? - "Claro que sí. Estoy muy preocupada. Venga, ayúdame a hacer la maleta" - ¿¡Preocupada!? No veo tu preocupación por ningún sitio - "Mira, hija,  mi preocupación es por tí, que pareces un alma en pena. Estos días que estarás sola búscate un buen guayabo y pega el polvo de tu vida. No le des tantas vueltas a la cabeza que Pascualita sabe defenderse sola" - (Está decidido. Me llevaré a la sirena donde yo vaya, lo que no tengo tan claro es que ella quiera venir conmigo)

sábado, 26 de noviembre de 2011

La abuela está hoy muy parlanchina. Ha trasladado la bañera rosa a la cocina para que Pascualita aprenda a hacer macarrones, que es lo que está preparando y de paso, hablar del viaje. Está tan tranquila en cambio yo he sido incapaz de pegar ojo en toda la noche. Pensaba que, de un momento a otro, los Geos entrarían en tromba en casa, después de cargarse la puerta, en busca del "monstruo" de los mordiscos. Seríamos arrestadas, esposadas, sacadas a la calle ante el escarnio de los vecinos, sobre todo de la cotilla del 4º. Nos harían esas fotos horribles de frente y de perfil en las que nadie sale favorecido. Los periódicos hablarían de nosotras como si fuéramos terroristas, dueñas de un arma de destrucción selectiva (que no masiva). Sería tal la repercusión que incluso quitaríamos protagonismo al Recién Votado. Y lo peor de todo es que, encima, tendríamos que pagar la puerta de casa con mi sueldo de funcionaria que, si ya fue rebajado, ahora vuelve a
Me he tomado una manzanilla - "Desayuna como Dios manda que si tenemos que ir al calabozo, con esa tacita de agua caliente no aguantarás los interrogatorios jejejeje..." - ¡Abuela, no me metas más miedo que voy bien servida! Cómo puedes tomártelo todo a broma  Y la culpa es de este bicho ¡Maldita la hora en que te encontré y fui incapáz de echare al wáter! - grité mirando a Pascualita que se sitió aludida y me enseñó los dientes. - "Ella no tiene ninguna culpa. Está en un hábitat que no es el suyo y se defiende como gato panza arriba cuando se cree amenazada ¡Tú harías lo mismo si tuvieras sangre en las venas!" - Ya me extrañaba a mí que no me tocara recibir - "¡Pero si es verdad! ¿cómo crees que reaccionaría Pascualita viendo como le quitan dinero de la paga? ¡A  mordiscos! Y eso es lo que haré yo en cuanto me hagan pagar las medicinas" - ¿Vas a morder al médico o al farmaceutico? Primero pegate bien la dentadura o se quedará enganchada en alguna bata blanca jajaja... - "¡No eres más tonta porque no te entrenas! Si no puedo morder arrearé bolsazos pero no me voy a quedar quieta" - Abuela, pero si tienes un montón de medicinas, algunas sin abrir, guardadas en el botiquín, que ya ni te acuerdas para qué sirven... - "¿Y qué? ¡Si me las recetaron sería por algo!" - ¡Pero no te las tomas! - "Por que no sirven para nada"  pero eso no tiene nada que ver con que nos quieran hacer pagar eso... ¿cómo se dice?... ¡El copago! ¡Que se lo metan por donde les quepa! He trabajado como una burra toda mi vida, cotizando, para que ahora me den las medicinas gratis... " - Ya, pero es que ahora tenemos una crisis de caballo ... "¡Déjate de crisis que con ese cuento algunos se están haciendo de oro mientras echan gente a la calle! ¡¡¡A la calle voy a ir yo!!!" - Y yo a buscar las gafas de sol porque Pascualita se estaba poniendo nerviosa con tanto grito. Entraba y salía del agua a la velocidad del rayo y en una de éstas podría lanzarme un chorrito de agua envenenada.- "Y lo que más me duele es oir al Electo de aquí decir que pagaremos pero que no será copago ¿Qué palabra es esta? ¡Eso me duele! ¡Que lo disfracen todo. Que nos tomen por tontos!" - entonces se asomó a la venta de la cocina y gritó: -"¡¡¡No es pago ni copago. Es repago, jodíos!!!" - Tuve que darle una tila y contener, en la puerta, a la cotilla del 4º que vino rápidamente a a enterarse del por qué del escándalo. La despaché con cajas destempladas y mientras volvía al ascensor decía :  Para vestir santos te quedas, maleducada. Pobre de tu abuela, lo que tiene que llevar sufrido a tu costa. - Deseé tener a Pascualita a mano para que le mandase un chorrito, bien dirigido, a esa lengua viperina.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Cuando la abuela a regresado del Funeral ha dejado caer una frase inquietante - "No se si debemos preocuparnos. Luego lo pensaré" - ¿Ha ocurrido algo? - "No, no... ¿vamos a cenar?" - No he insistido. Cuando ha metido a Pascualita en el "acuario" rosa me he fijado en la boca de la sirena por ver si llevaba rastros de sangre pero no, todo estaba normal y en cuanto nos hemos sentado a la mesa se ha subido a su atalaya a contemplarnos como siempre.
Más tarde he iniciado un suave interrogatorio - ¿Qué tal por el Funeral? - "Bien, como siempre" - ¿Y de pretendientes cómo vas? - ahí se empezó a animar - "Superior. Hay uno, Andresito, que come de mi mano" - ¡Vaya! Este es nuevo. - "Jejejejeje... nuevo, nuevo... tiene diez años más que yo jejeje... Le conozco desde hace mucho tiempo porque fue nuestro médico de cabecera cuando aún vivía tu abuelo. Por cierto, entonces ya me tiraba los tejos el puñetero jijiji..." - ¿No te dejaste embaucar, verdad? estabas casada... - "Nunca disfrutarás de la vida con esos pensamientos tan carcas, hija mía" - ¡¡¡Abuela!!!... o sea... que sí... - "¡Ay, deja ya eso! el caso es que Andresito tiene un hijo, médico también, que le ha contado que, últimamente, proliferan los ataques de un animal desconocido. Trabaja en urgencias y ya ha tenido que curar a bastantes personas con esa clase de mordedura, muy dolorosa a causa del veneno que inyecta. Ya supondrás que me he quedado de piedra ¡y con Pascualita colgada de mi cuello!" - ¡Mira que te he dicho veces que no te la lleves por ahí! ¿Eso era lo que te preocupaba cuado has llegado, verdad? ¡Y te quedas tan pancha! - "Es que no creo que puedan relacionarnos" - Pues yo creo que sí. Siempre que ha ocurrido un ataque o tú o yo o las dos juntas, hemos estado allí. ¡Ay, Dios mío. Acabaremos en la cárcel y Pascualita en un frío laboratorio!- "Ya sabía que no debía contártelo. Haces un drama de todo. Piensa un poco, no saben dónde vivímos" - Piensa tú. La última víctima ha sido la cotilla del 4º ¡Casi nada! - "Ah, pues sí... ¿qué haremos ahora?" - No nos queda más remedio que devolverla al mar - "¡Ni hablar! Ya puedes ir pensando en otra cosa" - ¿Pero no ves que la policía vendrá a registrar la casa? ¿Dónde la vamos a esconder? - "¿En la cisterna del water?" - No creo que dejen de mirar ahí - "¿En la lavadora?" - ¡Eso! y nos la cargamos metiéndole agua de mar... No veo ninguna solución... - "¡Yo sí!  ¡Me voy de viaje y me la llevo conmigo!" - Pero cómo... - "¡Basta de peros! El lunes me voy a Cantabria, a un hotel junto al mar, de modo que a Pascualita no le faltará agua salada" - ¿Y cuántos meses te quedrás? - "¿Meses? ¡cinco días! - Entonces he imaginado lo buenos que pueden ser cinco días sola, tranquila, a mi aire, sin discusiones ni problemas ¡Un sueño hecho realidad! - ¿De verdad te vas? - "¡Claro!" - ¿Tú sola? - "¿Sola? No. Con Andresito" - ¡¡¡¿Y Pascualita?!!! Eso es mentar la soga en casa del ahorcado - No sabes la vidilla que da una situación comprometida y unas gotitas de intriga ¿verdad, chiquitina? - La sirena, alegre, le ha tendido los bracitos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Estábamos tranquilamente tiradas en el sofá, la abuela y yo, cuando el timbre de la puerta nos espabiló. Me levanté a regañadientes porque si no abro yo,no abre nadie; era la vecina del 4º. Instintivamente levanté la voz (era una señal de alarma que indicaba peligro) porque esta mujer, en cuanto ve la puerta abierta no pide permiso, arrolla a quien tenga delante y se mete hasta el comedor, en este caso, la salita. La abuela, al oírme, saltó hacia el "acuario", metió a Pascualita en el termo y se lo colgó al cuello.
Después de contarnos cosas incoherente que no veían a cuento, llegó, por fín, al objeto de su visita. Dirigió la mirada hacia el "acuario", suspiró y dijo como quién no quiere la cosa: - No puedo entender como aún tenéis este trasto aquí. .. Si no lo hubiérais roto haciéndole esa ventanita podríais dársela a una chica que limpia en casa de una vecina de la amiga de mi cuñada, que es ... hum... es "de por allí" - "¿De por dónde?" - preguntó la abuela intrigada - ¡Ay! ya sabes... que es un poco oscurita - "¿Negra?" - No, mucho no. Solo un poco, pero es buena persona ¿eh? - ¿Es inmigrante? - pregunté yo que ya me estaba poniendo de mala uva - ¡Eso! es que no sabe una como decir estas cosas sin ofender - ¡Pues diciéndolas con normalidad! - Mira, con esta nieta tuya no hay quién hable. No sé como la aguantas... Si quieres un consejo de amiga, yo no la querría en mi casa. Ya es mayor y tiene un trabajo... No te ofendas, guapa pero ya es hora de que te busques un buen hombre que... - ¡¡¡Abuela, la echas tú o lo hago yo!!! - "¡Ya está bien! ¿No quieres saber qué hace este trasto en la salita? Pues yo te lo digo ¡Decora!" - ¿Esto? ¿Una bañera vieja? - "Pues sí, pero para esto se necesita sensibilidad artística y tú no tienes" - Sabrás tú lo que tengo yo. Por cierto, ¿no teníais que comprar peces? ... ¡ahora caigo! ¡la empleareis como pecera ! - "¿No te ibas?" - Ni hablar.  Está llena de agua y tiene plantitas y arena, solo faltan los peces... ¡Oye, es una buena idea! ¡Regálamela! yo tengo a Ataulfo que disfrutaría nadando aquí, total, para tenerla vacía... - La sangre se me había subido a la cabeza y me enturviaba el cerebro por eso dije - Trae aquí a tu Ataulfo y si se adapta, te la damos - La abuela me miró espantada - "No, no, no. Está reservado para poner pirañas, en cuanto las tengan en la tienda nos avisarán. Y ahora vete, que tengo que me voy al Funeral" - ¿De quién? - "No lo conoces". En cuanto la vecina hubo salido soltamos un suspiro de alivo y pusimos a Pascualita en la bañera. La sirena no nos quitaba ojo como si presintiera nuestra crispación. Yo gritaba ¡No la aguanto, no la aguanto! ¡Un día la tiraré por las escaleras! - En esas estábamos cuando volvió a sonar el timbre. Nunca pensé que fuera ella pero allí estaba otra vez la vecina del 4º - Traigo a Ataulfo para que disfrute un poco en la bañera - Antes de que la abuela pudiera abrir la boca, dije - Ponlo tú misma - Pascualita se había escondido entre las hierbas del fondo. Ví como sus dientecitos salían hacia afuera preparados para el ataque. La abuela y yo nos miramos, relamiéndonos ante lo que iba a ocurrir - ¡Mira, Ataulfo, cuanta agua! - Y metió la mano, removiéndo el agua para que su pez la viera -  Será como si estuvieras en el m... ¡Aaaaaaayyyyyy!- Nunca he disfrutado tanto con un ataque de Pascualita. Luego nos costó mucho convencerla de que nosotras no teníamos nada que ver con lo que le había pasado, que seguramente  la mordió algo que traería ella de la calle. La curamos y le pusimos un bonito vendaje en la mano que no paraba de hincharse. En cuanto se fue, derecha al ambulatorio,  sacamos el chinchón y nos tomamos unas copitas relajadamente, por supuesto, Pascualita también tuvo su ración

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La abuela está rara. En lugar de su acostumbrada energía mañanera, parece que hoy se está tomando las cosas con calma. Hemos desayunado en la salita y en lugar de ponerme de los nervios como siempre, porque en cuanto ella termina ya me está quitando mi taza de colacao, haya terminado o no, porque "tiene que fregarla", hoy he sido yo quien ha acabado antes y eso que soy lenta comiendo. Pero se ha entretenido hablando conmigo y con Pascualita, luego ha puesto la tele (para no mirarla) ha leído el periódico de cabo a rabo y mientras ella hacía todas estas cosas sin levantarse para nada de la mesa, a mí me picaba la curiosidad - ¿Abuela, qué es lo que te pasa? ¿estás decaída? ¿sientes sobre tí todo el peso de tus muchos años? - "Muchos años son los que tú tienes, que se te va a pasar el arroz y no has hecho nada en la vida, atontada" - ¡Vaya! por lo menos conservas la mala uva - "Me estoy entrenando para ser concejala del Ayuntamiento en las próximas elecciones municipales" - ¡Anda que no queda para eso! - "Así estaré más preparada" - ¿Y según tú, ser concejal es desayunar tranquilamente? - "Esa es una de las cosas que hay que hacer. Otra es escuchar a la oposición o a los vecinos cargantes, como el que oye llover, por eso pongo la tele pero  no le hago ni caso y llegará un momento en que, en lugar de palabras, escucharé murmullos, eso querrá decir que este tema ya lo tendré dominado. Luego está lo de contestar a las preguntas por peteneras pero eso lo tengo chupado teniéndote a tí, fíjate en la cantidad de conversaciones absurdas que solemos tener. Otra asignatura es la de tocar las narices a la gente, por ejemplo: cuando estás fregando el suelo a mi me da por pasar, una y otra vez, por allí con la excusa de ir al baño urgentemente" - Esa también la tienes chupada. Ya sabes la rabia que me da cuando lo haces pero... vamos a ver, realmente ¿por qué quieres ser concejala? ¿para cobrar más? - "Esa es una razón de peso que hay que tener muy en cuenta. Piensa que, nada más llegar al sillón, me subirán un sueldo que aún no habré cobrado. ¡Un chollo, vamos! y luego está lo de poder tocar las pelotas a la ciudadanía por diversión o porque me he levantado con el pie izquierdo o porque estoy aburrida o... porque me da la real gana y lo único que puede pasarme es que me insulten por la calle pero como ya sabré oír sin escuchar, problema resuelto" - ¿Quieres explicarme a qué viene todo? - "¡A que estoy muy enfadada! Me ha costado horas enseñarle una cosa a Pascualita para que ahora vengan los del Ayuntamiento haciendo cambios" ... ¿Qué hemos dicho siempre cuando vamos al centro de la Ciudad? ¡Vamos a Palma! ¡A Palma! ¡Pero si hasta mi abuela lo decía! Luego, alguien tuvo un ataque de complejo de inferioridad y añadió "de Mallorca" ¡Ya lo sabemos que es de Mallorca!" - los gritos de la abuela ya resonaban en toda la escalera y Pascualita, asombrada, no le quitaba ojo. Yo me puse las gafas de sol por si las moscas porque este bicho no distingue entre  una bronca y una exaltación histérica. - ¡Que se pongan otros el "de"! ¡Nosotros somos únicos y si alguien se equivoca y al llegar aquí cree que está en Canarias, que se hubiese informado antes! - ¿Y que tiene que ver todo esto con Pascualita? - Pues que le enseñé a decir Palma ¿Y ahora qué quieren, que aprenda a decir "de Mallorca"?  Es muy largo - ¡Pero si no sabe hablar! ¡No dice ni mú! - "Pero mueve los labios como si dijera Pal... ma. Ahora verás...Pascualita, hija, enséñale a esta boba lo que sabes hacer, dí Pal... ma" - y la sirena, atenta y obediente a todo lo que dice la abuela, abrió la boca y claramente, ví como "decía" Pal...ma - ¡Abuela, eres una artista! ¡Has conseguido que un pez "hable"! - Pudorosa y sonrojada, dijo - "Bueno, no todo el mérito es mío... ya sabes lo inteligente que es Pascualita... ¡Ya se te podría pegar a tí algo !" - ¿Por qué la abuela siempre tiene un "recadito" para mí ?

martes, 22 de noviembre de 2011

Eran más de las once de la noche y la abuela no había vuelto a casa. Sobre las cinco de la tarde Pascualita y ella se fueron "a nuestras cosas", dijo. Ya estaba empezando a preocuparme su tardanza. Me dí un plazo de quince minutos antes de empezar a llamar a los hospitales. Antes de que transcurriera el tiempo marcado oí la llave en la cerradura y a la abuela hablando por los codos y partiéndose de risa - Vaya horas de venir, ¿no te da vergüenza? Ya iba a llamar a los hos... - "¡Chist! Para el carro morena jajaja... No se admiten bron... broncas jaja... Venimos de celebración ¿verdad, Pasc... ualita... jejeje..." - La sirena, libre del encierro del termo, se dedicó a nadar muy deprisa a lo ancho y largo del "acuario" dándose golpes contra las paredes - Mírala, pobrecita. Debe tener rampa en la cola después de estar tanto tiempo en la misma posicición ¡Que poca cabeza tienes! - "No es eso, no es... eso... Es que también ha probado el chinchón y está, mas o menos como yo jijiji..." - ¿La has emborrachado? - "¡Eh! No te subas por las paredes. Se "ha" emborrachado jiji... Es muy dueña de decir... de decir que nooooo pero jijiji... no lo ha dicho porque, a la jodíííííaaaa le gusssstaa jajajajaja... ¡Sosa, que eres una sosa!" - Bueno, a ver ¿Y que celebrábais si puede saberse? - "Sí que se puede... Pues ¿qué va a ser? ¡que ha ganado Mariano!. ¿A qué no lo sabías?" - Veo que traes noticias frescas - "¿Lo sabías?" - dijo perpleja - Lo sabe todo el mundo - ¿Incluso la Merkel?" - Sí, abuela... Esto del chinchón tiene que acabarse, ya no estás en edad de... - "Tengo la edad justa para hacer lo que me de la gana... ¿Cómo se han enterado de lo de Mariano?" - Pero si lo dicen la tele, la radio, los periódicos... A mí lo que me extraña es que lo hayas celebrado. No sabía que eras azulona - "No me vengas a estas horas con adivinanzas... ¿azulona?... Oye ¿no estaremos teniendo otra conversación de besugos, verdad?" - Esta vez creo que no. Ha ganado Mariano Rajoy y lo has celebrado... - "¿Ha ganado? ¿Qué yo lo he celebrado? ... " - Bueno, has dicho que... - Mi amigos, Pedro y Mariano, crían caracoles. Les gusta mucho jugar y hacen apuestas de cualquier cosaaaa... Llevaban días anunciando que, cada uno, tenía un caracol de carreras jijiji... ¡ya ves tú! que era un campeón. Tanta lata dieron que, finalm...ente, organizamos una carrera en el Fu... neral. Tomamos partido por uno o por otro y yo lo hice por Mariano. Esta tarde ha sido la carrera y ¡a ganado Mariano! O sea, yo. ¡30 euros me han tocado en el reparto!" - ¿Habéis apostado dinero? ¿delante de Pascualita? ¡Que educación le estás dando! - "Una de las cosas que tiene que ha...cer cuando vuelva al mar es organizar timbas..." - ¡Valiente maestra le ha tocado en suerte! - "Pascualita, dile algo a esta boba" - Por toda respuesta, la sirena, desde el borde del "acuario" me tiró un chorrito de agua que, de milagro, no me dió.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La abuela ha venido de la calle con un humor de perros y a mí me dió por pensar que el mal tiempo le afecta el carácter aunque no se lo dije. Luego supe que no era solamente eso, porque cargó toda la culpa contra el "autobusero" (así llama ella a los chóferes de los autobuses que, dicho sea de paso, la mayoría no son santo de su devoción) ..."¡Y lo he puesto a parir! ¡Si quiere hacer cókteles que trabaje en un bar! Todo el trayecto se lo ha pasado agitándonos a los pobres usuarios de acá para allá. Algunos son un peligro para nuestra integridad física y se lo he dicho ¡vaya si se lo he dicho! pero como si oyera llover¡" - Mientras hablaba abría  los sobres que había cogido del buzón. De repente dió un grito - "¡Mira, la tarjeta para las bicis que puso el Ayuntamiento!" - Ya la puedes devolver.  No sabes llevarla. - "¿Cómo que no? He ido muchos años en bicicleta" - Sí. Cuando Noé construía el Arca. Devuélvela. No vas a usarla. - "Que te crees tú eso. Ahora mismo voy a por una" - Espera, que coja la cámara de fotos para inmortalizar el porrazo que vas a darte  jajajaja - "¡Eres única para quitar la ilusión ¡Amargada! ¡sosa!. A partir de ahora se acabó el autobús... ¡Vamos, Pascualita!" - Rápida como el rayo, metió a la sirena en el termo dónde, aunque a duras penas, ya entraba, se lo colgó del cuello y entró en el ascensor.
Las primeras pedaladas fueron como los primeros pasos de un bebé, después pareció estabilizarse y se metió en el carril bici. Todo fue bien mientras nadie la estorbó pero, en cuanto se le acercó una bicicleta en sentido contrario se fue directamente hacia ella, con los ojos cerrados y gritando: "¡Que vooooooooy!" La colisión no tuvo consecuencias graves porque el otro ciclista hizo lo que pudo. El verse entera le dio ánimos y siguió hasta las Avenidas. Desde la acera, sudorosa, yo le gritaba que no se metiera allí, que había mucho tráfico pero, como siempre, no me hizo caso y entró en la corriente motorizada como un elefante en una cacharrería,  dando bandazos. Los coches tenían que apartarse a un lado o al otro para no arrollarla y encima se permitió el lujo de insultarles hasta que, obcecada como estaba poniendo a caldo al conductor más próximo, no se dió cuenta de que los de delante se habían parado en el semáforo y se dió de bruces contra un coche. Salió disparada, pasó sobre el vehículo y cayó, espatarrada, sobre el asiento de un descapotable que estaba delante. A su vez, Pascualita voló hasta el parterre del centro de la calzada. La ví caer y corrí a por ella. La abuela gritaba como una loca - "¡¡¡Pascualitaaaaaa!!! ¡¡¡Me la han matado!!!" y se lió a patadas contra la espalda del pobre conductor que, sin comerlo ni beberlo, se había visto involucrado en el accidente. Se armó un buen cacao, sobre todo porque nadie había visto que alguien acompañara a la abuela en la bicicleta. Algunas personas quisieron tranquilizarla pero ella insistía a voz en grito: "¡¡¡Pascualitaaaaaa!!!" - Alguien señaló el parterre, había visto caer algo por allí. Un municipal llegó antes que yo y metió la mano entre las plantas que lo adornan. Me quedé helada. Si encontraba a la sirena no volveríamos a verla. El guardia sacó papeles, latas de refresco, incluso unas gafas de sol de entre la hojarasca, mientras yo me acercaba disimuladamente De repente dió un brinco seguido de una sarta de palabrotas, a cual más barriobajera, ¡Había encontrado a Pascualita! . Sacudía la mano con fuerza mientras "algo" se adhería a ella con uñas y sobre todo, dientes. La expectación de los mirones cambió hacia donde estaba el municipal. - ¿Qué le pasa a ese hombre? - Llegué hasta él y de un tirón arranqué a Pascualita y un trocito de carne que vino agarrado a su dentadura. Era tal el dolor que sentía el pobre que ni se fijó en mí. En seguida estuve rodeada de guardias que venían en ayuda de su compañero. Con toda naturalidad metí a la sirena en mi bolso y  fuí a ver a la abuela que no conseguía enderezarse dado la estrechez del descapotable.- La tengo - le dije y dí media vuelta - "¿No me ayudas?" pidió con voz lastimera - ¿Quiéres que diga que te encanta el chinchón? jajajaja... 

domingo, 20 de noviembre de 2011

A votar.

Las risas y los aplaúsos de la abuela llegaban hasta la cocina. ¿Qué estaría haciendo? Como no tenía intención de que me cayera mal el desayuno, seguí mojando la ensaïmada de los domingos en el cola cao mientras ojeaba el Diario pero pudo más la curiosidad y fui hasta la salita donde la abuela se lo estaba pasando en grande - ¿Qué haces? - "¡Mira si es lista Pascualita! Solo se lo he enseñado una vez y lo ha cogido al vuelo. Fíjate, le doy el sobre con la papeleta de la votación... lo coge con sus manitas ¿y qué crees que hará con él?... ¡Lo mete en la ranura!" - La ranura, ancha y larga, estaba hecha en la tapa de una caja de zapatos - ¿A que viene enseñarle ese jueguecito? - "No es ningún juego sino la esencia de la Democracia. Si algún día vuelve a su lugar de orígen la implantará. Será la primera sirena democrática." - Pero si no quieres soltarla al mar ¿cómo va a poder hacer eso? Además ¿cuándo has visto tú que los peces voten? - "Nunca, pero tampoco que no voten ¿quiére esto decir que tal cosa no se estila bajo el agua solo porque no lo hayamos visto? ¡Dí, so lista!" - Tendría que haber seguido mi primera intención y haber acabado el desayuno porque, ahora, se me estaba cerrando el estómago. Entonces, entre la verborrea de la abuela, acerté a escuchar ... "y cuando vaya a votar tú pondrás los sobres en las urnas" - ¡Estás loca! - salté como un resorte - ¿Te estás oyendo? ¡Pascualita es un bicho indocumentado! ¡No aparece en ningún libro de ciencia! ¡Es como si no existiera y tu quieres exponerla a la luz pública en un lugar lleno de gente! - "Bah, no se enterará nadie. Todo el mundo va a lo suyo. Unos buscando dónde votar... y los de las mesas bastante tienen con repasar una y otra vez las listas de nombres... Ay, me hubiese gustado tanto estar en una de esas mesas. Para la próxima vez tendré que enterarme de a quién debo "untar" para que me toque" - Debes ser la única persona de España dispuesta sobornar a quién sea para pasarte el día entero encerrada en un colegio electoral. - "Bueno, no hay por qué aburrirse, yo le daría vidilla al encierro. Siempre se puede provocar una discusión entre interventores de distintos partidos para estar entretenidos y si hay suerte, incluso salir por la tele..."
No la dejé ir sola pero no pude conseguir que dejara a Pascualita en casa. Estando en el colegio electoral fueron bastantes las personas que se acercaron a saludarla ¡viva el Baleares! gritó alguno viéndo la funda del termo en el que la sirena había entrado a duras penas. Delante de las urnas, con los sobres en la mano, la abuela tuvo un segundo de indecisión pero, afortunadamente, los metió ella. Respiré hondo porque el peligro se había alejado... aunque no mucho. Por la rendija del tapón del termo, Pascualita me tiró un chorrito de agua que dió de lleno en mi ojo - ¡Maldita sea! ¡Sardina rencorosa, te voy a hacer picadillo! - El dolor hizo que me apoyara en la mesa y tiré al suelo todo cuanto había en ella. Las personas que la presidían cayeron al suelo, asustados, creyéndose víctimas de un agitador exaltado.Yo gritaba y pataleaba como una fiera corrupia. Los de la Cruz Roja tuvieron que atender a los que recibieron mis patadas. La policía nacional pidió ayuda para poder reducirme. Yo lo veía todo rojo y me perdí el detalle de lo cachas que estaban. Finalmente, tendida en una camilla y medio sedada, oí la voz de la abuela diciéndole a los guardias: - ... " sí, sí, le pasan estas cosas cuando bebe chinchón..."

sábado, 19 de noviembre de 2011

He encontrado a la abuela, sentada junto a la bañera rosa, pensando en las musarañas o eso me ha parecido. Pascualita, a su vez, hacía otro tanto sobre el borde de su "acuario". - ¿Ha pasado algo? - silencio absoluto. como son tan teatreras, no he insistido y me he ido a trabajar pero al volver a mediodía, la situación en casa era la misma. El silencio solo era interrumpido por las zambullidas de la sirena, cosa que hacía sin salpicones.
En la cocina no había nada hecho; la radio estaba apagada y otro tanto le ocurría al televisor. Ya me estaba tocando las narices tanto ensimismamiento - ¿Hoy no se come en esta casa o qué? - La abuela pareció caer del guindo por breves instante para volver rápidamente a él - "En la nevera hay un pollo al ast que compré ayer. Caliéntalo y come" - ¿Y tú? - pero ya no me contestó. Volvió a revivir cuando fui a poner en marcha el televisor - "¡Ni se te ocurra! Hoy no es día de escuchar ni ver noticias sino de reflexionar.  Mañana tenemos que ir, inmaculadas de pensamiento, a votar" - ¿Has estado toda la mañana, mano sobre mano, para pensarte el voto? Creí que ya lo tenías decidido desde hace tiempo. - "Claro que sé a quién votar. Me importan un rábano los mítines, propagandas y demás gastos que se hubiesen podido ahorrar en tiempos de crisis pero soy demócrata de los pies a la cabeza y si hoy es el día de Reflexión, yo reflexiono como el que más" - ¡Madre mía, cómo está el patio! ¿Te vas a quedar todo el día así? pues yo lo siento mucho pero la tele la enciendo - Se levantó enfadada - "¡Eres una cantamañanas! Mañana irás tan pancha a votar sin pensar en los pros y los contras" - Todo eso ya lo he pensado antes y bien que me ha costado esta vez pero la decisión ya está tomada - "Venga. Pon la tele a ver si dan Corazón Corazón. y dáme un trozo de pollo que eres capáz de cómertelo todo... ¿Quiéres un poco, Pascualita?" - ¿Y su régimen. Ya lo has mandado a paseo? Piensa en lo que pesa cuando va colgada de tu cuello - "¡Tienes razón! Y mira que me repatea reconocerlo ... Mañana, antes de salir a votar probaré si cabe en el termo. Me gustaría porque así le podré poner un forro ..." - ¿Qué? ¿vas a desvelar a quién votas? - ¡Ni hablar! Llevará los colores de nuestro equipo, el Baleares, que por algo es, de momento, el mejor. Y mira, para que siga así, trae el chinchón y nos echamos unos brindis... sí, tú también Pascualita que nos lo hemos ganado con tanta reflexión jejejejeje...

viernes, 18 de noviembre de 2011

La abuela llegó a casa cargada de sobres -"¡Todo esto estaba en el buzón! Mira, hay de todos los colores. Es una pena que ya no pase el trapero comprando el papel  al peso porque nos podríamos pagar una merienda en C,an Joan de S,aigo con todo el que nos mandan los Partidos. A ver si llega pronto el domingo y se acaba el bombardeo de cuentos chinos" - No te veo muy ilusionada - "No lo estoy porque no me fío un pelo de ninguno. Todo lo pintan muy bonito pero, una vez sentados en el sillón ¡Ñaca! palo para los de siempre. Además, ya lo dice Matías..." - ¿Otro pretendiente? que carrerón llevas. A este paso entrarás en el libro de los Records - "Para el carro. Este aún no está en mi lista pero... todo se andará que torres más altas han caído jejejejeje. Es el periodista, Vallés" - Como lo nombras con tanta confianza - "Es como si fuese de la familia, en el Funeral siempre leo su periódico... dice que, votemos a quien votemos, lo hacemos a la Merkel y eso me ha recordado a un novio que tuve..." - ¿Rómpisteis? - "Rompió él. Se murió. Ahora su foto está puesta en la pared de los finados de la cafetería... pues decía que a estos alemanes había que atarlos corto porque sino, en dos días se hacían otra vez los reyes del mambo. Y no le faltaba razón. Así que pondré todos los sobres sobre la mesa y haré pinto, pinto, gorogorito... y al que le toque, ese será el que irá a la urna"- Por cierto, ya que has mencionado el Funeral ¿cómo se te ocurre colgar la foto de Pascualita? ¿No habíamos quedado en guardar el secreto? - "Sí, pero he pensado que la mejor manera de guardar un secreto es poniéndolo a la vista. Así nadie sospecha." - ¡Eres una inconsciente! Esta mañana me he pasado por allí y he comprobado la espectación que despierta la dichosa foto... - "¿Está guapa, eh?" - Necesitas ir al oculista cuanto antes. ¿Cuándo ha sido guapo ese bicho? Y encima la has hecho en grande para que se vea bien lo qué es - "Nadie puede adivinarlo porque solo se le ve la cara" - ¡Pero la tiene de pez raro! - "¡Tú si que eres rara!" - Para que no te pille de sorpresa, mira ¡aquí está la foto! - "¿La has robado?" - La he requisado que no es lo mismo - La abuela se ha puesto como una loca: "¡¡¡eres la vergüenza de la familia!!!, ¡¡¡me has dejado en ridículo!!!" Mientras gritaba daba patadas a los muebles en pleno ataque de ira. - ¡¡¡Dame la foto. Que me la des te digo!!!" - Pascualita, asombrada, miraba desde el borde de su "acuario" la "danza de la lluvia" que ejecutaba su amiga . En un arrebato, cogió a la sirena, la metió en el taper que estaba sin la tapa y salió como alma que lleva el diablo, hacia la puerta de la calle. Al abrirla casi se dió de bruces con la chismosa del 4º que dió un grito al ver la cara de la sirena asomando por el borde del bote - ¡¡¡Aaaaah!!! ¿Qué es eso? - "Mi tamagochi. ¿Qué pasa?" - le oí decir  amenazadora.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Pascualita está que trina. Por fin, después de mucho predicar en el desierto, la abuela me ha hecho caso y ha decidido no darle comida extra, así que ahora solo come pienso para peces ¡una vez al día! y la medida adecuada a su verdadero peso. Y hace gimnasia. La abuela pincha en un ganchillo un trocito de comida (cualquiera porque a la sirena le gusta todo), lo mete en el "acuario" y hace que Pascualita nade tras ella sin conseguir cogerla. Este ejercicio la deja agotada y enfadada, por lo tanto, peligrosa. Ahora no es solo a mí  a quien tira chorritos de agua a mala idea, la abuela también ha recibido alguno aunque sin consecuencias.
Mientras comemos, la sirena se sube al borde rosa y nos mira con cara de asesina en serie. Tiende las manitas, suplicantes, hacia nosotras, que fingimos no verlas. Después cambia de táctica y nos amenaza con sus dientes afiladísimos pero tampoco cuela. Estamos decididas, por el bien de ella, a que vuelva a tener el peso ideal.
Ahora la abuela tiene un problema cuando quiere salir a la calle porque ¿a ver quién es la guapa que coge a la sirena y la mete en el taper? Yo lo hago con el guante de acero y ella ha tenido que dejar su orgullo a un lado (¡bien que se reía de mí!) y hacer lo mismo. ¡Ah! y sin olvidar las gafas de sol.
De todas maneras, no acaba de convencerme su actitud firme ante las peticiones de comida de Pascualita. Nunca pensé que llevara las cosas tan a rajatabla así que indagué un poco - ¿No te da pena? al fin y al cabo la culpa es tuya por haberla acostumbrado a comer de todo - "No quiero hablar de eso" - Estoy muy orgullosa de tu comportamiento, abuela. Estás cumpliendo tu palabra. ¡Por fin me has hecho caso. No me lo puedo creer! - "Pues no te lo creas, que no es gracias a tí que estoy haciendo esto" - ¿Ah, no? pues yo pensaba que después de darte tanta matraca... - "¡Tú lo has dicho! ¡Eres más pesada que una vaca en brazos! ¿Cómo quieres que te tome en serio?" - Entonces... - "Ha sido Wenceslao quien me ha convencido. Y como tiene razón, le he hecho caso... El taper colgado del cuello es antiestético, tanto por lo grueso que es como por lo que pesa y el color chillón que tiene... ¡No va con mi personalidad ni con mi elegancia natural! en cambio el termo es más discreto y sus fundas denotan mi originalidad". - Así que era eso. Ya me parecía a mí... - Y ese Wenceslao ¿quién és? ¿un nuevo novio?- "Bueno, de momento es solo pretendiente" - ¿Con derecho a roce? - "¡Niña! eso no se le pregunta a una abuela... jijijiji... un poquito, sí" - ¡que tía!
La he pillado haciéndole una foto a Pascualita. Me ha dicho que era para tener un recuerdo - ¿Vas a devolverla al mar? - Por toda respuesta ha dado media vuelta y se ha largado. Al rato ha vuelto a recoger a la sirena y el bolso y ha vuelto a irse. Como me picaba la curiosidad, la he seguido.  Se parado en los chinos de la esquina y ha salido con un marco, luego ha ido al Funeral . Ha entrado blandiendo un sobre tamaño folio. En seguida la rodearon sus amistades. Yo me quedé en la puerta, algo escondida para que no me vieran pero teniendo la oreja bien dispuesta para oírlo todo -¡Niño, tráeme un chinchón que vengo seca! - (ella, siempre tan fina) Poco tiempo después alguien levantó el marco donde habían colocado... ¡¡¡la foto de Pascualita!!! ¡Esta mujer había perdido la cabeza! . Los amigos miraban con cara de asco el retrato. - "¡Venga, colgadlo en la pared de los finados!" - ¿Pero esto qué es? - Parece sacado de una película de miedo ¡Ahí no lo pongas que asustará al personal! - "Dejáos de historias. Todos tenéis alguien querido colgado de esa pared y yo no voy a ser menos" - Haber traido una foto de cuando vivía - "Lo siento pero no tengo otra" - Un momento... ¿no os recuerda a nadie? ... (yo tragué saliva) - Poco a poco, a todos les sonó esa cara  - Ya sé... ¡al gusano gordo que atacó a la pesada del funeral! (¡Oh, Dios!) - En un segundo todos estuvieron de acuerdo, entonces la abuela, tranquilamente, dijo: "¡Vaya, me habéis pillado! Lo encontré tan feo que no pude resistirme y le hice esta foto. Creo que merece estar aquí solo por lo que nos hizo reír  ¿Qué os parece?" - Estuvieron de acuerdo aunque, por sus caras, comprendí que no recordaban haberse reído durante el ataque sino antes pero la abuela tambièn tuvo solución para esa duda - ¡Niño, chinchón para todos!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Parece que la abuela quiere recupera el tiempo perdido y ha pasado de no digirnos la palabra a no parar de hablar.Y como, lo mismo se dirige a mí que a Pascualita, acabo con una empanada mental. Al cabo de un rato de escuchar su cháchara me desconecto, o sea, que la oigo pero no la escucho, en cambio la sirena está atenta todo el rato ¡que aguante tiene!.
Esta tarde ha cogido el bolso, el taper con Pascualita y se ha despedido diciendo - "Me voy al funeral" - Vale, abuela. Que te diviertas y cuidado con... - "¿Crees que voy a divertirme? que insensible eres. ¡Es que me hago cruces contigo!" - ¿A qué viene este chaparrón? ¿Qué he dicho ahora? ¿No vas a la cafetería? - "O sea, que me paso dos horas contándote las cosas y tú no te enteras de nada. ¡No prestas atención!. ¡No puedes ir por la vida metiendo la pata cada cinco minutos!... Voy al funeral de Rosendo, mi antiguo novio... ¿no te acuerdas de él, verdad?... Se te va el santo al cielo y te quedas tan ancha" - Perdona, cuando me lo has contado debía estar pensando en mis cosas... - "¿Tus cosas? ¿Pero hay algo más importante en tu anodina vida que la muerte de Rosendo?" - Pascualita se asomó al borde del taper para enterarse de lo que pasaba y yo me alejé un poco, por si acaso. - Siento lo de tu exnovio... ¿quiéres que te acompañe a la iglesia? - "No, porque luego iremos al Funeral" - ¿Luego? Pensaba que íbas directa allí... - "Pues no. Hemos quedado en reunirnos el grupo de amigos en el funeral y luego ya iremos para allá" - ¿Para dónde? - "¡Para el Funeral, hija. Despierta que estás en la higuera!" - ¡Es que no sé que me dices! ¿Vas al funeral, sí o no? - "¡¡¡Síííí!!! voy al funeral y desde allí nos iremos al Funeral" - O sea, ¿que hay dos muertos? - "Anda, déjalo, que aún llegaré tarde"
Por la noche, cuando regresaron, aún estaba yo dándole vueltas a la cabeza. No sé, pero tenía la impresión de haber mantenido con la abuela una charla de besugos. Venía con la cara muy seria, parecía impresionada. No recordaba al pobre Rosendo pero, a la vista estaba de que fue un novio muy importante para ella. ¡Ha tenido tantos! Quise congraciarme con ella y ofrecerle un poco de consuelo - ¿Estás bien? - "No. Creo que han descubierto a Pascualita" - ¿Qué dices? ¡estoy cansada de decirte que no te la lleves pero como eres una cabezona, nunca me haces caso! ¿Qué haremos ahora? ¿Qué ha pasado? - ¡No te pongas histérica! Aún no estoy segura... Estábamos en el funeral y a Conchi le ha sonado el móvil. Se ha puesto nerviosa y no atinaba a apagarlo mientras las notas de Paquito el chocolatero se oían por toda la iglesia. De los bancos de delante le llamaron la aención, entonces uno de mis amigos dijo ¡hey! (flojito, claro) siguiendo el ritmo. Los demás le hicimos coro y empezaron las risas entre nosotros. Como las teníamos que contener nos caían unos lagrimones como garbanzos. Del banco de atrás, un hombre me puso la mano en el hombro y me dijo unas palabras de consuelo que aún nos hicieron reír más porque había confundido la risa con el dolor. La de delante, girada ya hacia nosotros, nos dijo que no teníamos vergüenza y que nos fuéramos a reír a la calle. Estaba muy enfadada. Pascualita, al notar el movimiento convulsivo de la risa en mi pecho, se asomó para enterarse y al ver el dedo de la de enfrente, amenazádor, muy cerca de mi naríz, no se lo pensó dos veces. Se tiró a por él. Mordió y tiró con todas sus fuerzas hasta que logré arrancarla. La iglesia entera estaba pendiente del alboroto y los gritos y aspavientos de la metepatas. Logré escabullirme entre el jaleo y me fui al Funeral para calmar los nervios" - ¿pero no estabas ya en el fu ....? - "¡No empieces otra vez!... Anda, dame una copita de chinchón que aún estoy un poco nerviosa... Mejor, deja la botella. Es que allí se les había acabado" - ¿Allí? ¿dónde? - ¡En el Funeral! ... ¿quieres un poco, Pascualita?"

martes, 15 de noviembre de 2011

Para terminar de suavizar las relaciones familiares he invitado a la abuela al cine. Tanto ella como yo hacía siglos que no íbamos y parecíamos niñas con zapatos nuevos.
Después de un buen rato de cola, llegamos ante la taquilla donde quedé boquiabierta ¿"aquello" eran los precios?. Iba a pedir dos de general, de las más baratitas cuando la abuela, echa un manojo de nervios gritó  - ¡¡¡Que te den las gafas! ¡Quiero verla con gafas, por favor!!! - ¿Cón gafas? pero si es mucho más caro - "¿Tu quiéres que hagamos las paces, verdad? me dijo con una media sonrisa sibilina.
Al poco rato de haber empezado la película ya estaba mareada y cansada de dar gritos pensando que todo lo que se tiraba, atacaba o volaba, caería sobre mí. En cambio la abuela estaba tan campante, muy metida en la historia y pasándoselo en grande. Al apartar los ojos de la pantalla me entretuve observando las reacciones de la abuela y fue entonces cuando ví que algo reptaba por su jersey,  fui a quitárselo cuando una mano, venido del otro lado, pegó un manotazo a la "cosa" lanzándola tres filas de butacas más allá. La abuela se puso de pie de un saltó y dio un tortazo al de la mano que se oyó en toda la sala, después miró el taper que llevaba colgado del cuello y a voz en grito, dijo :¡¡¡Pascualitaaaaaaa!!!. Mientras tanto, tres filas más allá se había formado un revuelo y gracias a las luces de la pantalla, pude ver al gordo gusano en que se había transformado la sirena, volar de un lado al otro del patio de butacas como si fuera la pelota de tenis. Todo eran gritos, espantos y manotazos. Yo corría como una loca intentando agarrarla, tropezando con unos y otros, siendo zarandeada por gente a la que acababa de pisar el callo, intentando meterme a duras penas en las filas de butacas y lanzándome a por Pascualita como un portero de fútbol, cayendo sobre los espectadores, cada vez que pasaba cerca de mí y sin conseguir cojérla. Al final se encendieron las luces de la sala. Entonces ví venir a Pascualita en un vuelo rasante y me tiré a por ella aterrizando cuan larga era , en el pasillo. Antes de levantarme la escondí en mi escote sin pensar en las consecuencias de esta acción ya que bastante tenía con la bronca y los insultos que recibía del público. Oí a unos chicos gritar: ¡Y luego dicen que los gamberros somos nosotros!
Al llegar a la calle, lejos de miradas extrañas, examiné a Pascualita. Estaba lacia, desmayada, roja a causa de los golpes recibidos y la sangre que casi la cubría. Luego ví que no era suya. Tenía trocitos de carne entre los dientes.La sirena vendió cara su vida. Más de uno o una, estaría ahora llorando, sin saber explicar qué era lo que le había mordido y causado tanto dolor.
Nos fuímos de allí, amparadas entre las sombras. Afortunadamente el autobús acababa de llegar a la parada.Ya en casa, Pascualita estuvo mucho rato tumbada en la arena del fondo del "acuario". Cuando más preocupadas estábamos por ella, la vimos levantarse y subirse al borde rosa. Nos miró con sus ojos saltones y dió un salto mortal hacia atrás, una y otra vez, sin descanso. La abuela aplaudía felíz. - "¡¡¡Mírala, se lo ha pasado en grande!!! Bien está lo que bien acaba pero yo con ellas no vuelvo al cine.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El móvil sigue bajo el agua y la abuela ni nos mira a Pascualita y a mí. Nos ha borrado de su lista de amistades. Ahora soy yo quién da de comer a la sirena y tengo que hacerme la comida. Nos está saliendo cara la victoria. Pascualita pasa más tiempo en el borde de la bañera rosa que en remojo, con la vista fija en la abuela, pendiente de sus movimientos, ansiosa porque todo vuelva a ser como antes. Quizás la pobre no sepa lo que es el rencor pero la abuela sí y el dolor de la mano, que aún está un poco hinchada, no deja de recordarle la faena que le hicimos. He pensado que podría regalarle un móvil nuevo pero,con lo orgullosa que es, no sé si lo aceptaría
Hablo y hablo con la sirena, haciendo planes que ayuden a descongelar la atmósfera gélida que hay en casa pero no encuentro ninguno razonable, claro que... ¿y si fuera estrambótico?, vamos, como ella.
A la hora de la comida miro con envidia su plato: unos canelones que huelen a gloria frente a mis patatas al vapor con unas tristes espinacas hechas por mí. Decido que esto no puede seguir así y me arriesgo - ¿Te has enterado de lo del Urdangarín? - "¿Quién es ese?... ah, sí... ¿qué le pasa?" - Se ha comprado tres pisos en Palma... - "¿Y?" - Chascando los dedos - "¿Qué quires decir?" - Sin pasar pena, vamos - "Esta gente, ya se sabe... " - Y los hemos pagado tú y yo - (ha levantado los ojos del plato y me ha mirado) - "Con mi paga ... No es verdad..." - Bueno. Tu misma... - "Esta gente tiene dinero..." - Ya. Pasó cuando estaba Matas... (lo dejé caer porque no lo puede ver desde que se compró el palacete) - "¡¿Cogieron mí dinero?! Pero si les sobra" - El dinero nunca sobra, abuela. - Se levantó de un salto, fue a su cuarto a por el bolso y salió como una flecha - ¿A dónde vas? - "A sacar los ahorros del banco. ¡Son míos y no quiero que me los toquen!" - A estas horas ya está cerrado. Come tranquila - "¡¿Tranquila?! ¡Yo no tengo la sangre de horchata como tú!" - (siempre me cae alguna andanada) Durante un rato no hizo más que remugar. Pascualita y yo estábamos expectantes para ver por donde salía. Por fin dijo algo inteligible - "... lo tienen todo, hasta lo que les harán cuando mueran" - (¡Ahora la tenía donde quería!) - Tu también puedes saber eso - "¿El qué?" - Lo que se hará cuando te mueras - "¡Vaya cosa! ¿Qué me van a hacer? pues lo que a todo el mundo" - Solo si tu quieres... Se me ocurre una idea. Imaginemos que ya te has muerto y pensemos cómo te gustaría que fuese todo el ceremonial que conlleva. Piensa que es el último acto social de nuestra vida - "Tienes razón" - Mientras daba vueltas a su cabeza tiró, distraídamente, un poco de lasaña al "acuario". Pascualita se zambulló inmediatamente, a por él. - "Quiero que me maquillen y me quiten unos cuantos años... unos diez. No quiero funeral, es una pesadez... el velatorio sí, por supuesto. Mis amistades deben verme y envidiarme por mi buen aspecto - (¡Jesús!)  - Me encantaría un bonito responso mientras suena el Mediterráneo de Serrat. Sería un buen colofón a mi vida... ¡Oh, sí. Me encanta! Después de dejarme en el crematorio, me gustaría que os acordárais de mi ante una buena taza de chocolate con ensaimadas..." - ¿Con todos tus amigos del Funeral y la familia?¡Saldrá por un ojo de la cara! - "No te peocupes, hija. Esta misma tarde iré al notario para que incluya una cláusula en mi testamento que diga que es mi último deseo que la factura la pague el Duque. Será como si la pagara yo ¿no te parece? jejejejeje... Ay, parece que me has levantado el ánimo... ¿quieres más lasaña, Pascualita?

domingo, 13 de noviembre de 2011

La abuela vino del Funeral con un móvil en el bolso. -"¡Mira!" - dijo, blandiéndolo como si fuera un trofeo de caza. - ¿De dónde has sacado eso? - "Me lo ha regalado un admirador" - dijo, risueña. - ¿Otro candidato a "abuelito"? - "Nunca se sabe cuando saltará la liebre... voy hasta la papelería a cargarlo" - Ah, ¿te lo ha dado descargado? Que poca consideración. - "No empieces. Es un pensionista y no puede hacer dispendios, menos mal que tiene la paga de su mujer..." - ¿Tiene mujer? abuela, ¿te estás entrometiendo en un matrimonio? Esto ya pasa de castaño oscuro. En cuanto veas a ese adúltero le devuelves el teléfono. - "¡Ni hablar del peluquín!... y no voy a romper ningún matrimonio. Ella es amiga mía..." - ¡Huy! peor me lo pones. Anda que no hay divorcios causados por "buenas amigas" - "Calla, que no sabes lo que dices. Me han dado el móvil..." - ¿Ahora es "han" en lugar de "ha"? - "¡Mira que te gusta liar las cosas! Su nieto le ha regalado uno nuevo y como hace tiempo que voy detrás de tener uno, me ha dado el viejo. ¿A ver, dónde está el daño?" - Visto así, no lo veo pero, al entrar, has hablado de un admirador. De todas maneras, vete con ojo que pueden acabar hinchándote el tuyo.
Toda la mañana se la ha pasado refunfuñando, después, ya más calmada, ha cogido el móvil (su nuevo juguete) y ha hablado con su pandilla. Entre decirles que "Ya tengo móvil... Es monísimo... Es rojo... ¡Que ilusión!... Llámame, anda...En misa le pondré el vibrador ¡Huy, que erótico ha sonado eso jajajaja y en la iglesia jajajaja... ¿No te salen bien las torrijas? bueno, apunta... - Esto ha continuado durante la comida. Se le ha quedado todo frío pero no le ha importado o no se ha enterado. No he podido hablar una sola palabra con ella. Pascualita, sentada en el borde de su "acuario" rosa, no la perdía de vista. Parecía desconcertada porque su amiga no se dirigía a ella comentándole el telediario o dándole trocitos de nuestra comida. Me dio pena el pobre bicho pero no había nada que hacer. El móvil nos había arrinconado a las dos, solo había que esperar a que remitiera esa fiebre.
Me dispuse a ver la novela de la tarde pero no me podía concentrar con tanta cháchara porque, esa es otra, no dejaba hablar tampoco a quién estuviera al otro lado de la línea. Al llegar la noche, sino perdía fuelle antes, la abuela tendría que poner la lengua en remojo para descansarla.¡Que pesada!
Sobre las ocho de la tarde yo ya no podía más ¿cuándo se le acabará el saldo? pensaba. Pascualita, tan harta como yo, optó por tumbarse sobre la arena del fondo a esperar que amainara el torrente de palabras. Entonces, en un arrebato, me levanté, fuí hacia la abuela, le cogí el móvil y lo tiré al "acuario". Fue visto y no visto y no le dió tiempo a reaccionar. Quedó muda de repente, después gritó - "¡Estás loca! y metió la mano en el agua para recoger su teléfono pero Pascualita llegó antes y se sentó encima. - "¡Dámelo, hija, que se va a estropear! Inmediatamente, la abuela se echò hacia atrás ¿qué ocurría?. La sirena, que es más lista que el hambre, sacó a pasear su temida dentadura de tiburón defendiendo su botín - "¡Pascualita. Que soy yo! ¿Qué te pasa?" - Un nuevo intento de la abuela, esta vez, poco a poco y con mucha cautela, tampoco tuvo exito porque Pascualita, esta vez, atacó y mordió la mano de su amiga con las mismas ganas con las que me mordía a mí. La abuela gritó, pataleó, juró en arameo, pidió socorro y a punto estuvo de tirar el "acuario" al suelo de una patada. - "¡¡¡Cómo duele, hija de ..a!!! . ¡¡¡Te mataré!!! . ¡¡¡Haré caldo de pescado contigo!!! ..."- Cuando pude sujetarla, la mano ya era el doble de lo normal. Le dí un calmante y se acostó. Volví junto a la sirena y por primera vez, se dejó tocar por mí. Habíamos ganado la batalla.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Ha sido tal el portazo que ha dado la abuela al entrar en casa que se han movido las paredes como si se tratara de un terremoto de fuerza 5. Venía con un fuerte ataque de asma y se  ha ido derecha a por su panacea. Ha metido a Pascualita, sin ningún miramiento, en el taper y se lo ha colgado del cuello. Poco a poco se ha ido calmando, yo diría que por efecto de los medicamentos, ella por la cercanía con la sirena.
Cuando por fin ha recuperado el resuello me ha contado el por qué de su enfado: - "¡Es que ya no sabe una a quién votar. Nos engañan desde el minuto uno de la campaña electoral. Nos tratan como a críos de pecho contándonos milongas, enmascarando las barrabasadas que han hecho con cuentos chinos y echando su porquería al vecino! ¡Ganas me dan de no votar. Todos son iguales!" - No todos, abue... - "¡Digo todos y tengo más razón que un santo! que manía tienes de ver las cosas siempre por el lado bueno ¿Es qué no has visto lo que hay en la calle? Yo no sé que es lo que miras cuando vas por ahí, seguro que vas pensando en las musarañas ¡siempre estás alelada! - Viendo que estaba desplazando el punto de mira de su enfado hacia mí me apresuré a volver a la senda inicial. - Concretamente ¿qué es lo que te ha enfadado? - "¿Quieres decir qué cosa? Pues mira, sin ir más lejos, los carteles. Esos que cuelgan de las farolas de dos en dos. ¿No me digas que no es una mentira como una casa?" - que yo recuerde allí solo ponen la foto del candidato y las siglas del partido con el lema - "¡Exacto! Y ahí está la primera mentira de las muchas que vendrán después a medida que vayan abriendo la boca para vendernos la burra. He visto la foto de uno de los candidatos y debe ser la de su Primera Comunión porque tiene la cara lisa como el culito de  un bebé. ¿Dónde están esas arrugas que yo le he visto en la tele o en la calle, cruzándome con él? ¿Qué pasa, que la arruga ya no es bella? ¿Hay que ser un guayabo para ir al Senado o al Congreso? ¿Te das cuenta? ¡Todo mentira desde el primer momento! ¿Cómo vas a fiarte de esta gente? ¡Estoy indignada! y preocupada porque presiento que, si mienten en eso, lo harán también con mi pensión ¡Y eso no lo voy a consentir. Si es preciso, monto un partido político y le cantaré las verdades de barquero al lucero del alba!- Fui a prepararle una tila porque, si seguía con el enfado, no le serviría ni Pascualita cuando le diera el próximo ataque.
Más tarde, mientras comíamos, me dio la risa floja - "¿Qué pasa ahora?" - Me ha venido a la cabeza tu idea de montar un partido político jejejejeje... Tú de Presidenta y jejejeje... Pascualita de Vicepresidenta... cualquiera os tose jejejeje... que menudas sois las dos. Mostrando tu genio y sus dientes seguro que os elegirían para la Presidencia del Gobierno y ¡que tiemble Zarkozy y Merkel! ¿Te imaginas que Pascualita los descubriera jugando a fastidiar a los europeos? La naríz del francés es un gran espacio para que la sirena hundiera en él sus dientes a placer ¿Y qué me dices del generoso escote de la alemana? Imagínatelos lagrimeando, sorbiendo mocos y gritando: ¡no lo haremos más. Perdón, perdón! Y que, en ese momento, entraran los orondos banqueros que nos rigen. ¡La culpa es de ellos, de los banqueros. Nosotros somos unos mandaos! jejejejeje, ¡que acusicas! - "¡Sí, nos los íbamos a merendar con patatas jajajajaja... ¿Qué te parece, Pascualita" - La sirena nos miraba fijamente desde el borde del "acuario" entonces dió un salto mortal hacia atrás y se zambulló. La abuela, riendo, dijo -"¡Le ha gustado la idea!"

viernes, 11 de noviembre de 2011

Estoy pensando en las veces en que la abuela me ha hecho caso...¿?... ninguna. Y hoy  no iba a ser la excepción. Antes de que llamaran al interfono ya estaba lista y sentada junto a la puerta. Se había puesto chándal, chirucas, un pañuelo floreado a la cabeza para no despeinarse; el termo ha sido sustituído por un taper más ancho, rodeado por una cinta para colgarlo del cuello. La tapa lleva una tapita adicional que la abuela mantenía abierta y por la que, apenas puede sacar la cabeza Pascualita. Y sobre el regazo descansaba un cesto: - ¿Y eso? - le pregunté enfurruñada - "Para llenarlo de setas" - ¿vas al mercado? Te advierto que están caras - No me contestó porque en ese momento sonó el telefonillo - "¡Ya bajo, cariño!" Me asomé al balcón. En la calle había una vespa con sidecar y un motorista con casco, eso fue todo lo que ví. Un momento después la abuela, Pascualita y el motorista desparecieron al girar la esquina.
A las cinco de la tarde aún no habían vuelto y lo peor fue que tuve que hacerme yo la comida cuando llegué de trabajar. Luego me dije que por la noche compensaría  la triste tortilla francesa por unas ricas setas a la plancha.
Había oscurecido cuando oí girar la llave en la cerradura - ¡Por fín habéis llegado! ¡A ver esas setas!- Por toda respuesta puso el cesto sobre la mesa con muy malos modos - "¡Toma setas! ¿Te parecen pocas? Pues al listo del ingeniero agrónomo (¿ya no era "cariño"?) al que he ganado porque he recogido más que él, se lo comía la envidia y me ha dicho que "así" no vale. ¿Cómo qué no vale, imbécil? ¡Me ha sacado de mis casillas! ¡Si no sabes buscar setas no te la des de entendido! le he dicho. ¿sabes que me ha contestado? ¡Que las podía tirar todas! ¡Menudo mequetrefe! Así podría ir él presumiendo de que ha recogido más que yo... Esa ha sido una de las discusiones pero ¡ha habido más! ¡Es un mete patas! Menos mal que lo he descubierto antes de que la relación fuera a más..." - ¿Ya me he vuelto a quedar sin "abuelito"? - he preguntado con cara inocente - "¡Por suerte! ¡Menuda pieza el tipo ese!... Después, haciendo un alarde de mala educación, porque no me ha pedido permiso, me ha quitado el taper sin darme cuenta..." - ¿Del cuello y no te has enterado? - "pensé que quería abrazarme pero no, quería beber agua y antes de que pudiera reaccionar , ha pegado un buen trago. Y ahí se ha armado el pitote. Al tragar el agua de mar ha empezado a toser y ahogarse porque no podía quitarse el cacharro de los labios ya que Pascualita, al ver invadida su intimidad, le ha pegado un mordisco, sin soltar, junto al bigote, justo cuando yo tiraba del taper para que no descubriera a la sirena. Al final creo que ha ido a urgencias porque se le ha desprendido un trocito de labio. No veas cómo sangraba pero ya sabes lo exagerados que son los hombres" - ¿No le has acompañado? - "Para qué si nuestra relación se rompió cuando me dijo que tirara las setas. El pasado, pasado está" - Pascualita pasó a su "acuario" llevando, aún, un pelo del bigote enredado en su "melena".
Al colocar las setas en una bandeja no ví ninguna que me diera buena espina. La abuela ya había puesto la plancha a calentar para asarlas pero yo no tenía coraje para comerme ninguna y sobre todo para decírselo. Se me ocurrió una cosa - Prefiero hacerlas en la sartén con unos ajos y vino ¿qué te parece? - le pareció bien - y podemos usar la cuchara de plata de mi comunión para removerlas... - "¿por qué?" - por curiosidad. Dicen que si alguna es venenosa, la plata se oscurece... ¿hacemos la prueba? - Estaba tan cansada que dijo sí a todo. Veinte minutos después tiramos la cosecha de setas a la basura junto con la cuchara de plata

jueves, 10 de noviembre de 2011

Al volver del trabajo me encontré a la abuela, cuter en mano, abriendo una ventana en la bañera rosa, a la altura del agua. Pascualita, subida en el borde, parecía seguir atentamente las explicaciones que, con todo lujo de detalles, le daba su amiga. Siempre me asombra la gran sintonía que hay entre ellas.
¿Esta es la gran idea que ha tenido tú pretendiente? Para eso no hace falta estudiar mucho - "Estás equivocada. Es ingeniero agrónomo. A ver si te crees que me junto con cualquiera... Por cierto, si te hubieses estirado un poco, ahora no tendría que estar haciendo esto pero como eres más agarrada que un chotis, la pobre Pascualita tiene que con formarse con este apaño" - Pues ya puede ir dando gracias de que le he comprado esta bañera porque, después de lo que me hizo, no se merece nada. - "A saber qué le harías tú. Menos mal que sabe que la quiero porque sino ¡que triste sería su destino!" dijo lloriqueando - Pues yo creo que no, porque haría tiempo que habría vuelto a su casa, que es dónde debería estar. - "¿A su casa?. ¿Ya estás otra vez con eso? Se la habrían comido en el mismo momento en que tocara el agua" - Si la hubieses visto cuando me atacó no pensarías así ¡pobre del pez que se le acercara!... Bueno, dejemos este tema porque nunca nos pondremos de acuerdo y cuéntame cosas de mi "futuro" abuelo... jejejeje - "¡Ya estamos con las risitas! Nunca te tomas en serio mis temas amorosos" - Es que son tantos ya los "futuros" abuelos de los que he oído hablar que ya he perdido la cuenta... Dime ¿este también tiene descapotable? - "No. Tiene una vespa con sidecar" - ¡Anda! ¿Es un tacataca de última generación? - "¿Es que  no sabes qué es una vespa?" - Claro, una moto... ¿tiene una moto? - "Con sidecar. No veas como que farda" - Estás bajando de categoría, abuela, porque has pasado de un "descapotable" a una simple vespa jajajajaja - "No sé si eres tonta o te mueres de envidia. Mi novio es un hombre muy guapo y muy atento. Fíjate que me  ha dejado su cuter para hacer este trabajo" - ¡Cuidado, no vaya a romperse un hueso! jajajaja - "Bueno ¡ya está bien! Cuando te pones tan tonta me dan ganas de traérlo a casa para que veas que no te digo mentiras pero, como eres tan trasto, tengo miedo de que salga mal parado como el anterior" - ¡Eh. que tampoco fue culpa mía! - "Que cansino es tener una nieta que se cree perfecta"
Mientras comíamos, Pascualita, nos miraba, asomada a la ventana de la bañera - Tendrías que haberla hecho más grande y así podría sentarse - "¡Ya está Doña Perfecta poniendo pegas!" - Abuela, ¿cuántos años tiene tu novio? -"¿otra vez con el temita?" - Es que no me fío de que vayas con él en la moto. Piensa que si le da un patatús yendo en marcha, no lo contáis - "¿Para qué se han hecho los cascos?... Ah, por cierto, esta tarde Pascualita vendrá con nosotros a dar un paseo. Iremos en el sidecar y ..." - ¡Ni hablar del peluquín! - (pasó de mí olímpicamente) sabrá lo que es sentir el viento en la cara y la sensación de velocidad" - ¡No puede darle el viento en la cara. Es un pez. No necesita aire sino agua ¿cuándo lo entenderás? Además, tu novio no debe verla - "Pero si ya es de la familia" - ¿Cómo los anteriores que te ha durado un telediario? ¡He dicho que no te la llevas y no hay más que hablar! - y no hablé más porque un chorrito de agua me dio en la cara, muy cerca del ojo. Pascualita debió pensar que nos estábamos peleando, como así era aunque sin que llegara la sangre al río y salió, como siempre, en defensa de su amiga. Afortunadamente, esta vez no acertó el tiro porque yo me movía mucho pero debo recordar siempre, comer con las gafas de sol puestas.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El nuevo "acuario"

 Estoy reponiéndome del feroz ataque de Pascualita; de la bronca monumental de la abuela a la que no puedo hacer entender que la culpa del destrozo del acuario no fue mía sino de ella por consentir que su amiga metiera allí a su pez; de la atontada esa al no darse cuenta de que los peces de agua dulce no son compatibles con el agua salada y de la histérica de Pascualita que si no me ataca no está contenta.
A la vecina la he dejado por imposible, ya no trato de convencerla de nada porque, cuando me ve no me deja hablar, solo sabe decir ¡Egoísta, más que egoísta! Por tu culpa mi Anacleto está malito ¡Egoísta! . Es como un mantra, pesado y repetitivo. Menudo chaparrón me ha caído encima, más grande que la cantidad de litros de cuando se rompió el dichoso acuario. Por cierto, a causa de ello tengo un constipado de tres pares de narices y en lugar de darme calditos y tisanas, la abuela me dice (con toda su mala leche) : - "Así aprenderás a ir con cuidado con las cosas ¡Manirrota! ¡Aprende de mí que aún uso el orinal de cuando me casé y está nuevo como el primer día!"
He visitado un montón de tiendas de segunda mano pero no he encontrado ningún acuario, al final he recurrido a las tiendas de chinos y lo más parecido que he encontrado es una bañera de bebé, de plástico duro, rosa. Ocupa mucho menos sitio en el comedor pero es antiestética, por lo menos para mí, a la abuela, en cambio, ese rosa chicle le encanta, dice que da glamour y originalidad a la sala por qué, a ver ¿en cuántos comedores hay algo así decorando y dando alegría con ese bonito color? No he abierto la boca, bien está lo que bien acaba además, en cuanto entro allí me pongo las gafas de sol y el rosa no me asalta. La rencorosa de Pascualita me tira chorritos de agua cuando menos me lo espero. Creo que a ella no le ha gustado el cambio porque, como no se suba al borde, no nos ve. La abuela ha dicho que ésta tarde arreglará este asunto, no sé cómo pero viniendo de ella me espero cualquier cosa. Lo único que he sacado en claro es que su pretendiente (¿otro?) le ha dado la idea. - ¿Le has hablado a un desconocido de Pascualita? - ¡Claro que no! ¿crees que soy tan tonta como tú?... Le he dicho que tengo una tortuga muy cotilla a la que le gusta mirarme cuando como..." - Se habrá quedado a cuadros con esta explicación - "... pues no, porque lo que yo le digo va a misa... Por cierto, no le llames "desconocido" de esa manera despectiva porque puede que, en breve, se convierta en tu abuelo" - ¿Ya le has contado que tienes un orinal para compartir con él? - A veces a mi también me sale la mala uva.

martes, 8 de noviembre de 2011

8 de noviembre de 2011

Le he comprado a Pascualita un acuario de 2ª o 3ª mano. Necesita hacer ejercicio porque se está poniendo como una ballena (menos mal que no crece sino nos echa de casa). Cuando ví el acuario no me pareció tan grande, claro que estaba entre un montón de trastos en un almacen de compra-venta pero al ponerlo en casa ha sido como meter en ella el océano Pacífico. Hace dos metros de largo y me ha tocado mover muebles, vaciando una pared para poder colocarlo. La abuela se ha escaqueado. Eso sí, ha dado la vara todo el tiempo:" más a la derecha... un pelín más... ¡ya te has pasado, es que no tienes mesura. Haz las cosas con cariño y no a la buena de Dios como siempre" - me he tenido que contener para no tirarle algo a la cabeza. Después he llamado a una amiga con coche para que me ayudara a trajinar el agua. Hemos hecho unos cuantos viajes a la playa cargadas de bidones. El trajín ha sido largo y pesado porque el acuario no se llena con cinco o seis bidones. Al final pensé que los brazos se me habían alargado por la cantidad de peso que habían transportado. He rematado el trabajo poniendo arena en el fondo y sembrando algas, colocando piedras porosas para que la sirena pueda jugar entrando y saliendo por sus agujeros... cuando pierda peso, espero que ahora  no lo haga porque se atascará. Un barquito pirata hundido, el cofre del tesoro abierto, en fin, que ha quedado chulísimo. La abuela, que siempre tiene que decir la última palabra, ha dicho que nunca había visto un acuario tan hortera - ¿Hortera? ¿cuántos has visto en tu vida? - Que mal me han sentado sus palabras después de lo que he trabajado - "Reconoce que la decoración no es lo tuyo, hija y no estés siempre a la defensiva cuando te hablo... Mira, cuando llegue Navidad lo adornaré yo y verás lo que es tener gusto para las cosas" . Menos mal que han llamado a la puerta porque la discusión hubiese subido de tono.
Mientras yo iba a abrir, la abuela ha escondido a Pascualita n mi cuarto. Era su amiga del 4º, una chismosa meteméntodo a la que no aguanto y más cuando se juntan las dos. En cuanto a visto el acuario todo han sido aspavientos hasta que se ha fijado que dentro no había ningún pez. -¡Mira, como el aeropuerto de Castellón, aquel no tiene aviones y esto no tiene peces! ¡que desperdicio! - "Es que aún no los hemos comprado pero, esta misma tarde iremos a por unos cuantos" - ¿Cómo que unos cuantos? ¡Pero si aquí caben un montón! ¡Que pena, unos tantos y otros tan poco! - "¿De qué hablas?" - Mi pobre Anacleto solo tiene una mísera pecera en la que casi  no puede moverse - "Cómprale una más grande" - ¡No puedo! ¡Soy pensionista! y estoy sola, no como tú que tienes a la nieta que gana un jornal - "¡Tampoco es para tanto, no creas! A ésta no la mueve la ambición y así nos va" -Me despedí lo más educadamente que pude y puse tierra por medio.
Unas horas después regresé a casa, libre ya de la visita. Sobre la mesa una nota de la abuela me decía que se había ido al Funeral. Siempre pienso que se ha muerto alguien cuando nombra a su bar favorito. Me acerqué al acuario y vi que seguía vacío. Con la cháchara, a la abuela se le había olvidado meter a Pascualita, así que cogí la pecera que seguía en mi cuarto y la vacié en él. Me senté a ver su reacción . Al principio pareció asombrada de verse tan ancha y con tanta agua. Recorrió el acuario como si calculara su capacidad, luego descendió, fijándose y tocando todo cuanto había en el fondo. De repente dió un respingo y quedó tiesa, espectante ¿Qué le pasaba?  ¿Sería alérgica a alguna de las algas? pero no, porque, inmediatamente, un pez rojo, de esos que hay en todas las peceras, salió disparado hacia el barco pirata. Pascualita estuvo en un trís de agarrarlo pero su grosor le impidió entrar en la bodega donde se había escondido el otro. La sirena me miró como diciendo ¿quién ha puesto esto aquí?
Cogí la redecilla para pescarla pero no se dejó, se revolvió como una fiera y de una dentellada cortó la fina red y otra vez montó guardia delante del barco. No iba a dejar escapar a su presa.  Entonces fui a por el guante de acero y un colador. Caí en la cuenta de que esos peces rojos son de agua dulce, debía sacarlo de allí sin que Pascualita se lo comiera. Peleé como una leona, con la mano enguantada, para agarrar a la sirena
mientras con la otra, armada con el colador, intentaba hacer salir al pececito. Por fin salió, medio muerto de asfixia y fue fácil pescarlo. Inmediatamente lo metí en la pecera llena con agua dulce. Sabía que Pascualita no me perdonaría aquella traición y así fue. Me atacó como si fuera un tiburón blanco venido a menos. Sus dientes se estrellaban una y otra vez, en el acero del guante, entonces saltó hacia mi cara al tiempo que me lanzaba chorritos de agua a los ojos. Alguno medio de lleno y mientras me los protegía sentí un mordisco dolorosísimo en el brazo. Mis manos eran aspas de molino en movimiento. Sin saber lo que hacía, porque no veía nada, reboté contra el acuario una y otra vez hasta que se abrió por las juntas y muchos litros de agua se me vinieron encima. A duras penas pude meter a Pascualita en una olla con agua de mar.
Cuando llegaron la abuela y la vecina ya estaba todo recogido. Desde mi cuarto, donde me reponía de los ataques de la sirena, oí la voz alterada de la del 4º - ¡Que egoísta es esa nieta tuya! Prefiere ver el acuario vacío a dejar que disfrute en él mi pobre Anacleto! ¡Míralo, lo ha metido en la pecera! A veces más vale estar sola que mal acompañada. - La abuela parecía no escucharla, solo ha la oído comentar - "¿Y el acuario"?

lunes, 7 de noviembre de 2011

7 de noviembre de 2011

Las deudas tiene que pagarse y si se le deben a la abuela, más. Acordamos el día en que la llevaría a cenar por haber perdido en el juego de ligar. Había pensado en un chiringuito, algo baratito para no desequilibrar el presupuesto pero, mi gozo en un pozo. Ella decidió por mí y yo sentí el temblor que se apoderó de mi cartera. En vista de que había perdido por goleada y encima, hice trampas, me impuso como penitencia, ir al restaurante de más categoría de la ciudad. - ¡No lo puedo pagar! - "Siempre te quedará el recurso de fregarles los platos". No hubo manera de convencerla por más que lloré y pataleé. - "Además de sosa, eres de la Virgen de Puño... que desastre de mujer ¡así no te voy a casar nunca!" 
Para rematar la jugada Pascualita y yo amanecimos resacosas, con mal cuerpo y jurándo (en mi caso) a todos los dioses, que nunca más probaría el chinchón (promesa que ya he roto no sé cuantas veces) la abuela, en cambio, estaba como una rosa. Muy activa y cantando a voz en grito, para que la oyeran las vecinas, "¡¡¡Esta noche será de tronío. Cenaré como una reina y no paragaré un eurillo!!!" - No sé cuantas pastillas me tomé contra el dolor de cabeza. Pascualita no emergió en todo el día, se lo pasó echada sobre el montón de arena del fondo de la pecera. Por la noche la abuela se puso de punta en blanco (o lo que sea que ella considera el colmo de la elegancia) y me obligó a hacer lo mismo porque "no debemos desentonar" - Al salir, metió a Pascualita en el termo. Yo iba de luto riguroso para el entierro de mis ahorros de un año en la caja registradora del restaurante.
Desde que entramos, la abuela no paró de dar el espectáculo, como siempre- ¡Ooooooooh. Que bonito! ¡Mira, mira, aquella tía lo elegante que va...¡Oiga... sí, usted...! ¿Dónde se ha comprado esa blusa? ¡Me encanta! En los chinos de al lado de casa he visto una igual ¡Me la compraré!" - Abuela, calla - Al camarero le pidió de todo - ¿Vas a comerte todo eso? - "Haré lo que pueda y si queda algo, este señor tan atento lo meterá en una bolsa que traigo del Pryca y nos lo comemos mañana" - y le dió la bolsa de plástico al camarero que debía estar viendo visiones. Destapó el termo para que Pascualita no se perdiera detalle, entonce ví que a penas cabía en él. La sirena había engordado y no nos habíamos dado cuenta. Se lo comenté a la abuela - "Creo que sí porque tengo que meterla a presión" - No es raro ya que a todas horas le da de comer, incluyendo el pienso para peces que no escatima y encima no hace ejercicio. Eso me preocupó mientras comía mi sopa de tomate, carísima. No pedí nada más porque tenía el estómago cerrado al pensar en la factura que tendría que pagar y por la cháchara que la abuela compartía con las mesas de al lado molestando a todo el mundo. Pascualita, mientras, hacía esfuerzos para desencajarse del termo, metió la tripa, tomó impulso y salió despedida a mi plato donde quedó flotando salpicándome de  líquido rojo. Ahogué un grito pero la abuela no. ¡¡¡Pascualita, ¿qué haces?!!! La sirena estaba tan aturdida como yo. Intenté cogerla una y otra vez pero me patinaba y cuando pensé que lo había logrado, se escurrió de mis manos y aterrizó en el cogote de un señor de la mesa de al lado. Se estremeció cuando sintió el golpe y más cuando Pascualita se deslizó espalda abajo ya que el hombre llevaba una camisa suelta. Cuando, por fin, se hizo con ella dió un grito al descubrir en sus manos un enorme gusano sanguinolento que mostraba unos afilados dientes. Lo soltó de inmediato, con tan mala suerte que fue a caer en el escote de una modelo enfrascada en convencer a un viejo ricachón de que ella era lo mejor que le había pasado en la vida. Y así, de mano en mano y de grito en grito, entrando y saliendo de escotes, Pascualita fue recorriendo el local de cabo a rabo mientras la abuela corría, alocada, tras ella sin poder darle alcance. Finalmente, la pobre sirena, mareada y sin fuerzas para defenderse, aterrizó en su espectacular souflé que un camarero muy estirado acababa de sacar de la cocina.
El comedor del restaurante era un guiriay. Raro era el comensal que no había sido manchado, salpicado, estremecido por la "gira turística" de Pascualita. Todo el mundo estaba de pie, gritando, gesticulando y pidiendo a gritos la cuenta. La abuela la atrapó, por fin y se la metió en el escote, dejando como evidencia del escondite, un rastro de colores que se perdían por el canalillo. Me apesuré a coger nuestros bolsos y salir pitando de allí, no fuera cosa que me quisieran cobrar daños y perjuicios, me quedaría en bancarrota.
Al día siguiente el escándalo del restaurante era noticia de primera plana en los periódicos. - "Para una vez que voy a un sitio elegante, no sacan mi foto" - se quejó la abuela mientras yo daba gracias a Dios por ello - "y lo que más me duele es que no nos trajimos las sobras" - No te quejes que no las pagamos... Voy a estar años sin pasar por esa calle.
r

domingo, 6 de noviembre de 2011

6 de noviembre de 2011

La abuela salió hecha un pincel de buena mañana. Al cuello, como siempre, llevaba a Pascualita en el termo que lucía funda nueva pues, como dijo ella, la ocasión lo merecía. Lo había tricotado con los colores de la bandera de Mallorca y para que se viera mejor y nadie se llamara a engaño, se vistió completamente de negro, cosa rara en ella a la que le encantan los colores subidos de tono.
Iba a ver una sesión del Parlament. Presintiendo futuros males, le recomendé que no tomara la copita de chinchón con la que acaba su desayuno todos los días. Me dijo no saber a qué venía eso, al fin y al cabo ese licor la ayuda a ver la vida de otro modo y le levanta el ánimo (a veces, demasiado) - Es mejor que no te huela el aliento de buena mañana - dije sin ánimo de crítica aunque ella no lo entendió así porque levantó una ceja y me miró como si me estuviera perdonando la vida. - "¿Desde cuando hace daño una copita por las mañanas?... siempre serás una mojigata. Vale. Te haré caso pero que te conste que si me duermo a media sesión será culpa tuya y como quiero enterarme de todo, a mi regreso me vas a oír" - Dejando sobre mí la amenaza de una buena bronca, salió de casa tal como lo haría Nefertiti, con la cabeza bien alta.
A media mañana entró en casa como un torbellino. Venía enfadada, gesticulando y soltando sapos y culebras a través de sus viejos labios. Me temí lo peor y me arrepentí de no haberla dejado beber su chinchón. ¡Dios mío, la que me esperaba! Pero, no. Su escandalera no iba dirigida a mí sino a los políticos. Los puso a todos de vuelta y media, tanto a los que votaba como a los que no, a derecha e izquierda pasando por independientes y nacionalistas. Nadie se escapó de su furia. La tapa del termo estaba abierta y Pascualita, asomada mirándo a diestra y siniestra como si buscara a alguien a quién dar un buen escarmiento. Su pelambrera de algas estaba erizada y los dientes salían y entraban, amenazadores, de su boca. Me mantuve a una distancia prudencial. - ¿Qué te ha pasado que vienes tan enfadada? - "¡No te lo vas a creer! ¡Nos han echado del Parlament!" - Un sudor frío corrió por  mi espalda ¿qué habrían hecho estas dos ? Estaba que segura que, de un momento a otro, llegaría la policía y se las llevaría esposadas. Bueno, no creo que a ningún policía, por valiente que fuera, se le ocurriera coger a la sirena en el estado en que estaba. Era una bomba de relojería, aunque la abuela no se quedaba atrás.
"Si supieras qué vergüenza he pasado... Toda esa gente, bien vestida y trajeada, a los que, seguramente , sus padres pagaron buenos colegios para que los educaran como Dios manda, gritaba y se insultaba como si fuesen verduleras... qué digo, ¡hasta las verduleras se avergonzarían de ellos y ellas! Menuda tropa. Parecían tan formalitos en sus sillas hasta que abrían la boca, entonces se acusaban como los niños en los colegios: el ladrón eres tú..., no tú..., pero tú más... eres una tal... y tú una cual... Mira, al final he saltado de la silla. Me he puesto en medio de todos mientras uno al que llamaban Señor Presidente, no paraba de decir que me echaran de allí. ¿A mí? ¡Que se atrevan!, le he gritado. Este sitio lo pago yo con mis impuestos y también tu nómina y la de todos vosotros. ¿Y qué hacéis con mi dinero? ¿insultaros y hecharos las culpas unos a otros? Para eso no os necesitamos. ¡Aquí venís a trabajar y si no servís iros a picar piedra! . Luego han venido unos hombres vestidos de uniforme que me han cogido de los brazos mientras todos los políticos me ponían a parir. Gritaban ¡fuera, fuera! No me he podido reprimir así que les he arreglado las espinillas a aquellos dos y en cuanto me han soltado he hecho un corte de mangas general. ¡Menudo jaleo se ha montado!. Incluso ha venido la policía..." - ¡Ay, madre y eso que no había bebido el chinchón! - ... han vuelto a cogerme entre unos cuantos pero yo no me quedaba corta dando tortazos a diestro y sinietro., entonces Pascualita ha salido en mi defensa ¡que sería de mí sin ella! en cambio si hubiese ido contigo, seguro que te metes debajo de una silla y dejas que me linchen... ¡Que triste es llegar a vieja y ser tan indefensa!"... - ¡Lo malo es que lo estaba diciendo en serio! -... Pascualita ha saltado como un rayo ante el primer atacante que se le ha puesto a tiro, después a otro y luego a otro, no daba a basto. Se ha portado como una jabata y le he dicho que le haré una funda para el termo, de flores y con el signo de paz de los hippys... Bueno, al final, como todos me soltaban para llevarse las manos a la cara, he cogido a Pascualita y hemos salido corriendo de allí. Al salir aún se oían los gritos de aquel gallinero... Ahora sí que me voy a tomar una copa o dos de chinchón, a ver si se me calman los nervios... Ya ves, con la ilusión que me hacía ir a una sesión del Parlament. Esta tarde me iré al Funeral y lo pasaré mejor con mis amigas. Allí, por lo menos, nos reímos" - Cogí la botella de chinchón y dos copas. Esa mañana nos pusimos contentas, incluso Pascualita, a la que la abuela dejaba que le lamiera el dedo que, previamente, había mojado en el licor.

sábado, 5 de noviembre de 2011

5 de noviembre de 2011

La abuela, Pascualita y yo salimos a la calle a pesar de la amenaza de lluvia. El cielo estaba encapotado y no auguraba nada bueno pero había que ir a Correos porque, para una carta que escribe la abuela cada cinco o seis años, tiene que echarla en el buzón de la Central, con lo fácil que es ir al del barrio que está dos calles más allá de casa. Esta mujer, de todo, tiene que hacer una ceremonia.
Al adentrarnos por las calles de Palma nos vimos sorprendidas por una enorme marea de gente caminando en manada, casi siempre, en sentido contrario al nuestro lo que significaba que íbamos contra corriente. En algunos momentos nos vimos arrastradas en contra de nuestra voluntad. Por fin pudimos refugiarnos en un bar donde vimos una mesa vacía porque aquella marabunta lo llenaba todo. Preguntamos al camarero la razón de tanto viandante: - "¿Es una manifestacción contra TODO?" - No sería mala idea que lo fuera pero  son turistas que visitan nuestra ciudad - "¿Y por qué salen todos a la vez?" - Han venido en un crucero - en cuanto fuímos puestas al corriente a la abuela le dió un calambrazo que la impulsó a salir corriendo de allí sin esperar a que me terminara mi café con leche - "¡Vamos! quiero ver ese barco... ¡Que lenta eres, hija!" - Si es que quema mucho... No corras que no se irá sin toda esta gente - pero ya no me oía. Había salido de estampida... sin pagar, claro.
Llegamos al mirador de la Seo. Los grandes barcos estaban atracados en la lejanía. - "!Quiero ir de crucero. quiero ir! gritó mientras hacía un zapateado en plan rabieta - ¿Tienes ahorros? es lo único que se necesita. - "No tengo ni cuenta, ya sabes que no me fío de los banqueros" - O sea, que tienes el calcetín vacío. Pues tienes un problema, no te puedes ir. - Inmediatamente su voz y su talante hacia mí cambiaron y pasó a ser la abuela melosa y empalagosa que quiere conseguir algo - "¿A que me lo vas a prestar? ¿A qué sí, guapa? ¿verdad que harás realidad el último deseo de una moribunda?" - la miré asombrada - ¿Quien se está muriendo? - Su mirada lastimosa me indicó que estaba delante de la casi muerta y entonces hice lo que nunca debí hacer. Me reí de ella. La risa me sacudía el cuerpo y no podía parar. ¡Menuda afrenta! - "¡Imbécil!" - me soltó y dando media vuelta caminó en dirección a Cort a un paso tan rápido que no se esperaría nunca de un eminente cadáver - ¡Espérame! - pero, que si quieres arroz, Catalina.
De repente, la marea humana que habíamos visto en las calles de Palma, vino hacia ella y la engulló. Corrí para rescatarla. No podía consentir que fuese arrollada y pisoteada por aquella estampida. Me resultaba imposible verla porque, no sé que debe comer esta gente pero son altísimos. Estaba llegando a la altura del Parlament cuando la oí gritar. Me subí a los soportales y descubrí un tumulto entre la gente: ¡¡¡Abuela, abuela!!! grité. Sobre el jaleo me llegó su voz a trompicones " ¡Hijo de... a! ¡Cab...n! ¡Deja a Pasc... ta! - También se escuchaban lamentos y gritos en varios idiomas. Me abrí paso entre aquella montaña de carne rosada y sudorosa que se interponía entre la abuela y yo. Cuando,  medio asfixiada por los apretujones, llegué hasta ella ví que dos tiarrones la tenían sujeta aunque no por eso dejaba de patalear y más de uno de aquellos turistas se frotaba la espinilla. - ¿¡Qué ha pasado!? - "¡El del jersey verde se lleva a Pascualita! ¡¡¡Quítasela!!!" - El del "jersey verde" hacía dos por dos, un mastodonte a mi lado. En una mano llevaba el termo y entre a los ojos, a Pascualita que se aferraba con uñas y dientes a su carne fofa y ensangrentada. El gritaba y gesticulaba, los demás le abrían pasillo sin atreverse a meter mano al bicho que atacaba a su compatriota. Corrí tras él y le mordí con fuerza en un brazo, inmediatamente, me agaché para no recibir un sopapo y mientras el turista, desorientado, intentaba ver a través de las lágrimas, quién le había atacado ésta vez, yo salté rápida hacia su cara y en un santiamén cogí a Pascualita y el termo y me escabullí hacia una bocacalle. Fue todo tan rápido que nadie supo explicar qué había pasado. Milagrosamente, la abuela dejó de patear y muy educada, pidió que la dejaran en paz, que el ataque de nervios se le había pasado. No se si alguien la entendió, la cuestión es que la soltaron mientras todos iban
a interesarse por el pobre herido que, dicho sea de paso, era un ladrón
De camino a casa la abuela me dijo, a regañadientes, que me perdonaba, a medias, el haberme reído de ella pero había un modo de que el perdón fuera completo: pagarle un crucero - No puedo, es muy caro pero hay un modo de hacerlo, gratis - Sus ojillos cobraron vida inmediatamente - ¡Ya no te mueres! ¿eh? - Déjate de tonterías y dime de que se trata - ¡Ves de polizón! jajajajaja... - Aún me duele la espinilla.

viernes, 4 de noviembre de 2011

4 de noviembre de 2011

Diez y siete a cero: Este es el letrero que me encuentro por toda la casa: pegado al espejo del baño, sobre el fregadero de la cocina; en mi almohada, en el respaldo del sofá; en la puerta de la calle. Las vecinas me preguntan qué quiere decir y tengo que inventarme historias raras para no tener que contar la verdad: que la abuela me gana por 17 a 0 en el absurdo juego de los ligues. Ya le he dicho que no juego, que es una tontería seguir con eso. Es ridículo, absurdo. Pero se ríe de mi - "Lo que te pasa es que no sabes perder ¡te chinchas! porque aún quedan unos cuantos días para terminar la semana. ¡Menuda cena me voy a tomar a costa de tu sosería ¡estrecha, que eres una estrecha y una ñoña y una estirada y una...!" - ¡Basta! no hace falta que me refriegues tu victoria por las narices... ¡Y quita ya esos dichosos cartelitos, coñe! - Me siento fatal ante mi derrota; es humillante que me gane un vejestorio. Pascualita ya se  ha hecho un lío con los dedos para contar 17 pero en cuanto me ve, hace el 1 a 0 y me deja chafada. Tengo que hacer algo para que mi honra no quede en entredicho.
He hablado con algunas amigas para pedirles que me dejen a sus hijos mayores de 18 años y hacer el paripé delante de la abuela. Al ser preguntados, la mayoría ha dicho que sí pero previo pago ¿ no decimos siempre que los chicos de hoy en día son unos pasotas? pasan de todo menos de la pasta. Me va a salir caro el jueguecito.
A los primeros los fui llevando por casa para que la abuela viera mis ligues y pero la muy fresca se los pasó a su bando con sus zalamería y sus gracietas y encima ¡tuve que pagarles! Entonces puse como condición para seguir jugando, que ella me vería de lejos con mis futuras conquistas. Durante unos días respetó la nueva norma y el cartelito de los resultados dejó de exhibir el humillante cero de mi casilla hasta que, un día, al llegar a casa, el cartelito había sido sustituído por una cartulina y en letras y números muy grandes. proclamaba el 17 a 0. Naturalmente protesté hasta que me fijé en Pascualita que, sentada en el borde de la pecera, me miraba con sus inquietantes ojos de pez al tiempo que sacaba hacia afuera sus dentadura de tiburón. Eso encendió una alarma en mi cerebro. La sonrisa sibilina de la abuela no auguraba nada bueno: - ¿Qué pasa? - "No me gusta jugar con tramposas" - Tragué saliva. - ¿Tramposas? ¿De quién hablas? - Ha llamado uno de tus tiernos "liguesssss"... - dijo arrastrando las eses en plan de coña - ... para preguntar a qué hora puede verte para le pagues el trabajito. Naturalmente, le he preguntado a que trabajito se refería porque, como abuela tuya me siento responsable de tí y tengo que estar enterada de lo que te traes entre manos. Cuando me la contado ¡no me lo  podía creer¡ ¡tienes que pagar a los hombres para que te hagan caso! ¿Pero tú a quién sales, hija  mía? ¡Eres la antítesis de la feminidad!. ¡La vergüenza de la familia! ¿Dónde están tus armas de mujer? ¿Las has empeñado para pagar a esos pipiolos que apestan a instituto? ¡Pascualita, dile algo que a mi se me acaban las ideas!" -  Por toda respuesta, la sirena ha escupido un chorro de agua directo a mi ojo, con lo que eso duele - ¡Maldito bicho. La próxima vez que te quedes sin agua te va a salvar tu madre!

jueves, 3 de noviembre de 2011

3 de noviembre de 2011

Esta mañana la abuela ha ido a comprar las entradas del fúbol, juega el Baleares contra otro, claro. No sé a santo de qué va tan pronto, las taquillas deben estár cerradas a estas horas pero me ha dicho que quería ser la primera de la cola para tener las mejores localidades. ¡Ja! No sé en que mundo vive esta mujer.
Por la tarde se ha disfrazado de balearica: llevaba camiseta, bufanda, gorro, pintura en las mejillas : dos rayas azules y una blanca en medio; pito, carraca y vuvucela que ha comprado en los chinos. El termo de Pascualita se ha revestido con el forro azul y blanco y me ha obligado a ir con ellas y sentarme a su lado. Antes de que salieran los jugadores a calentar ya tenía montado el espectáculo dando gritos desaforados de ¡¡¡Baleares, Baleares!!! porque ella los jalea a la antigua usanza, dice que Atléticos hay muchos pero Baleares solo uno. El suyo.
¡Que ganas tenía de que acabase el partido! ¡Que vergüenza he pasado! ¡Y dolor de cabeza! tanto es así que me he equivocado de botella de agua y me he tragado un sorbo de agua de mar que me ha sabido a demonios.
Al poco rato de estar instaladas en nuestros asientos (teníamos todo el campo para nosotras) los pocos balearicos que había se nos han juntado y entre todos han montado un guirigay de categoría. No se escuchaba ni el silbato del árbitro. Pero lo peor ha venido cuando los jugadores, de uno y otro equipo, han empezado a patinar y caerse., entonces ha cambiado el grito de guerra por el de ¡¡¡guarros, guarros!!! Eso ha descolocado a la clá que la rodeaba. - Pero, Abuela ¿qué dice? ¿quienes son los guarros? ¿los contrarios o los nuestros? porque es que les grita a todos - Algunos se han percatado de que yo también existo y me preguntaban si la pobre estaba mal de la cabeza.
Ella seguía a lo suyo cada vez que alguien se caía, sin hacer distingos entre su club y el contrario lo que propició que surgieran voces de protesta contra ella - ¡Cállese ya, vieja chocha! ¡Vete a tu casa a comer sopitas! - Esta frase la hirió - "¡Las sopitas se las comerá tu madre!" - ¡Con mi madre no se mete nadie aunque lleve los colores del Baleares! - Yo tiraba de la manga a la abuela para que se callara porque allí se iba a armar la Marimorena pero no se dió por aludida y el escándalo subía de tono. Horrorizada, ví que la tapa del termo se estaba abriendo. Quise impedirlo pero los brazos de la abuela parecían los de un pulpo, no paraban de moverse gesticulando, amenazando y dando algún que otro capón. Un bravucón acercó su cara amenazante a la de ella mientras se rascaba la coronilla y ese fue el momento escogido por Pascualita para saltar del termo a la naríz del fulano, justo entre los ojos, ahí clavó sus dientecillos de tiburón.
El hombre gritaba, lloraba, saltaba, intentaba arrancarse lo que quiera que fuese que le causaba tanto dolor pero la sirena lo tenía bien agarrado. Me lancé a por ella entre el jaleo y lo único que conseguí fue que el hombre me diera un bofetón que me hizo bajar dos gradas sin tocar el suelo.
El partido llevaba un rato parado porque el espectáculo no estaba en el césped. Algunos futbolistas se preguntaban  qué habría sido el detonante de aquella batalla campal. Eso lo explicó la abuela, que había conseguido guardar a Pascualita en el termo sin que nadie se enterara entre tanto barullo. La policía no pudo por menos que concederle a ella la razón: - "He dicho que son todos unos guarros porque no dejan de escupir en el césped y claro, luego pisan la guarrería, patinan y se van al suelo ¡Que asco! ¡Son unos cerdos maleducados!
Al día siguiente, en las páginas deportivas de los periódicos, en las emisoras de radio y en los programas de deportes de la tele, se hablada de la abuela; en las fotos salía con toda la parafernalia que llevó al campo, gritando brazo en alto y señalando hacia el césped con un dedo amenazador. Parecía un Júpitar balearico a punto de lanzar sus rayos. El termo, afortunadamente, estaba cerrado.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

2 de noviembre de 2011

Soy muy amante de las tradiciones y estos días, a pesar de que mis padrinos ya no están en este mundo, me gusta pensar que son ellos los que me regalan el Rosario aunque me lo compre yo. Esto tiene la ventaja de que eliges el que más te gusta. Así que en cuanto llego a casa, me lo cuelgo y no me lo quito hasta que me voy a dormir. Como  no soy rencorosa he invitado a la abuela y a Pascualita a panellets, bombones y carabasats (de estos últimos sobre todo porque es lo que menos me gusta)
Seguimos teniendo la casa llena de candelitas para las ánimas pero como, después de la tempestad ha llegado la calma, ya no me impresionan tanto. Ahora estamos metidas de lleno en el concurso "a ver quién liga más" De momento la abuela lleva la delantera: 3 a 0. En un día se ligó a un sepulturero; al alcalde que se enteró del accidente y se acercó a ver cómo estaba. Después de llorarle un poco, lo justo, desplegó toda su zalamería con él (a pesar de no haberle votado) y cogida de su brazo "para no caerme otra vez" le decía melosa, terminó el recorrido por el cementerio. Se les veía a gusto, él no paraba de reír con las tonterías que ella le contaba y finalmente, se despidieron con un beso y un "¡Adios, abuela" a lo que respondió embelesada "Adiós, Mateo" (¿Mateo? ¿Y esas confianzas?) Inmediatamente se giró hacia mí que iba agotada con la carga de las dichosas flores, porque no había hecho la menor intención de pasar por las tumbas de nuestros familiares y levantó dos dedos triunfantes y a continuación hizo el cero.
Antes de llegar a casa consiguió su tercer triunfo. Empezó a cojear cuando nos encontramos con el chico más guapo del barrio "¡Ay, hijo! déjame que me coja de tu brazo porque a penas puedo dar un paso ¿Te importaría ayudarme a subir las escaleras?, es que mi nieta ya está muy mayor y podríamos caernos". Naturalmente que la ayudó mientras yo trinaba de rabia. Al llegar a casa lo invitó a una cerveza con aceitunas mientras no dejaban de reír y charlar. Finalmente le despidió con un "hasta otro día. Vuelve cuando quieras" que me causó vengüenza ajena.
Sentadas en el comedor y mientras me comía las aceitunas que les habían sobrado, le afeé la conducta - Ya no tienes años para hacer estas cosas, resulta patético ¿no te das cuenta? - "En la guerra y en el amor, todo vale. ¿aún no te lo has aprendido? Pues aplícaté el cuento que se te está pasando el arroz" - Iba a replicarle cuando recibí un chorrito de agua de la sirena que a punto estuvo de darme en un ojo ¡traidora! y lo peor fue la burla del bicho asqueroso. Con sus deditos de uñas pintadas de luto, marcó ¡un tres y un cero ! Me volví rápida cuando oí la risa ¡¡¡Abuela!!!

martes, 1 de noviembre de 2011

1 de noviembre dde 2011

Después de desayunar, la abuela, mirándome con picardía, me ha propuesto un juego - "Es para que no se me hagan tan largos los días" - ¿Cuánto va a durar el jueguecito? pensaba que serían unas partidas de parchís - "Ay, hija, tu siempre tan sosa... Será muy divertido, ya lo verás jijijiji...¿verdad Pascualita?" - La sirena, como si la entendiera, movió sus manitas, entonces descubrí que llevaba las uñas pintadas de negro - ¿Y ésto? - pregunté mientras las señalaba - "Va adecuada a estos días de luto... Verás, el juego se trata de ver quién de las dos liga más... la que pierda paga una cena... ¿qué. Jugamos? - Cada día se le va más la olla pero como no quiero volver a ponerme a malas con ella le he dicho que sí.
Salimos a la calle cargada, yo, de flores. La abuela, como siempre, se contentaba con llevar a Pascualita en el termo colgado del cuello. Después de hacer mil malabares para que no me rompieran los ramos en el autobús, que iba petado de gente gracias a las "luces" del concejal Vallejo de cuya madre nos acordamos todos, bajamos junto al Camposanto. Deambulando entre las viejas tumbas disfrutábamos de la visión de miles de flores. La abuela hablaba sin parar comentando epitáfios y fotografías antiguas como si los conociera de toda la vida, cosa que no me extrañaría porque es más vieja que Matusalen. Acabé por no escucharla, deseosa de llegar cuanto antes al lugar dónde dejar nuestras flores ¿no podríamos haber hecho el paseo al revés?
Un jaleo cercano me sacó de mis ensoñaciones - ¿Qué pasa, abuela?... ¿Abuela?... ¡¡¡Abuela!!! - alguien me dijo que la señora mayor que iba conmigo se había caído en una tumba... que la lápida era muy vieja... que no pasara pena porque ya habían avisado para que vinieran a sacarla. Corrí hasta el lugar del tumulto: ¡Dejénme pasar, por favor. Es mi abuela! - Estaba espatarrada sobre un ataúd que debía llevar allí más de cien años. Aturdida por el golpe, lanzaba ayes lastimosos que encogían el corazón de cualquiera menos el mío porque sabía que, en esos momentos, estaba disfrutando siendo el centro de atención del Cementerio y quitándole el protagonismo a los muertos. Llegaron unos operarios con una escalera - ¡La rata, la rata! - gritaban algunos - ¡Le va a morder! ¡Que asco! ¡Señora, no toque eso que es una rataaaaa! - Yo estaba deseperada, la "rata" era Pascualita que con la caída había salido despedida del termo y la pobre se arrastraba sobre el viejo ataúd luchando por no ahogarse fuera del agua Uno de los obreros la cogió, soltándola enseguida mientras se llevaba un dedo a la boca - ¡Le ha mordido - gritaba la plebe! ¡cogerá la rabia o nos traerá la peste! - Afortunadamente cayó sobre las faldas de la abuela que, con rapidez la metió en un bolsillo - En pocos minutos la sacaron de la fosa. Tras una rapidísima ojeada echó los brazos al cuello del más atractivo y no objetó nada cuando se la llevó en volandas hasta las oficinas. Mirándome sobre el hombro de aquel joven fornido, me guiñó el ojo y levantó un dedo y luego con dos hizo el signo de la o... ¡ya tenía un ligue, la tía. Ibamos 1 a 0! Y mientras yo me preocupaba por quitarle el termo del cuello y llenarlo con el agua de mar que siempre llevo en una botella. Finalmente pude rescatar a Pascualita del bolsillo y sumergirla. Una vez más le he salvado la vida pero seguro que esta medalla también se la endosará la abuela.