domingo, 30 de octubre de 2011

28 de octubre

¡Estoy harta de tanto sermón! La abuela sigue en sus trece. ¡quiere un bisnieto! como si eso fuera tan fácil. Cansada de oírme, finalmente ha entrado en razón pero, para remediar el entuerto y allanarme el camino, se ha puesto a buscarme pareja. Así que ahora tengo un problemón encima porque cada dos por tres, trae un hombre a casa y cómo les dice para qué los quiere, vienen muy ilusionados a echar un kiki conmigo y con las bendiciones de la abuela. Lo estoy pasando fatal. En cuanto oigo la llave de la puerta corro a esconderme debajo de su cama (allí no creo que me busque) con bolso y todo para que piense  que me he ido. Mientras los invita a café, para hacer tiempo a que yo "llegue" les hace un  interrogatorio en toda regla y es entonces cuando hace la criba porque no encuentra ninguno sin defecto y claro, su bisnieto tiene que ser perfecto, sin taras paternas "ya bastan las tuyas" me dice. ¡Que cara tiene!
Tengo que hacer algo porque estoy cogiendo complejo de abeja reina rodeada de zánganos. ¡Por Dios, que estrés! Para despejarme un poco he quedado con una amiga en una cafetería. Hemos hablado de lo divino y de lo humano y me ha venido bien. Entonces he visto pasar a la abuela. Iba deprisa, acompañada de un tío agitanado ¡otro pretendiente a padre de su bisnieto! y me he fijado que llevaba en la mano una bolsa de la tienda de peces donde compramos la comida de Pascualita. Mi amiga también se ha fijado en ello y me ha comentado que le gustaría ver la pecera que tenemos en casa: He quedado sorprendida... ¿cómo sabes que tenemos una...? - No me ha dejado terminar - Por que me encuentro con tu abuela en esa tienda de vez en cuando. Yo solo tengo un pececito pero vosotras tenéis un verdadero acuário - ¿Qué te hace pensar eso? - Hija, porque ella me lo ha dicho. Además, basta ver la cantidad de comida que os lleváis. A mi un botecito me dura meses , a vosotras, poquísimo. ¿Cuántos peces tenéis? y sobre todo, ¿dónde? por que debe ser enorme ese acuario. ¿Por qué no me invitas a verlo? - Estooo... Verás, hay un pequeño problema, sobre todo para tí porque  debes tenerle mucho cariño a tu pez ¿verdad? - ¡Oh, sí! Es tan relajante verlo. A mi se me pasa todo el estrés de la jornada sentándome un rato delante de la pecera como si fuera un televisór solo que sin gritos, Belenes Esteban y demás fauna. Pero ¿por qué lo dices? - Es que... no es conveniente que te acerques a nuestro... acuario porque... tenemos a los peces en... cuarentena... Tienen un extraño virus muy contagioso. Ellos son portadores (eso nos dijo el veterinario) ejem... por eso son tan... peligrosos... Si vinieses a mi casa y uno de esos virus se pegara a tu piel ¡Dios no lo quiera!... - ¡Ay! ¡me estás asustando! - Lo siento pero tienes que saberlo para evitar que te quedes sin tu pez... como te iba diciendo... si se te pega uno de esos virus, al llegar a tu casa saltaría sobre tu pececito y lo mataría - ¡Oh, no!  - Gracias por avisarme. No sabía que existieran virus así -
¡Uf! un problema menos. Y mientras le mentía a mi amiga fui ideando una cosa para que la abuela me dejara en paz. Así que, al llegar a casa y ver que no había moros en la costa, he cogido a Pascualita ayudada por el guante de acero, la he metido en el termo y con él colgado del cuello, me he ido a la calle.
He llegado tardísimo a casa y la abuela me esperaba despierta y desesperada. Se estaba ahogando en pleno ataque de asma. En cuanto me oyó entrar me dijo, entrecortadamente: ¡Nos han robado a Pascualita y... y yo me ... estoy muriendo... No puedo respirar... ¡Llama a... la policía... Haz algo... por favor... por favor!
Entonces hice una entrada triunfal. - Nadie a robado nada salvo tú que me has robado la tranquilidad. ¡Mira, aquí está Pascualita y su termo! Cómo vuelvas a traer a otro tiparraco a casa, llevaré a la sirena al mar y entonces, abuela, sabrás lo que vale un peine.

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